Siglo y medio con el vino
Bodegas Bilbaínas es uno de los paradigmas de la búsqueda de innovación técnica y nuevos mercados
Bodegas Bilbaínas es el paradigma de la historia de los pioneros del Rioja. Fundada en 1859 por la firma francesa Sauvignon Fréres et Cie, comprada 42 años más tarde por dos empresarios bilbaínos y adquirida en 1997 por Codorníu, esta bodega siempre ha dado el primer paso cuando había que saltar a una nueva fase en la producción de vino en esta zona vitivinícola.
Puede parecer hasta una bilbainada propia del carácter de José Ángel Aurrecoechea y Santiago de Ugarte, los empresarios que forjaron el carácter de la firma. Pero nada más lejos de eso; a los datos hay que remitirse. Si los fundadores franceses introdujeron el cava en esta comarca, los industriales vizcaínos se caracterizaron por ir siempre más allá. Bodegas Bilbaínas cuenta con el registro embotellador más antiguo de Rioja (que es el décimo de España) y tiene el número 2 en la Denominación Cava. Y los actuales propietarios están dando ya la vuelta a esta bodega centenaria y situándola en vanguardia en cuanto a tecnologías y mercadotecnia.
Eso sí, en el repaso a este siglo y medio tampoco se observa que Bodegas Bilbaínas mantengan un orientación definida hacia esa innovación continua en las prácticas de una bodega. Parece casi como si las ampliaciones, la búsqueda de nuevos mercados o la atención a la calidad y a las nuevas tecnologías fueran inevitables.
Uvas propias
Cuando Ugarte y Aurrecoechea compraron la bodega a principios de siglo, consideraron que había que aumentar la producción de vinos, y que éstos debían elaborarse con uvas propias. Se inicia entonces la adquisición de los pagos de Viña Pomal (1911), Viña Zaco (1921) y Viña Paceta (1923). No habían pasado cinco lustros y ya se había consolidado una marca que era la referencia del tinto riojano, hasta el punto de que el rey Alfonso XIII eligió el crianza Ederra como el vino de consumo diario en palacio.
Quizás fuera la mentalidad industrial de los promotores, pero Bodegas Bilbaínas continuó con una expansión en el extranjero, en la que también fueron pioneros. Son los primeros exportadores al Caribe y llegaron a tener una planta embotelladora en Londres.
El interés por la expansión llevó a Aurrecoechea y Ugarte a la compra de bodegas en otras zonas de la península. Bilbaínas llegó a tener 17 filiales en España, algo inaudito en aquellos mediados del XX, aunque hoy en día sea una práctica común en las grandes (y no tan grandes) firmas.
Como Codorniú, la celebérrima productora de cava de San Sadurni d'Anoia, que en 1997 se hizo con una firma que necesitaba un buen repaso a sus instalaciones y viñedos. El paseo, cinco años más tarde, por las propiedades de la bodega, da fe de la inversión que se ha realizado en la mejora de las edificaciones y su entorno, en la renovación del parque de barricas y en la revitalización del viñedo.
Aquí también continúa el espíritu innovador. Sólo basta citar cómo, en una comarca tan tradicional en el cultivo de la viña, en Bilbaínas se trabaja siguiendo las directrices de Raimat, que incluyen la mecanización de las tareas y el uso de nuevos métodos de viticultura, que tienen en el helicóptero fumigador su expresión más llamativa.
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