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Reportaje:

4.677 papeles llenos de horror

Los documentos desclasificados por EE UU detallan con frialdad torturas, secuestros y desapariciones en la dictadura argentina

Los textos liberados de secreto que con 30 años de demora vomita el Departamento de Estado norteamericano demuestran una y otra vez que la más fidedigna versión de la historia de los países suramericanos la escriben los funcionarios de las embajadas de Estados Unidos. Son cuatro cajas con 4.677 documentos que ya no dejan dudas: al menos desde 1975 y hasta 1984 las bandas parapoliciales y las Fuerzas Armadas argentinas instaladas en el poder secuestraron, torturaron en campos de concentración, asesinaron, robaron bienes y niños nacidos en cautiverio o detenidos clandestinamente junto con sus padres, persiguieron a opositores políticos y les mataron más allá de las fronteras del país en operaciones coordinadas al amparo del Plan Cóndor.

En 1979, Washington ya tenía fichas de casi 10.000 casos de secuestros y asesinatos
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Pero no tuvieron nunca 'el valor de aceptar la responsabilidad formal'. El 14 de mayo de 1980, la Embajada en Buenos Aires remite a Washington un telegrama que reproduce las confidencias de un miembro de la inteligencia militar a un funcionario diplomático: 'Primero, las fuerzas de seguridad ni confían ni conocen soluciones legales. Los métodos actuales son más fáciles y conocidos. Segundo, no hay militar responsable que tenga el valor de aceptar la responsabilidad formal por la ejecución de un montonero. Bajo los procedimientos actuales nadie es oficialmente responsable por las ejecuciones'.

La lectura de los relatos, las transcripciones, las citas y aun las observaciones que agregan los diplomáticos resultan aterradoras por el tono burocrático que evita el desliz de una leve emoción.

El 31 de mayo de 1978 se envió un 'memorando sobre la tortura y las desapariciones en Argentina'. Allí se lee: 'Ha habido una reducción neta en las denuncias de tortura, eso no es porque la tortura se ha dejado de practicar, sino que deriva de la reducción en el número de operaciones, porque el número de terroristas y subversivos ha disminuido (...) las desapariciones incluyen no sólo a los sospechados de ser terroristas, abarcan una gama más amplia de gente, por ejemplo, dirigentes laborales, trabajadores, sacerdotes, activistas de derechos humanos, médicos y dirigentes políticos'.

En 1979 ya se habían producido más de 10.000 secuestros y asesinatos, y los diplomáticos envían 'para los archivos permanentes y el uso del Departamento de Estado una copia de las fichas de casi 10.000 casos de violaciones a los derechos humanos'. La embajada informaba, un año más tarde, de que 'el Gobierno argentino reconoce aproximadamente 3.400 prisioneros en virtud del estado de sitio a disposición del poder ejecutivo. Arrestos y desapariciones continúan, aunque no en la escala masiva de los pasados dos años'.

