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CLÁSICOS DEL SIGLO XX: UNA INVITACIÓN A LA LECTURA

'El amante', de Marguerite Duras

Mañana se publica el segundo volumen de la colección de libros de EL PAÍS

Es una de las voces más singulares y fascinantes de la literatura francesa del siglo XX, que a su vez ha sido uno de los países importantes en las aportaciones culturales occidentales en igual período. El caso de Marguerite Duras, seudónimo de Marguerite Donnadieu, cumple ejemplarmente el concepto de intelectual comprometida: militante del Partido Comunista Francés, colaboradora con la Resistencia durante la ocupación nazi, integrada en los círculos existencialistas en la posguerra, escritora vocacional adscrita al movimiento literario de vanguardia denominado nouveau roman, guionista y realizadora cinematográfica, su momento estelar le llega al publicar El amante, una novela tardía que, sin embargo, está basada en un material autobiográfico y situada cronológicamente en el final de los años veinte en Indochina, es decir, en el final también de su adolescencia.

La hasta entonces prestigiosa y minoritaria escritora, que ya había publicado numerosas obras, que había escrito también el guión de Hiroshima mon amour, el emblemático filme de Alain Resnais, que había dirigido varios largometrajes en los que su marchamo era la experimentación formal, alcanza el éxito popular, multitudinario, el honor del Goncourt y, sobre todo, las enormes ventas, y todo ello sin renunciar a su concepto del mundo y de la literatura; es decir, a su estilo. La posterior adaptación al cine de El amante, su turbadora y apasionada historia de amor, multiplicó aún más su éxito.

El rostro destruido

Antes de ponerse a escribir, Marguerite Duras se lavaba, cambiaba su ropa por una muda limpia y hacía bien la cama. Tenía rasgos de persona metódica, pero su vida fue en realidad bastante accidentada. Nació con el apellido Donnadieu en un suburbio de Saigón, en la Indochina francesa, en 1914, y fue en aquel país donde, con 15 años, viviría la desgarradora historia de amor que la proyectaría a la fama mundial -que la convertiría en un mito- 55 años después. El amante (1984) vendió más de un millón y medio de ejemplares en los primeros dos años de su publicación. La novela venía avalada por el Premio Goncourt, un galardón mal dotado pero a la vez el más prestigioso de las letras francesas. El libro también fue un éxito de ventas en España, y parte del mérito se debe a la excelente traducción de Ana María Moix. La escritora barcelonesa, que acaba de publicar los cuentos De mi vida real nada sé dentro de una biblioteca dedicada a ella por la editorial Lumen, supo conservar el personalísimo estilo de Duras al trasladar la obra al castellano. Antes de El amante, Duras había publicado casi veinte novelas, varios ensayos y obras de teatro. También se había adentrado en el cine: es suyo el guión de Hiroshima, mon amour (1958), la película de Alain Resnais. En 1966 codirigió La música con Paul Seban, filme al que seguirían otros firmados en solitario como India Song (1975) o Agatha (1981). La casa del padre de Marguerite se encontraba en el municipio de Duras, y éste fue el nombre que escogió para publicar su primera novela, La infamia, en 1943. Por entonces estaba casada con Robert Antelme y ambos colaboraban con la Resistencia: en su casa se escondieron, entre otros, François Miterrand, alias Morland. El reconocimiento de la crítica llegaría con su tercera novela, Un dique contra el Pacífico, de 1950, y su confirmación literaria se produciría ocho años después, al publicar Moderato cantabile. No pasaría de ser una escritora para minorías con estos títulos, ni tampoco con El arrebato de Lol V. Stein (1963) o con El vicecónsul (1965). La fama estuvo aguardándola hasta que contó la historia de su amante chino. Por entonces, con casi setenta años, vivía una relación absorbente con Yann Andréa, el joven que nunca la tuteó, el que la acompañó hasta su muerte, en París en 1996, y a través del alcohol, la cirrosis y una traqueotomía. Por el camino quedaban el joven chino, su marido, un amante y colaborador de los nazis que acabaría fusilado y Dyonis Mascolo, el padre del único hijo de esta mujer que a los 18 años ya tenía el rostro destruido.

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