Un ensayo español revela la utilidad de una vacuna antisida en personas ya infectadas
Los pacientes fueron vacunados al tiempo que recibían el cóctel habitual de fármacos
Un ensayo clínico con 243 pacientes, que ha durado más de cuatro años en 13 hospitales españoles, ha demostrado por primera vez que una simple vacuna antisida es útil, junto a los fármacos habituales, para reforzar las defensas de las personas ya infectadas por el virus. El número de fracasos virológicos (desplomes del sistema inmune que provocan grandes subidas en la cantidad de virus) se reduce un 37% en los pacientes vacunados respecto a los controles. El éxito del ensayo se ha debido precisamente a su larga duración: la vacuna no tiene efecto antes de un año y medio.
El ensayo clínico, denominado STIR 2102, ha sido dirigido por el profesor jefe de Inmunología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Eduardo Fernández Cruz. La vacuna se llama Remune, y es la más clásica imaginable. Fue diseñada a finales de los años ochenta por el pionero inmunólogo estadounidense Jonas Salk, creador de la primera vacuna eficaz contra la polio. Remune consiste, simplemente, en el virus del sida inactivado con radiaciones y productos químicos.
Las vacunas no suelan usarse para tratar enfermedades, sino para prevenirlas. Sin embargo, en el caso del VIH -un virus cuya estrategia consiste precisamente en atacar al sistema inmune- se piensa desde hace tiempo que una vacuna podría ayudar en el tratamiento, mediante la estimulación de las defensas contra el agente infeccioso. El ensayo ha demostrado ahora la validez de esa idea.
Fernández Cruz presentó sus resultados el lunes pasado en el Congreso Internacional del Institute of Human Virology, celebrado en Baltimore (EE UU), ante especialistas en sida como Robert Gallo, Luc Montagnier y Anthony Fauci. La presentación ante la prensa nunca llegó a ocurrir. Estaba prevista en Baltimore para el martes 11 de septiembre a las 12.00: tres horas demasiado tarde.
Durante el ensayo, los 243 pacientes fueron tratados con los cócteles antirretrovirales habituales. 123 de ellos recibieron también la vacuna (una inyección cada tres meses), y el resto un placebo. Todos fueron examinados periódicamente para determinar la situación de su sistema inmune y la cantidad de virus en su sangre.
Larga duración
El ensayo empezó en enero de 1997 y se prolongó hasta el pasado mes de junio. Esta larga duración ha sido la clave de su éxito. 'Los ensayos con vacunas terapéuticas, incluida Remune, que se habían hecho hasta ahora habían durado seis meses, o un año a lo sumo', explica Fernández Cruz. 'Pero ahora hemos visto que la reconstrucción del sistema inmune requiere un año y medio de vacunaciones, incluso dos años en algunos pacientes'.
Las estadísticas clínicas del ensayo son muy complicadas, pero todos los efectos de la vacuna pueden resumirse como una recuperación parcial del sistema inmune dañado por el virus: las células T citotóxicas (las que matan a las células infectadas por el virus), que se reducen drásticamente por la infección, se multiplican por 10 o más, las células T auxiliares (que estimulan a las anteriores) se activan, y también aumenta la concentración de una serie de moléculas que las defensas del organismo utilizan para coordinar sus ataques (citokina TH1, interleukina 2, beta quimiocinas y otras).
'Curiosamente', indica Fernández Cruz, 'estos mismos factores son los que caracterizan a los individuos que, pese a haberse infectado, no desarrollan los síntomas. La vacuna ha cambiado el perfil de su sistema inmunológico'.
La carga viral (la cantidad de virus en la sangre) se correlaciona muy bien con la progresión de los síntomas. Los investigadores hablan de fracaso virológico cuando un paciente supera las 5.000 partículas virales por mililitro de sangre. Estos fracasos han ocurrido un 37% menos en los pacientes que recibieron la vacuna que en los que recibieron placebo.
Fernández Cruz recalca que no todos los infectados por VIH pueden beneficiarse de Remune. La vacuna sólo funciona en los pacientes que, ya antes del tratamiento, tienen el sistema inmune mínimamente preservado. Esto es más frecuente cuanto menos tiempo haya pasado desde que el paciente se infectó.
En noviembre pasado, Remune apareció implicada en un escándalo científico. El laboratorio californiano Inmune Response Corporation, fabricante de la vacuna, intentó impedir que James O. Khan y su equipo de la Universidad de California publicaran los resultados de un ensayo clínico con 2.527 pacientes que fue interrumpido por no dar resultados satisfactorios. 'Aquel ensayo', señala Fernández Cruz, 'pretendía ver si Remune, junto a los cócteles, reducía la progresión a sida sintomático y el número de muertes. No funcionó porque, debido a la eficacia de los cócteles, el número de progresiones y muertes era demasiado escaso para poder hacer una estadística. Lo que hemos medido nosotros no son síntomas y muertes, sino parámetros inmunológicos y cantidad de virus'.
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