'Entrar en la Academia es un honor, y mucho trabajo'
Luis Ángel Rojo, ex gobernador del Banco de España y uno de los economistas españoles más prestigiosos, fue elegido ayer nuevo miembro de la Real Academia Española. Ocupará el sillón f, vacante desde la muerte de Jesús Aguirre, duque de Alba. Rojo aportará a la Academia sus conocimientos en una de las materias que evolucionan más rápido y que más cambios registran en su terminología, para pelear de esa manera contra la creciente 'corrupción de la lengua'.
'Inventar palabras en español para traducir términos que vienen del inglés es ridículo'
'Lo correcto es 'deflatar' y no como suele decirse, 'deflactar'. No sé cuál es peor'
'Estoy muy honrado de ingresar en la Academia, aunque confieso que la propuesta me sorprendió, como le sorprendió en su momento a Margarita Salas', comenta Luis Ángel Rojo, que prefiere no hacer muchas hipótesis sobre lo que se espera de él. 'Eso habría que preguntárselo a los académicos. Aunque, del mismo modo que Margarita Salas está ahora ahí por sus conocimientos biológicos, supongo que mi trabajo estará relacionado con los múltiples términos técnicos, propios de especialistas, que proceden de la economía. Entrar en la Academia es un honor, pero supone también mucho trabajo'.
A Luis Ángel Rojo (Madrid, 1934) se le conoce, sobre todo, de los años que fue gobernador del Banco de España, entre 1992 y julio de 2000. Una responsabilidad difícil, sometida a las complicaciones de lo político y a los vaivenes de lo económico, y desde la que supo transmitir una sorprendente serenidad -y mucho rigor- a la hora de lidiar con las tormentas. También reveló poseer una profunda sabiduría.
Su sabiduría viene de lejos y, cuando se trata con él, se percibe que tiene raíces alargadas: no necesita de grandes aspavientos y fluye con sencillez. Licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Económicas, amplió sus estudios en la prestigiosa London School of Economics. Fue técnico comercial del Estado y, desde 1966, es catedrático de Teoría Económica en la Universidad Complutense de Madrid.
Entre 1971 y 1988, desplegó sus conocimientos como director general de Estudios del Banco de España y, en fin, desde entonces, su vinculación a distintas instituciones económicas, los premios por su trayectoria, los reconocimientos de distintas universidades y la publicación de numerosos libros y artículos han sido el telón de fondo de una actividad permanente vinculada, sobre todo, a la economía. En los últimos años ha sido vicepresidente del Instituto Monetario Europeo y miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo y del Group of Wise Men. Sigue dando clases en la Facultad de Ciencias Económicas, actividad que retomó cuando dejó el Banco de España.
Ahora llega a la Real Academia Española para ocupar el sillón f, que dejó vacante al morir en mayo de 2001 Jesús Aguirre, duque de Alba. Su candidatura, única, fue presentada por los académicos Eduardo García de Enterría, Fernando Lázaro Carreter y José Luis Sampedro, y fue aceptada ayer por dos tercios de los académicos en la primera votación. Con Luis Ángel Rojo, otro saber especializado (y toda su terminología, no por familiar menos compleja), el de la economía, llega a la Academia. Sus aportaciones serán imprescindibles para enriquecer el vocabulario de esa rama del saber en el Diccionario de la Lengua Española. Rojo es también académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas desde 1984.
-Los medios de comunicación suelen recoger los cambios que se van produciendo en una lengua. ¿Cómo tratan las informaciones relacionadas con la economía?
-Mal. Se habla muy mal. Hay un proceso de corrupción del idioma muy considerable. Pero la responsabilidad en el deterioro de la lengua no es cosa exclusiva de los jóvenes, como suele decirse, sino también de los adultos. Dentro de la información económica, por ejemplo, se tiende a abusar de términos y explicaciones técnicas cuando hay muchas cosas que se pueden contar con palabras sencillas. Esto conduce, en ocasiones, a que se usen muchos términos de manera imprecisa o incluso errónea. En cualquier caso, son los propios profesionales de la economía los responsables de utilizar esta jerga complicada.
Luis Ángel Rojo no tarda en ironizar. 'Algún compañero de la universidad ya me ha comentado que espera que con mi llegada a la Academia se deje por fin de utilizar 'deflactar' y se use la palabra correcta, 'deflatar'. No sé cuál será peor'.
