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CONFERENCIA DE MONTERREY

Estados Unidos considera inútil el objetivo del 0,7% del PIB para ayuda al desarrollo

Washington aportará el 0,15% de su PIB para ayuda al desarrollo, frente al 0,39% de la UE

George W. Bush podrá decir el próximo viernes en Monterrey que ha aceptado reiterar el compromiso alcanzado hace 30 años sin fecha fija, y con escaso éxito de aplicación hasta ahora, de incrementar la ayuda al desarrollo hasta que alcance el 0,7% del PIB de cada país desarrollado. Pero sus portavoces se han apresurado a desautorizar ese consenso mínimo de la cumbre que se celebra esta semana. Alan Larson, subsecretario de Economía del Departamento de Estado, manifestó el lunes en Monterrey que 'no se trata de preestablecer números fijos sobre la ayuda financiera'.

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El subsecretario retoma así la línea de argumentación que ha venido sosteniendo el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, en el sentido de que lo prioritario es un cambio de orientación global para hacer más eficaz la ayuda. Frente a él, el director del Banco Mundial, Jim Wolfensohn, ha reiterado su advertencia de que, si el monto total de la ayuda oficial al desarrollo no se duplica, hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares (unos 114.000 millones de euros) anuales, será imposible lograr el objetivo de la Cumbre del Milenio de reducir a la mitad la pobreza en el mundo para mediados de la próxima década. La misma preocupación es compartida por el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

Bush se ha plegado a la presión ambiental, hasta el punto de anunciar un incremento de 5.000 millones de dólares en la ayuda estadounidense en los próximos cinco años, que elevará su coeficiente sobre el PIB a un 0,15%, cuando la Unión Europea estará ya alcanzando el 0,39% sobre un producto interior que es menos de un 10% inferior al de EE UU. Los datos son éstos, y no parece que permitan cumplir la promesa sobre la pobreza.

Por lo demás, el consenso de Monterrey es el que es, producto de meses de negociaciones, y no será modificado por la asamblea: 'Instamos a los países desarrollados que aún no lo hayan hecho a que adopten medidas concretas para dedicar el 0,7% de su producto interno bruto (PIB) como AOD para los países en desarrollo y destinar entre el 0,15 y el 0,20 de su PIB a los países menos adelantados', dice la declaración. Simple reiteración, con un pequeño añadido, de lo acordado hace 30 años.

El conjunto de la declaración ilustra, sobre todo, el nuevo enfoque de la cooperación, sin ofrecer soluciones concretas para los viejos problemas de las barreras arancelarias, los movimientos especulativos de capital o la deuda externa.

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El consenso que los líderes del mundo suscribirán en Monterrey afirma, por ejemplo, que 'cada país es responsable de su propio desarrollo'; reconoce que la mundialización 'plantea problemas'; destaca la importancia del respeto a los derechos humanos y de la igualdad de los géneros, y recuerda que sin paz no hay desarrollo.

Los jefes de Estado y Gobierno instarán a los países en desarrollo a luchar contra la corrupción; a gestionar bien sus asuntos públicos; a fomentar la iniciativa privada; a buscar 'la sostenibilidad fiscal'; a invertir en infraestructuras. Además, piden a las empresas de los países desarrollados que 'tengan en cuenta los aspectos sociales, ambientales, de desarrollo y de género'. Y a sus bancos que 'promuevan enfoques innovadores de financiación para el desarrollo'.

Las barreras comerciales, que según datos de la ONU suponen un perjuicio de unos 130 millones de dólares anuales para los países en desarrollo, merecen atención destacada en la declaración final, que reitera la voluntad de los líderes de trabajar, sobre todo en el marco de la Organización Mundial del Comercio, para liquidarlas y apela a los países desarrollados para que supriman sus subvenciones a la agricultura. Si la UE puede sentirse aludida en esta parte de la declaración, no hay nada que apunte contra los nuevos aranceles de EE UU sobre las importaciones siderúrgicas.

Activistas antiglobalización escuchan uno de los discursos de la cumbre de la ONU en Monterrey (México).
Activistas antiglobalización escuchan uno de los discursos de la cumbre de la ONU en Monterrey (México).ASSOCIATED PRESS

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