_
_
_
_
11-S, UN AÑO DESPUÉS

Las empresas han huido de Wall Street

Un año después de la tragedia, 'la calle del dinero' no levanta cabeza. Sólo el 6% de las empresas que perdieron vidas y bienes en los atentados han buscado nueva sede en el distrito financiero

Enric González

Las oficinas de Sandler, O'Neill & Partners estaban en el World Trade Center, y 66 de sus 137 empleados murieron el 11 de septiembre de 2001. La sociedad trabaja ahora lejos de Wall Street, en la Tercera Avenida, en un edificio corriente y en un piso bajo, el sexto. Nadie en Sandler, O'Neill tiene la menor intención de volver a establecerse en un rascacielos ni de regresar al distrito financiero de Nueva York. Casi todo el mundo piensa igual: sólo un 6% de las empresas que perdieron vidas y bienes han buscado nuevo alojamiento en torno a Wall Street. Un año después de la tragedia, la calle del dinero no levanta cabeza.

La magnitud del desastre ha sido traducida a cifras en un informe recién publicado por el Ayuntamiento de Nueva York. El coste de reconstrucción de lo que fue el World Trade Center se estima en 6.700 millones de dólares (unos 6.900 millones de euros); de los edificios adyacentes, como el hotel Marriott, en 4.500 millones; el inventario de bienes destruidos (desde ordenadores hasta obras de arte) suma 5.200 millones; y reponer las infraestructuras (trenes, redes telefónicas y eléctricas) costará 4.300 millones. El producto interior bruto neoyorquino sufrirá, en total, un impacto negativo de unos 90.000 millones de dólares, entre costes directos y reducción de comercio e ingresos fiscales, a lo largo de los próximos cinco años.

Más información
Los escándalos financieros han perjudicado más la economía que el terrorismo
EE UU recuerda a sus víctimas bajo imponentes medidas de seguridad
El Ibex consolida los ganancias y roza los 6.500 puntos al cierre
'Dios salve a América'

Para hacerse una idea de la amputación sufrida por el distrito financiero no bastan las cifras. En poco más de dos horas desaparecieron casi 3.000 vidas y 1,4 millones de metros cuadrados de oficina. En términos de espacio, 'es como si ciudades como Atlanta o Miami hubieran perdido absolutamente todos sus edificios de oficinas', indica el informe municipal. Otros 1,8 millones de metros cuadrados sufrieron daños estructurales y aún no han sido recuperados.

Cientos de empresas han protagonizado, durante el último año, una diáspora que las ha llevado, en su gran mayoría (70%), a Midtown, la zona central de la isla de Manhattan, o a otros barrios de Nueva York, como Brooklyn o Queens (8%), o a los vecinos Estados de Nueva Jersey (9,2%) o Connecticut (2,9%), o a zonas aún más alejadas dentro de Estados Unidos o en Europa (3,1%).

La peor pérdida, por supuesto, es la humana. 'La desaparición física de las oficinas en las Torres Gemelas palidece en comparación con las vidas perdidas. Esa mañana murieron el 40% de nuestros empleados, 66 de 137', explica Larry Bulinsky, director ejecutivo de Sandler, O'Neill & Partners. 'Pero la pérdida física fue también muy grave', sigue. 'Desaparecieron los ordenadores, las líneas telefónicas, los archivos, la tecnología... Fue muy difícil reconstruirlo todo a partir de la simple memoria institucional. Bank of America nos prestó unas oficinas y, mal que bien, volvimos al trabajo. Aún no me explico cómo lo conseguimos'. Sandler, O'Neill optó por alquilar un sexto piso en un edificio que el propio Bulinsky define como 'corriente' en Midtown. Nadie desea reinstalarse en un rascacielos emblemático.

Sidley Austin Brown & Wood, otra sociedad financiera, ocupaba las plantas 54, 56, 57, 58 y 59 de la Torre Norte. El 11 de septiembre de 2001, 150 empleados estaban en las oficinas y se salvaron todos menos uno. Como Sandler, O'Neill, la empresa prefirió dejar el distrito financiero y trasladarse al norte, al número 787 de la Séptima Avenida. Pero mantiene un pie, simbólico, en Wall Street: 'Hemos subarrendado 300 metros cuadrados en el edificio de Merryll Lynch como sala de conferencias o reuniones', comenta Janice Kuhn, jefa de mercado de Sidley Austin Brown & Wood.

