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El Gobierno se esfuerza en rebajar la tensión con Marruecos

El embajador de España se reunió ayer en Rabat con el ministro Benaissa

El Gobierno se esforzó ayer por rebajar, a través de su portavoz, Pío Cabanillas, la tensión con Marruecos y allanar el camino para la celebración de la cumbre, pendiente desde hace dos años, entre los jefes del Ejecutivo de ambos países, José María Aznar y Abderramán Yussufi. Paralelamente, en Rabat, el nuevo embajador español, Fernando Arias-Salgado, presentó ayer sus cartas de estilo, previas a las credenciales, al ministro Mohamed Benaissa, al que expresó el deseo de la diplomacia española de enfriar la tensión.

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Al término de la reunión del Consejo de Ministros, Cabanillas resaltó la voluntad del Ejecutivo de evitar 'polémicas estériles', recordó que la inmigración es un problema 'compartido' y pidió que 'nadie piense que España no quiere el mayor grado de cooperación posible (...)' con su vecino meridional.

Cabanillas sólo pronunció una frase algo crítica con Rabat cuando señaló que la búsqueda de una solución al problema de la inmigración ilegal debe hacerse desde el reconocimiento por las autoridades marroquíes de 'hechos incuestionables'.

Aludía al lugar de donde zarpan, rumbo a España, las pateras o las fueraborda repletas de emigrantes: las playas marroquíes. Tres días antes, el secretario de Estado de Exteriores, Miquel Nadal, había contestado a las críticas del rey Mohamed VI a España en el diario francés Le Figaro recordándole que las embarcaciones parten de Marruecos y no de España.

Las palabras apaciguadoras de Cabanillas fueron pronunciados al día siguiente de que el número dos de la diplomacia marroquí, Taib Fassi-Fihri, suspendiese sine die, alegando motivos de salud, un viaje a Madrid para fijar la fecha de la próxima cumbre entre Aznar y Yussufi.

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Algunas fuentes diplomáticas interpretaron esta decisión como una manifestación del malhumor de Rabat por las declaraciones del ministro de Asuntos Exterioes, Josep Piqué, publicadas el jueves por el diario El Mundo en las que denunciaba la 'connivencia' entre las Fuerzas de Seguridad marroquíes y las mafias que trafican con inmigrantes.

Las autoridades de Rabat no autorizaron la distribución de ese periódico anteayer. La edición de EL PAÍS del 22 de julio también fue prohibida porque contenía un artículo sobre el monarca, titulado Mohamed VI, un rey sin aliento.

El soberano había declarado días antes en una entevista con el diario árabe As Shark el Ausat que su tolerancia con la prensa extranjera crítica era una prueba de la fortaleza de la monarquía.

'Sé que los marroquíes no están contentos de la prensa que escribe contra Marruecos y contra mi persona. Y sé también que hay algunos que creen o dicen que autorizar esa prensa extranjera crítica es una debilidad por mi parte (...)', declaraba. 'Les digo que, al contrario, es un acto de valentía'.

Bereberes

El rey se refería entonces a un artículo muy crítico con su persona y su labor publicado el 13 de julio en el diario Le Monde y que no fue censurado. Desde su entronización ningún rotativo francés ha sido censurado excepto, en una ocasión, una página de Le Figaro que analizaba el riesgo de contagio a los bereberes marroquíes de la revuelta de Cabilia (Argelia).

También en Rabat se hicieron oír ayer voces a favor de reanudar el diálogo con España. 'Amigo Aznar, es necesario que nos hablemos', titulaba el diario socialista Libération, que dirige el primer ministro Yussufi.

La Junta de Andalucía, que en un primer momento rechazó las críticas a España de Mohamed VI, marcó ayer distancias con el Gobierno. Su consejero de Gobernación, Alfonso Perales, recalcó que 'por las costas andaluzas no entra ni el 15% de los inmigrantes ilegales'. Consideró, por tanto, exagerado atribuir a Rabat una excesiva responsabilidad en este asunto.

El PSOE e IU van a preguntar en el Congreso a los ministros de Exteriores e Interior sobre las relaciones con Marruecos.

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