La tortura sistemática

Documento enviado en octubre de 1976: 'Los siguientes comentarios fueron hechos por [censurado] el 4 de octubre, 1976, durante una entrevista privada en [censurado] traté de tomar notas textuales. (...) De ahí en adelante no recuerdo claramente. Mis ojos fueron tapados, mis manos atadas y fui puesta contra una pared. Un artefacto eléctrico tocó mis manos. Después estaba en el piso. Parecía que estaba siendo golpeada. No sé. Mi ropa estaba siendo arrancada. Entonces creo que estaba sobre una mesa con cuatro o cinco hombres inmovilizándome. Empezaron a usar la picana (un dispositivo eléctrico). Después me ataron y me echaron agua encima. Podía sentir un ventilador. Me interrogaron, pero más que nada era dale. Ahí. Ahí. Ahí. En el área genital. Fui amordazada. Ahí fue cuando quizá me mordí. Debo haber estado amordazada después porque al principio hablé. Dijeron que me arreglarían para que no pudiera tener hijos. (...) En un punto parece que me relajé y se asustaron. Fui revisada por un doctor. Entonces comentaron que ella debe estar entrenada. Se fueron. Una chica, la noche anterior, había sido colgada cabeza abajo y aguijoneada. Sus vellos púbicos habían sido arrancados y tenía quemaduras de cigarrillo. Pudo haber tenido amigos terroristas, pero ella no era una. Estaba en una casa que había sido allanada. (...) Todo el tiempo temía que me llevaran otra vez a la sala de torturas. Tenía que dormir con mis manos atadas detrás de mi espalda. El 5 o 6 fui llevada a la cárcel. No sé cuánto tiempo había pasado. Finalmente me permitieron tomar una ducha. La tarde siguiente fui nuevamente a la oficina de la SIDE (servicios secretos). Esta vez fui acompañada por una guarda femenina que se quedó conmigo o cerca de mí. Esto parecía protegerme; sólo fui amenazada. Destrozarían a mi esposo frente a mí. Fui golpeada sobre las orejas, muy fuerte. Tres me pegaron al mismo tiempo. Después empezaron a tomar declaración. Empezaron a escribir. Dijeron te vamos a tener esta noche. Después empezaron a hablar sobre encontrar a otros, mis amigos. (...) Se me preguntó si salía con alguien más. Estoy separada. Había pertenencias de otra persona en mi departamento. Di su nombre y él está en prisión. (...) Dijeron que lo iban a matar. Hicieron una exposición de sus armas y munición. Salieron a ubicar dónde trabaja mi esposo. Volvieron con alguien que simplemente tenía el mismo nombre que mi esposo. Él ya tenía un hermano en prisión. Le arrancaron el pelo a este individuo. Yo era cercana al PCR. Había muy poca gente dejada afuera de los círculos izquierdistas en la universidad. Yo era una estudiante en la Universidad de Rosario...'.

Los niños desaparecidos

La Embajada de Estados Unidos recibió en agosto de 1978 la primera lista de 16 niños desaparecidos junto con sus padres. En el documento retransmitido a Washington el 29 de septiembre de 1978, un diplomático aseguraba: 'Nosotros sabemos que el Gobierno argentino cree que los adolescentes son capaces de actividad terrorista y que hubo arrestos de adolescentes. (...) Miembros del Gobierno declararon a miembros de la embajada que las operaciones no podían estar limitadas por la edad, porque un grupo de adolescentes impresionables es un área fértil para la penetración de terroristas y subversivos. Se reportaron un número de casos de adolescentes desaparecidos'. Dos años más tarde, las Abuelas de Plaza de Mayo confirmaban el secuestro y la desaparición de 400 niños y bebés.

El Plan Cóndor

Un oficial de la inteligencia militar llamado Jorge Contreras (nombre supuesto) reveló la acción coordinada de los temibles grupos de tareas en los que participaban miembros de la policía, la Marina, la Aeronáutica y el Ejército de Tierra. Según Contreras, se permitían las 'operaciones indiscriminadas' y, según los resultados, si 'la operación capturaba a un terrorista, se publicitaría; si se traía a un ama de casa o la tía de alguien, esta detención se negaría para evitar el ridículo'.

James Blystone, alto cargo de la embajada, recoge información que confirma la aplicación del Plan Cóndor, del que participaban las Fuerzas Armadas de los países de la región. La Embajada de Estados Unidos consideraba, ya a fines de 1976, que las Fuerzas Armadas argentinas y uruguayas actuaban de forma coordinada en un informe enviado a Washington: '(...) nuestra evaluación de la evidencia e informes que tenemos nos convence de que los secuestros de refugiados uruguayos en julio y septiembre fueron llevados a cabo por fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas, actuando clandestinamente y en cooperación'.