El trabajo, pues, parece ingente. 'Tanto el origen como el desarrollo de las ciencias económicas han tenido lugar, sobre todo, en países anglosajones', comenta Rojo. ' En el orden práctico, también las expresiones que se refieren a los mercados financieros proceden del mundo anglosajón. Hay pues un montón de términos nuevos que es muy difícil sustituir. Inventarse palabras en español para traducir expresiones en inglés es ridículo. Ya se ha hecho y ha sido un fracaso. No hay más remedio que adoptar, y depurar, los extranjerismos'.
Tal vez ahí esté la clave de la presencia en la Academia de personas como Luis Ángel Rojo o Margarita Salas. 'El dinamismo de la Academia es sorprendente. La última edición del Diccionario ha incorporado un montón de americanismos, por ejemplo, y la informatización de sus herramientas de trabajo le permite estar mucho más cerca de los cambios que se producen en el habla de cada día'. Con la incorporación de tantos extranjerismos, el español será una lengua cada vez más mestiza. 'No le extrañe, pero es lo que ocurre también en el resto de la sociedad'.
A su condición de profundo conocedor de los laberintos de la economía -ha publicado, entre otros, libros como Keynes y el pensamiento macroeconómico actual, El nuevo monetarismo, Marx: Economía y Sociedad (con Víctor Pérez Díaz), Keynes, su tiempo y el nuestro o Inflación y crisis en la economía mundial-, hay que sumar, en el caso de Luis Ángel Rojo, su pasión por el arte y la literatura. Es miembro de la Asociación de Amigos del Museo del Prado, de la Fundación Ortega y Gasset y de la Fundación Thyssen, y en el salón de su casa destacan cuadros de Julian Schnabel, Mompó, Joaquín Pacheco o un bellísimo dibujo de Antonio López ('de sus primeros tiempos, cuando aún era posible comprar alguna de sus obras'). A Rojo le gusta también enseñar un cuadro atípico de Carmen Laffón y reconoce que sus gustos son muy amplios. 'Sí, disfruto también de las instalaciones, pero en esto, como en todo, hay también mucha impostura'.
-¿Y qué me dice de la literatura?
-Mi pasión por la lectura procede del colegio de segunda enseñanza. Tuve mucha suerte con los profesores y, entre lo que me hicieron leer y lo que leí en casa, salí de allí muy familiarizado con la literatura clásica. He leído, sobre todo, novelas. Creo que muchas de las cosas más importantes que se han dicho sobre el hombre las han escrito los novelistas.
Cada vez quedan menos intelectuales como Luis Ángel Rojo, grandes especialistas en sus campos y, al mismo tiempo, dueños de una vasta cultura, de la que disfrutan y que los alimenta. Durante la conversación también se aborda la situación actual de la universidad. 'Los estudiantes están abrumados. No tienen tiempo para nada. Familiarizarse con los conocimientos especializados de nuestros días, aunque finalmente sean triviales, exige mucho tiempo. Por eso, quizá, tengan menos interés por adquirir una visión de conjunto y por conocer en profundidad la historia de la economía y del pensamiento económico. En cualquier caso, los profesionales que está fabricando la universidad son de muy buena calidad'.
Términos especializados, palabras de origen anglosajón, el vertiginoso desarrollo de las ciencias económicas en nuestros días: ése será el telón de fondo sobre el que desarrollará su actividad Luis Ángel Rojo en la Academia. Víctor García de la Concha, director de la institución, comentaba ayer a Efe que con la elección de Rojo se trata de cubrir el sector económico para el Diccionario de la Academia. Destacó el tiempo que Rojo presidió la Fundación Pro Real Academia y, al hablar de su talante humanista, subrayó su condición de 'gran lector, de melómano (y gran aficionado al jazz), su interés por el arte y su proximidad al grupo del gran escritor Sánchez Ferlosio'.
La resistencia por abordar seriamente el conocimiento de lenguas extranjeras y el terrible retraso de la investigación en España, o la marcha de su economía, fueron otros asuntos de los que se trató con Rojo. ¿Y Keynes? 'Fue la gran figura de la economía del pasado siglo y, aunque pueda sorprender, un gran escritor. Las consecuencias económicas de la paz es un libro de una gran belleza'.
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