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LA INVESTIGACIÓN CON EMBRIONES

El ensayo de la firma ACT rompe el tabú de la clonación médica, pese a sus deficiencias

Ninguno de los embriones alcanzó la fase útil para obtener células madre para trasplantes

Javier Sampedro

El anuncio de la firma Advanced Cell Technology (ACT) ha conseguido exactamente lo que se proponía: romper el tabú de la clonación de embriones humanos y devolver al debate público un asunto de inmenso valor para el futuro cercano de la medicina. Por lo demás, la técnica presenta todavía graves deficiencias. De los 41 embriones creados por los científicos de ACT, sólo uno logró alcanzar la fase de seis células, muy lejos aún del estado llamado blastocisto, que tiene unas cien células. Es el blastocisto el que puede usarse para extraer las preciadas células madre útiles en medicina.

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Si los embriones de ACT son inútiles para extraer células madre (clonación terapéutica), su hipotético uso para obtener niños clónicos (clonación reproductiva) entra de lleno en el terreno de la comedia. Nadie en su sano juicio -ni siquiera el ginecólogo italiano Severino Antinori, que ayer andaba proclamando que los norteamericanos le habían robado la idea- perdería el tiempo utilizando un embrión detenido en la fase de seis células para implantarlo en un útero. Los embriones que se implantan deben estar también en el estado de blastocisto. Y sus procesos de desarrollo, naturalmente, deben estar activos.

Los propios científicos de ACT publicaron ayer en la edición electrónica de Scientific American: 'Esperábamos inducir a los embriones tempranos a que se dividieran hasta producir unas esferas huecas de unas 100 células, llamadas blastocistos. Desgraciadamente, sólo uno de los embriones progresó hasta la fase de seis células, y luego dejó de dividirse'.

¿Por qué decidieron entonces publicar los resultados? Los investigadores explican: 'Creemos que estos logros representan el amanecer de una nueva era en la medicina, al demostrar que el objetivo de la clonación terapéutica está al alcance'.

Otros científicos coinciden en lo esencial con los autores del trabajo. 'El escaso éxito de los experimentos de ACT pone en evidencia la complejidad de las técnicas de clonación, y constituye un nuevo aviso sobre la insensatez que supondría en este momento intentar la clonación reproductiva [clonar niños]', explicaba ayer el director del departamento de Inmunología y Oncología del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), Carlos Martínez. 'Pero el trabajo también abre el camino a la clonación terapéutica [para obtener células madre]'.

El director del Instituto de Biología Molecular de Barcelona, Pere Puichdoménech, coincide en el diagnóstico: 'Supone un cierto paso adelante. Los embriones clónicos han iniciado su desarrollo, y sus células han proliferado un poco, pero no han conseguido llegar al estado en que pueden producir células madre. Cabe concluir que la clonación reproductiva debe excluirse por completo, pero que hay que seguir profundizando en la clonación terapéutica'.

El momento en que ACT ha decidido publicar sus resultados puede no ser casual. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido están revisando sus legislaciones sobre el uso médico de embriones, y existe la posibilidad de que los redactores decidan prohibir toda clonación humana, sin entrar en distingos farragosos sobre si su finalidad es terapéutica o reproductiva. Si los experimentos de ACT logran que la comunidad científica, las asociaciones de pacientes y algunos partidos políticos apoyen la clonación terapéutica -mientras rechazan rigurosamente la reproductiva-, quizá pudiera evitarse una prohibición radical de toda clonación, con la consiguiente renuncia a una técnica que puede permitir la reparación de órganos sin riesgo de rechazo inmunológico.

La clonación de embriones humanos no es una novedad en el más riguroso de los sentidos. La misma empresa ACT ya anunció, en 1998, que había generado un embrión casi humano al introducir el núcleo de uno de sus empleados (que contiene el genoma humano completo) en un óvulo de vaca (al que se había extraído su propio núcleo). Como es el genoma el que dirige el desarrollo del embrión y define sus características, ese embrión híbrido podría, en teoría, haber dado lugar a un blastocisto plenamente humano, o casi. Otros científicos hicieron lo mismo hace un año usando un óvulo de cerdo. Sea como fuere, estos embriones progresaron aún menos que los anunciados ahora.

Y ya en octubre de 1993, el investigador estadounidense Jerry Hall, del Centro Médico Universitario George Washington, había logrado un tipo distinto de clonación conocido como gemelación. Consistía en tomar un embrión de menos de ocho células y escindirlo artificialmente en varios fragmentos. Cada fragmento puede a veces regenerar un embrión completo, aunque ninguno progresó hasta el estado de blastocisto.

Hall abandonó poco después esa línea experimental. La gemelación es una clonación en sentido formal, pero carece de utilidad terapéutica. Para ser útil, la clonación debe partir del material genético de un paciente.

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