El comité electoral palestino dimite para protestar contra Arafat

El comité electoral palestino presentó ayer su dimisión en protesta por la actitud de Yasir Arafat, quien mantiene bloqueado el programa de reformas, anunciado hace más de una semana, y se niega a fijar una fecha para las elecciones. El incidente obligó al presidente a salir de su mutismo y hacer unas declaraciones precipitadas para calmar a la cúpula de la Administración. Arafat reiteró que los comicios se celebrarán 'antes de finalizar el año', pero sin señalar el día.

La dimisión de los miembros del comité electoral, que se encuentra presidido por el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina, Mahmud Abbas Abu Mazen, y que constituye una de las piezas clave de la maquinaria de las votaciones, se produce en un momento delicado, mientras crece la impaciencia y el nerviosismo de la sociedad palestina por conocer con exactitud el calendario y la profundidad del programa de reformas anunciado por el presidente Arafat.

La situación no es nueva; los primeros síntomas de esta inquietud política se detectaron en el propio Gobierno palestino hace poco menos de una semana, cuando una parte importante del Gabinete presentó también por escrito su dimisión, al tiempo que reclamaban al presidente medidas concretas y drásticas que aseguren la transparencia del programa de reformas, y condenaban las interferencias propiciadas desde el poder y en las que participaban algunos de sus validos.

El presidente palestino trató ayer de atajar el descontento de amplios sectores de la Administración por el bloqueo en el que el programa de reformas se encuentra sumido, e intentó al mismo tiempo poner fin a la oleada de comentarios escépticos, que empiezan a dudar que las reformas sean verdaderas y que se vayan a llevar a término. Tras insistir en que las elecciones se llevarían a cabo antes de finalizar el año, Arafat señaló que el repliegue de las tropas israelíes de los territorios 'no es una condición previa' para la convocatoria de los comicios, aunque recalcó su esperanza de que 'habrá retirada y entonces podamos tener nuestras elecciones libres'.

Pero Arafat se enfrenta no sólo al descontento creciente de su propia Administración por la ausencia de un horizonte claro en su programa de reformas, sino también al desafío de los grupos radicales, en especial las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, vinculadas al propio partido gubernamental Al Fatah, que continúan con su política de atentados suicidas. Las Brigadas de Al Aqsa se han responsabilizado en las últimas horas del atentado suicida perpetrado en la noche del miércoles en el centro comercial de Rishon Le Tzion, donde murieron dos israelíes y una treintena resultaron heridos.

El rebrote de los actos de violencia palestina en el interior de Israel ha abierto un debate en el Gobierno de Ariel Sharon sobre la presencia en el interior del país de entre 30.000 a 50.000 ilegales palestinos, que en su opinión constituyen una red que posibilita el movimiento de los comandos suicidas. Por si las inquietudes y los temores del primer ministro no fueran suficientes, ayer se desactivó en el último minuto un atentado contra el mayor depósito de carburantes de Israel: un camión cisterna, que llevaba una bomba adosada, se incendió, antes de que pudiera provocar la catástrofe.