La CDU alemana propone usar los beneficios del Bundesbank para paliar daños de la riada
Los democristianos aceptan aplazar la reforma fiscal de Schröder sólo hasta las elecciones
Sí, pero no. En estas tres palabras se sintetiza la respuesta dada ayer por la oposición conservadora de la CDU / CSU a los planes del canciller Gerhard Schröder de retrasar por un año una nueva fase de su proyecto bandera, la reforma fiscal, con tal de recaudar 6.900 millones de euros para la reconstrucción de las regiones devastadas por las inundaciones. En un momento crucial de la campaña electoral, los democristianos dijeron ayer que tenían un plan mejor que pondrían en marcha después de las elecciones: utilizar los 7.700 millones que el año pasado arrojó como beneficios el Bundesbank.
Al mismo tiempo, sin embargo, para no bloquear las ayudas de emergencia están dispuestos a dejar que la propuesta gubernamental sea aprobada por el Bundesrat (Cámara alta), que ellos controlan. La pregunta a la que se enfrenta la clase política alemana en estos momentos es cómo financiar los al menos 10.000 millones de euros que, previsiblemente, se requerirán en ayudas estatales para la reconstrucción de las zonas afectadas por las riadas. El presupuesto estatal ya no da para más: el año pasado, el déficit alcanzó un 2,7%, tan sólo tres décimas por debajo del 3% que impone como tope el Pacto de Estabilidad.
El lunes, la coalición rojiverde había encontrado una solución elegante: aplazar hasta 2004 una bajada de los tipos máximos y mínimos del IRPF (del 48,5% al 47%, y del 19,9% al 17%, respectivamente), prevista para el próximo ejercicio. Aunque no haya acuerdo unánime, la mayoría de los expertos financieros dieron por buena la medida, que no introduce una nueva tasa que podría perpetuarse en el futuro y tampoco pone en peligro el Pacto de Estabilidad.
Con su sorpresiva propuesta, Schröder logró consolidar el protagonismo en la opinión pública que ya comenzó a conquistar en los primeros días de las inundaciones, cuando confirmó su buen pulso a la hora de tomar decisiones en situaciones de crisis. Los conservadores, por su parte, se hundieron en un mar de dudas y vacilaciones acerca de cómo responder al canciller sin dejar la impresión de querer bloquear el desembolso de unos fondos que los damnificados requieren urgentemente. En días pasados, incluso habían exigido completar el plan gubernamental con un aumento del impuesto sobre sociedades, una idea de la que se distanciaron ayer, quizá porque el canciller había accedido a ella la víspera. Y confirmó ayer que la pondrá en práctica.
Como destilado de semejante confusión -una 'fase extremadamente creativa', en palabras de Angela Merkel, la presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU)-, los conservadores presentaron ayer un 'concepto alternativo' que evitaría lo que es el flanco débil de la propuesta de Schröder: hacer pagar a los ciudadanos más impuestos de lo previsto en una coyuntura en la que el consumo está por los suelos y la economía a duras penas crece un 0,5% al año. 'En esta situación, un aumento de impuestos es imperdonable', dijo ayer el candidato a canciller, Edmund Stoiber.
La idea conservadora es sustituir estos recursos por 7.700 millones de euros correspondientes al 69% de los beneficios del antiguo banco central, el Bundesbank, en 2001, un dinero que se destina a un fondo para ir pagando las deudas de la extinta República Democrática Alemana. El problema está en que si el Estado se gasta estos recursos en fines distintos a los previstos, será necesario un endeudamiento adicional y supondría una mayor presión sobre el déficit, como recalcó ayer el Gobierno.
También los conservadores han discutido sobre el peligro de que su propuesta termine por reventar los límites del Pacto de Estabilidad, según afirmó ayer a este diario uno de los asistentes a las deliberaciones, el ministeriable bávaro Günther Beckstein. La conclusión, sin embargo, fue que el grueso de los desembolsos para la reconstrucción tan sólo se realizará el próximo año, con lo que Alemania podría cumplir raspando con el criterio del 3%.
Stoiber y Merkel prometieron ayer poner en marcha su plan si llegan al poder en las elecciones del 22 de septiembre. Hasta entonces, sin embargo, están dispuestos a aceptar 'incondicionalmente' la propuesta del canciller, que la próxima semana podría ser aprobada por ambas cámaras. Se trata de una lógica un tanto extraña que demuestra que los conservadores siguen contra las cuerdas: 'Dejaremos pasar un camino errado, pero decimos claramente que corregiremos este camino', dijo Stoiber.
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