Wall Street y su entorno, el distrito financiero, aún dan miedo. La zona se considera un objetivo de primer orden para cualquier ataque terrorista. Algunos temen, además, los posibles efectos nocivos de los cientos de toneladas de polvo y partículas cancerígenas esparcidas durante el incendio y el desplome de las torres, y aún presentes en los recovecos de los sistemas de aire acondicionado.

La diáspora ha sido tan masiva que, pese a la brutal pérdida de espacio de oficinas en lo que fue el World Trade Center, abundan las ofertas y los precios han caído 'hasta la mitad de lo que se paga en Midtown', según el informe municipal. 'Muchos antiguos inquilinos del World Trade Center afirman que, por ahora, no quieren regresar al distrito financiero y prefieren otras zonas', añade el estudio. 'Cantor Fitzgerald, por ejemplo, envió a varios de sus empleados supervivientes a la delegación de Londres'.

Cantor Fitzgerald Securities fue una de las empresas que más sufrieron. De sus casi 1.000 empleados, desaparecieron 700. Ahora su sede está en la calle 57, en el corazón de Midtown, y han trasladado a Londres parte de sus operaciones. Citigroup, la mayor empresa bancaria de Estados Unidos, y su filial de negocios bursátiles, Salomon Smith Barney, que ocupaban una de las torres menores, la número 7, en el World Trade Center, se han establecido en Nueva Jersey y Connecticut. Empire Blue Cross Blue Shield, la mayor empresa estadounidense de servicios sanitarios, ha optado por Midtown, en Manhattan. AON Seguros, en la que murieron 175 empleados, se ha ido también a Midtown, a la Tercera Avenida, pero ha alquilado una pequeña subsede en Water Street, contigua a Wall Street, para seguir cerca de la Bolsa.

Wall Street es, durante la jornada laboral, una sombra de lo que era. Los restaurantes permanecen semivacíos y las calles, que solían ser un hormiguero, sólo reciben la animación de los turistas. La Bolsa de Nueva York, entre Wall y Broad, en el corazón del distrito financiero, está siempre acordonada y protegida por la policía.

Pese a todo, se confía en la resurrección de la calle del dinero. El alcalde, Mike Bloomberg, se declara optimista: 'Ninguna gran empresa ha dejado Manhattan, por la simple razón de que no se puede. Tienen dos poderosas razones para quedarse: aquí están todos sus socios y toda su competencia. Hay que estar donde está la acción, ya nadie piensa que uno puede trabajar desde su casa con el ordenador y el teléfono'. Bloomberg considera que el atractivo de Nueva York sigue siendo imbatible: 'Los profesionales que las empresas necesitan prefieren vivir en la ciudad. No conozco ninguna compañía que se haya ido de Manhattan con éxito. Nadie quiere vivir en los suburbios'.

El propio Bloomberg admite, sin embargo, que la punta sur de Manhattan, la de las finanzas, atraviesa una mala época: 'Muchos se han ido del distrito financiero'. 'Pero volverán', añade. Lo mismo piensan algunos de los que se han marchado, como Larry Bulinsky, el director de Sandler, O'Neill: 'La gente volverá; hay demasiadas cosas en Wall Street, empezando por la Bolsa y siguiendo por una importante comunidad de vecinos, como para que se convierta en un desierto'.

Para Bulinsky, la reconquista del distrito financiero depende de las autoridades locales, estatales y federales, que deben garantizar la seguridad y reconstruir las vías de transporte destruidas: 'Times Square era una zona muy degradada, llena de drogas, prostitución y violencia; nadie pensaba que, por más que se invirtiera, pudiera ser rehabilitada, y ahora está llena de vida'. Bulinsky considera que 'Wall Street no resucitará en una noche, tardará tiempo, pero volverá a ser lo que era'.

Larry Bulinsky, junto a una escultura en recuerdo de los empleados de su empresa fallecidos el 11-S. PLANO MEDIO - RETRATO
Larry Bulinsky, junto a una escultura en recuerdo de los empleados de su empresa fallecidos el 11-S. PLANO MEDIO - RETRATOMIGUEL RAJMIL

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_