_
_
_
_
Reportaje:

Septiembre aún es decir adiós

Los últimos vendimiadores malagueños parten hacia Francia para completar sus ingresos pese a la dureza del trabajo

El autobús llega con una hora y media de retraso y Dolores pasa de la tristeza al enfado por la tardanza. Es hora de ir guardando el equipaje: comida, ropa para el campo y algo de abrigo porque en septiembre refrescan las noches de Francia. Son las 11.30 de la mañana y desde una venta cercana a Antequera parte un grupo de 50 malagueños que dejan hogar y familia para trabajar en la vendimia francesa las próximas tres o cuatro semanas.

Dolores Carrión y José Ramón Requena son uno de los matrimonios que cerrará su casa en el pueblo de Alameda para viajar más de 1.000 kilómetros en busca de unos jornales que aquí faltan hasta que llegue la recogida de la aceituna. 'Hace unos años estabamos muy mal, sin ducha en la casa ni servicios. Muchas veces teníamos que ir a un lavabo público en mitad de la noche. Ahora ya tenemos aseo y podemos decir que estamos más o menos bien', dice Dolores. Pero aunque las condiciones de alojamiento sean mejores, se levantan cuando aún es de noche y recogen uvas hasta que se pone el sol. Once, doce e incluso trece horas de duro trabajo que les hace dudar antes de subir al autobús. 'Este es un trabajo que no está pagado con nada', afirma Dolores. 'Siempre decimos que este año va a ser el último, yo la verdad es que me voy con muy pocas ganas', añade.

Más información
10.000 andaluces en las viñas francesas

Para ella uno de los lastres más fuertes es su nieto de 18 meses, al que adora. También para José, su marido, marcharse es difícil. José y Dolores van a la vendimia desde 1974. Vecina también de Alameda, un pueblo de 5.000 habitantes, es Lola Aguilar. Hace 21 años que, como Dolores y José, hace un alto en su vida para ganarse un dinero extra. 'Es bueno para tapar después agujeros', afirma.

Cada jornalero gana unas 200.000 pesetas en la campaña de recogida. Unos 500 malagueños se marchan a esta vendimia y la mitad lo hace sin llevar un contrato formalizado, según CC OO. Ir a trabajar a Francia se está convirtiendo en una práctica cada vez menos usual. En los años setenta, miles de malagueños se marchaban a completar la temporada. Hoy la recogida está más mecanizada y la construcción sigue restando trabajadores al campo.

Dolores Carrión y José Ramón Requena (delante), junto al autobús que les llevará a Francia.
Dolores Carrión y José Ramón Requena (delante), junto al autobús que les llevará a Francia.RAFAEL MARCHANTE
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_