El panorama editorial latinoamericano conmociona a los empresarios españoles
El Congreso Nacional de Editores, reunido en Valencia, aborda los retos del futuro
La realidad editorial en Iberoamérica centró la primera sesión del 4º Congreso Nacional de Editores, que se inauguró ayer en Valencia. José A. Ocampo, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de la ONU, hizo un análisis macroeconómico frío y brillante. Ana María Cabanellas, presidenta del Grupo Interamericano de Editores, puso la pasión. El ejemplo fue Argentina: se exportan los libros de saldo, han cerrado 250 librerías, la producción editorial se ha reducido a más de la mitad y se han incrementado extraordinariamente la piratería y las fotocopias ilegales.
Francisco Pérez González, vicepresidente de la Fundación Santillana, con su habitual optimismo, puso el acento en la esperanza. 'Los editores españoles hemos vivido todo tipo de crisis en Latinoamérica, hemos estado en todos sus renacimientos y vamos a seguir estándolo', afirmó. 'Todos los que estamos aquí, hayamos nacido donde hayamos nacido, nos sentimos latinoamericanos. Si hubiera un pasaporte iberoamericano, todos los que estamos aquí lo mereceríamos'.
Las palabras de Pérez González fueron como un bálsamo para los 245 asistentes al congreso (el doble que en la anterior convocatoria). Latinoamérica ha sufrido tres grandes crisis en una década: la de 1995 (el efecto Tequila, que empezó en México); la de 1999 (a consecuencia de la crisis asiática, que afectó especialmente a Suramérica), y la de 2001-2002 (generalizada, pero que la sufren sobre todo tres países: Argentina, Venezuela y Uruguay). A Iberoamérica le resulta difícil recuperar los ritmos de crecimiento.
José A. Ocampo no trató de la industria editorial, pero hizo un análisis macroeconómico revelador de Latinoamérica. Pero en esta última década también ha habido cosas positivas, explicó: la reducción de la inflación, 'con excepciones'; el control del déficit, 'con excepciones'; el dinamismo exportador, 'con excepciones', o la integración regional (Mercosur, Comunidad Andina, Mercado Centroamericano). Las inversiones extranjeras, que han retrocedido en los últimos años, pasaron de 10.000 millones de dólares en 1990 a 100.000 millones en 1999.
Respaldo a la democracia
En los aspectos sociales y políticos, el balance es más agrio que dulce: la pobreza es más alta que en 1980; el deterioro laboral es muy preocupante, y lo es aún más el 'respaldo a la democracia, que, aunque sigue siendo mayoritario, se ha debilitado en los últimos cinco años'. Uruguay y Costa Rica son los países que más la apoyan, y El Salvador, Guatemala y Brasil, los que menos.
El ejemplo argentino fue también obligatorio: 'Un 60% de los argentinos está a favor de la democracia, pero sólo el 10% está satisfecho de sus resultados'.
'La situación de la crisis actual es difícil', dijo Ocampo, pero afirmó que confía en que en el segundo semestre de este año se 'produzca una reactivación'. Finalizó su intervención con palabras contundentes: 'Es necesaria la renovación del sistema político en Latinoamérica'.
Pérez González calificó la exposición de Ocampo de 'lección magistral'. Ana María Cabanellas se encargó de trasladar a la cruda realidad editorial el análisis del experto. 'En Latinoamérica, los editores esperan ser comprados por grandes grupos; el ajuste es extremo: menos títulos, menos tiradas, menos calidad; los libreros suspiran por el precio fijo; los autores sueñan con grandes anticipos y publicar en España es su gran esperanza; todo el mundo tiene miedo de los libros electrónicos'.
El catálogo de desastres que aportó fue estremecedor. Aumenta la pobreza y, en consecuencia, crecen la piratería y las fotocopias ilegales. Y otra vez el ejemplo argentino: el caso de la piratería de los libros de Harry Potter ha sido sangrante para los editores. Sudamericana vio cómo un libro que aún no había publicado ya estaba ilegalmente en la calle.