Los documentos completos están a disposición del público en la página web del Departamento de Estado de Estados Unidos: www.foia.state.gov

Los documentos completos están a disposición del público en la página web del Departamento de Estado de Estados Unidos: www.foia.state.gov

La primera junta militar argentina, con Jorge Videla en el centro, en 1976.
La primera junta militar argentina, con Jorge Videla en el centro, en 1976.

Operaciones secretas en Madrid

Entre los documentos de la Embajada de EE UU en Buenos Aires hay comunicaciones enviadas al Departamento de Estado con copia a las misiones en Madrid, a las principales capitales europeas y a las representaciones de Estados Unidos en Trípoli y Panamá sobre el espionaje a opositores en el extranjero. Fuentes argentinas avisaron de que 'los montoneros fueron entrenados en Libia por miembros de la OLP en el uso de armas automáticas, explosivos y técnicas de agitación y después viajaron a España para un entrenamiento adicional en una casa localizada a 10 millas aproximadamente de Madrid. (...) Fuentes del servicio de inteligencia proveyeron información adicional: los montoneros en España hicieron contactos en el Ministerio del Interior. (...) Esto les dio a los montoneros un estatus semilegal que les permite acceder a personas de niveles políticos y de trabajo como también a miembros del Gobierno español. Su estado semilegal les permitió comprar una residencia que llamaron 'casa del pueblo argentino' en el área de Puerta de Hierro en Madrid cercana a la residencia de Perón. El secretario político de los montoneros, Roberto Cirilo, visitaba la casa diariamente en España y manejaba los asuntos del MPM (Movimiento Montoneros) y recibía visitas tanto terroristas como contactos políticos'.

En agosto de 1980 la sede de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, con copia al Departamento de Estado y a las misiones en Ginebra, Lima, Buenos aires y La Paz, informaba de otro objetivo: '(...) adjunto una descripción del desarrollo reciente en el caso de Noemí Gianotti de Molfino (...) la señora fue supuestamente secuestrada por servicios de seguridad argentinos en Lima. Más tarde un cuerpo de mujer, identificado como el de la señora Molfino, fue encontrado en Madrid. Después de varias llamadas a la investigación por parte de las autoridades españolas de las circunstancias que rodean al caso, incluyendo la clarificación de una posible implicación argentina en la muerte, los periódicos han reportado indicando que la policía no pudo encontrar evidencias en ese caso. (...) El 25 de agosto los hijos de la señora Molfino identificaron formalmente el cuerpo exhumado. También había información en la prensa de Madrid de que un dossier sobre el caso había sido presentado al alto comisionado sobre refugiados en Ginebra.

Comentario: no hemos escuchado lo último de este caso en Madrid. Durante el mes de agosto las noticias en Madrid sufren una caída que explicaría el renovado interés en este caso. Pero también porque presenta todos los aspectos de una buena novela de asesinato con espías que siempre tiene cabida en la prensa'.

Dos meses antes, la Embajada de EE UU en Lima recogió de la prensa la información de la detención de argentinos en Perú que fueron entregados a las autoridades bolivianas, acusados de ingresar ilegalmente en el país. Los detenidos eran Julio César Ramírez Olmos, María Inés Robert Gorrosteagui y Noemí Gianotti Godoy de Molfino.

Una nueva referencia al caso aparece el 18 de agosto de 1980 en Buenos Aires. Un diplomático afirma la implicación clara del Batallón de Inteligencia en el secuestro de argentinos en Perú, la muerte de uno de ellos en Madrid -se trataría de Noemí Giannoti de Molfino- y el golpe de Estado en Bolivia, y opina que el Batallón es una vergüenza para el Gobierno argentino.

En marzo de 1983 la Embajada en Buenos Aires revela el contenido del encuentro confidencial de las Madres de Plazo de Mayo con el presidente del Gobierno español, Felipe González, quien les asegura que 'el problema de los desaparecidos es una prioridad en la política internacional española'.

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