Sharon admite desacuerdos con Bush y se niega a retirarse de los territorios
'Israel se encuentra en un punto en que no hay vuelta atrás', asegura el primer ministro israelí
Son dos guerras diferentes. La que libra el Ejército israelí es meticulosa y toma precauciones 'para evitar daños a civiles inocentes'. La que sufren los palestinos es brutal, indiscriminada y está destruyendo sus infraestructuras más vitales. La ausencia de luz y taquígrafos no evita, sin embargo, las víctimas. El jefe del Estado Mayor, general Saúl Mofaz, informó ayer al Consejo de Ministros israelí de que los muertos se elevan a 11 soldados y dos centenares de palestinos, más que los que habían contado los propios palestinos.
Israel ignoró ayer los llamamientos del presidente estadounidense, George W. Bush, instando a las tropas israelíes a retirarse de las localidades palestinas reocupadas. El primer ministro Ariel Sharon declaró que no será posible una vuelta a la situación anterior a la puesta marcha de la actual operación en los territorios. 'Israel se encuentra en un punto en que no hay vuelta atrás, ya que el presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat, y la misma Autoridad Palestina no tienen ni la más mínima intención de respetar un acuerdo del tipo que sea', declaró Sharon.
Poco antes, Sharon apuntaba la posibilidad de 'desacuerdos' con Estados Unidos sobre el llamamiento de su homólogo estadounidense Bush a la retirada 'sin demora' de las tropas israelíes de las ciudades palestinas ocupadas en los últimos días. 'Una de nuestras prioridades es conservar las relaciones con nuestros amigos, especialmente con Estados Unidos, pero es verdad que puede haber desacuerdos. Sin embargo, si estos desacuerdos se producen, serán desacuerdos entre amigos', afirmó Sharon.
Hubo ayer dos operaciones espectaculares. En Ramala, una mujer palestina se empeñó en llegar al edificio donde Yasir Arafat se encuentra asediado y murió por disparos de los soldados israelíes cuyas advertencias había ignorado. En otra acción llamativa, los soldados sorprendieron a los habitantes de Bet Rima y Dir Ghasan con un desembarco aerotransportado como los de las películas. Después de rodear ambos pueblos con tanques, se descolgaron desde los helicópteros y procedieron a realizar numerosas detenciones.
Carros y helicópteros de combate israelíes siguieron acosando a los guerrilleros palestinos que resistían en el campo de refugiados de Yenín y en la alcazaba de Nablús. En esta última ciudad, los milicianos rechazaron entregarse y aseguraron que van a 'luchar hasta el final'. Fuentes militares reconocieron que el progreso estaba siendo lento porque estaban encontrando 'una resistencia feroz'.
'Hay continuas batallas, se lucha en las callejuelas, casa por casa', relató el coronel Avi Kochavi, jefe de la Brigada Paracaidista, cuyos hombres llevan a cabo la operación de Nablús. 'Más de 30 terroristas han muerto en las últimas horas', anunció el oficial. Sólo ayer su incursión causó la muerte a 13 palestinos. Dos soldados resultaron heridos. El coronel Kochavi dijo que habían encontrado varias fábricas de armas y de bombas.
'En Yenín, estamos a punto de concluir la lucha en el campamento de refugiados', declaró a la radio pública israelí el general Ron Kitrey, portavoz del Ejército. No obstante, anoche continuaban los combates. 'La resistencia ha sido muy dura, tal vez más de lo estimado', admitió el militar.
'Ésta es una batalla decisiva, una guerra por nuestras casas', dijo ayer el primer ministro israelí, Ariel Sharon, al abrir la reunión semanal del Consejo de Ministros. 'Quiero transmitir mis bendiciones a todos los que participan en ella. Muchos han caído'. El general Mofaz, su jefe de Estado Mayor, presentó las primeras cifras globales de víctimas de la Operación Muro Defensivo: 11 muertos y 143 heridos entre los soldados y 200 muertos y 1.500 heridos del lado palestino.
Nada hacía indicar que los llamamientos de la comunidad internacional estén teniendo efecto alguno sobre el Gobierno israelí. El mensaje fue que Israel no va a retirarse de momento. 'EE UU entiende que Israel no retirará inmediatamente sus fuerzas y que no habrá una retirada en una sola fase', comunicó a sus colegas el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, quien aun así admitió que tras el discurso de George W. Bush del pasado sábado tenían menos tiempo para concluir la campaña.
La preocupación humanitaria ha sido reiteradamente repetida en los últimos días por todos los portavoces militares israelíes. Sin embargo, contrasta con los relatos sobre el terreno no sólo de los propios palestinos, sino de las ONG que prestan asistencia médica y de emergencia. 'Las fuerzas armadas israelíes han creado un campo de batalla infernal en medio de los civiles en los campamentos de refugiados de Balata y Yenín', afirmaba ayer Peter Hansen, el director de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos.
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