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Columna
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Un valenciano en la corte de Bush

Las clementinas pueden desatar un grave conflicto con EEUU. Pero si es que las dispara Bin Laden. Será el diablo, murmura muy sofocado, Arias Cañete. Oiga, buen hombre, eso he dicho exactamente: Bin Laden, insiste el alto funcionario de la Administración Bush. Después de un ántrax tan turbio en su origen como evanescente, las autoridades estadounidenses no dejan talibán ni larva con cabeza. Y nuestros citricultores andan más que hartos con la arbitrariedad de un veto que se pasa por los forros unilateralmente los acuerdos comerciales, entre ambos países, y con la sospechosa timidez del Gobierno español. Las medidas proteccionistas que son la ley del embudo en anglosajón, pueden tumbar, cuando quieran, las exportaciones de las naranjas o la de otros sectores de nuestra producción y desinflar aún más los recursos económicos.

Hasta el momento, los EEUU no tienen ni para hacer boca, con el circo que les han montado en el corralón de enfrente: un ministro de Agricultura sin batería y menos iniciativa; una consejera autonómica de Agricultura que no saben ni qué es ni qué que tiene que ver en el asunto; un jefe del Ejecutivo recién turnado en el combi de Europa y que sólo mira hacia la parte por donde se supone que cae la gloria; y un honorable caballero de surname Zaplana, muy complaciente, y que en un pronto dice que les va a levantar la voz. Y mientras tan pintoresca troup se da a la contemplación o le pega a la retórica, ya han presentado a la Organización Mundial de Comercio (OMC) un escrito negándole la visa a la mosca del Mediterráneo, por desaseada, falta de higiene y posibles contagios islamistas. Por esas martingalas americanas y la obediente actitud española, que se pusieron en evidencia en la reunión de Washington, el miércoles último, los citricultores han tenido que manifestarse y pedir la dimisión de Arias Cañete por su 'incompetencia e incapacidad'. La Unió de Llauradors fue contundente y diáfana a la hora de cantar las reiteradas deficiencias del ministro, sin que ni siquiera la Asociación Valenciana de Agricultores se quedara atrás: la Administración de esta Comunidad no tiene quien la escuche en Madrid. En qué indefensión quedan por parte de unos políticos, que frente a la injusta y abusiva maniobra de los intereses estadounidense, se ponen toda la mayoría absoluta en el rabo y lo menean sumisamente ante la Casa Blanca.

Y es entonces, poco antes de que un valenciano, Eduardo Primo, director general de Innovación Agraria, admire, mañana mismo, los cerezos de Washington y queme los últimos alientos de diálogo con los representantes de EEUU, cuando el honorable caballero de surname Zaplana, es decir, nuestro molt honorable president Eduardo Zaplana, paladinamente envía un mensaje a los americanos: Es vuestra última oportunidad; o se desbloquean las clementinas o nos instalaremos definitivamente en el conflicto. Como George W. Bush, que si que anda instalado en el delirio y más secretamente, en la frustración, se líe la canana a la cabeza y tome a Zaplana por un mulá de la naranja y un talibán sesteante, no va a haber plazas en las jaulas de Guantánamo. Porque, digámoslo de una vez, lo que tiene en ascuas a Bush no es la mosca del Mediterráneo, sino la mosca cojonera de Bin Laden.

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