Los gobernantes no se preocupan por el valor del libro, y menos aún por su exportación. El IVA aplicado a la cadena de producción del libro en México puede ser considerado como un 'éxito por otros países que también querrán aplicarlo'. No existe coordinación entre las diversas ferias del libro, que a veces se superponen; 'aun así, cumplen con el rol de acercar los libros a los lectores a falta de campañas institucionales.
Ana María Cabanellas puso como ejemplo de globalización a Argentina: Planeta ha comprado Emecé, y Random House Mondadori (Bertelsmann), Sudamericana.
En Argentina, la producción de libros se ha reducido a la mitad: en 2001 se publicaron 6.111 títulos y 29 millones de ejemplares, y este año, 3.000 títulos y 16 millones de ejemplares. 'En Argentina, los libros que antes se vendían de saldo ahora se exportan, y quienes lo hacen multiplican por cuatro sus beneficios'.
Cabanellas afirmó que algunos aspectos negativos de la globalización son comunes en todas partes y propuso un rayo de esperanza: 'Que la globalización sirva para divulgar las respectivas culturas, que se produzcan alianzas editoriales que respeten la personalidad y características de cada editorial y país. Que se busquen nuevas fórmulas, como la impresión bajo demanda'.
Jesús Anaya, de Planeta México, inició su conferencia sobre la situación editorial de su país con la proyección de un titular de portada del diario La Jornada: 'Eliminar la tasa 0, el tiro de gracia a los editores'. Criticó duramente las 'graves incoherencias de la política -o no política- cultural del Gobierno de Fox'; se quejó de la falta de datos de la industria editorial y de los índices de lectura en México, y, entre otros aspectos, se lamentó del elevado índice de devoluciones de libros en su país: entre el 45% y el 65%.
Cuando acabó, José Manuel Lara, consejero delegado del Grupo Planeta, que moderó la sesión, reclamó el optimismo de Pérez González. 'Preferimos creer a Pancho', dijo.
Ruegos y reglas de un mediano editor
Antonio López Lamadrid, de Tusquets, cambió sobre la marcha el título anunciado de su ponencia: La expansión de una editorial mediana en un mundo globalizado. 'Después de la depresión que me han producido las intervenciones de los colegas latinoamericanos, no puedo hablar de expansión. En un mundo globalizado, a lo único a que aspiramos los pequeños y medianos editores es a vivir con un poco de desahogo. Lo de la expansión es un sueño'. López Lamadrid dio su lista de problemas a afrontar cuanto antes: 'Que se frene el exceso de novedades, con el consiguiente aumento de las devoluciones; que los libros puedan permanecer más tiempo en la librería y romper así la barrera de la indiferencia; que no se paguen adelantos desorbitados por la compra de derechos; que no se compren autores a golpe de talonario; que se ponga fin a la ingente cantidad de premios con dotaciones infladas'. Lara Bosch, que actuó como moderador, dijo que seguro que López Lamadrid daría alguna sorpresa y no se equivocó. Arremetió contra la Federación de Gremios de Editores. 'Eso de que el Liber se haga un año en Madrid y otro en Barcelona es una locura. Es muy difícil hacerse un hueco y deberíamos aprender de las ferias de Guadalajara o de Londres'. Felicitó a la federación por su éxito en frenar la liberalización del precio de los libros, pero les reprochó que no ayudaran a encontrar soluciones 'a los catastróficos perjuicios' que están sufriendo los pequeños y medianos editores en Argentina. Luego dio unas 'mínimas reglas' para la buena salud editorial: proyectos editoriales serios a medio y largo plazo; atención individualizada y constante a los autores; equipos editoriales motivados y competentes; departamentos propios de venta de derechos al extranjero, y que se creen más escuelas de editores y libreros, porque hay un déficit de formación'.
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