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Reportaje:Salud

Médicos contra los malos tratos a mujeres

Un nuevo protocolo sanitario aborda la protección integral de las víctimas de la violencia doméstica

El problema de la violencia doméstica contra la mujer no es nuevo, ha existido siempre, en todos los tiempos, culturas y países. Ni los casos de malos tratos han aumentado ni se trata de una epidemia moderna. Sin embargo, se ha producido un hecho de sensibilización social frente a esta realidad que ha supuesto una mayor divulgación del problema, una toma de conciencia y una actitud de rechazo por el conjunto de la sociedad.

Aunque en España no existen apenas datos sobre la violencia física, psíquica y sexual, cada año se cursan entre 16.000 y 18.000 denuncias por este concepto y mueren a manos de sus compañeros o ex compañeros unas 100 mujeres. Los expertos consideran que las denuncias son la punta del iceberg y que representan sólo el 10% de los casos reales de malos tratos que se producen en todo el territorio nacional. Así los números, se infiere que todos los años entre 160.000 y 180.000 españolas son víctimas de la violencia doméstica.

Ante la sospecha de malos tratos, el médico tiene la obligación legal de dar parte al juzgado
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A instancias del Instituto de la Mujer, se creó el I Plan de acción contra la violencia doméstica (1998-2000), que ahora se consolida con un segundo plan, que va de 2001 a 2004 y al que se destinan 13.072 millones de pesetas, 5.068 más que en el primero. Esta segunda etapa prevé cambios legales y jurídicos para proteger más a la víctima y evitar la impunidad del agresor.

El primer plan arroja un balance de la formación específica de 60.000 profesionales (sanitarios, jurídicos, trabajadores sociales, fuerzas de Seguridad del Estado), así como la creación en todo el territorio nacional de 103 centros de información, 66 nuevos centros de acogida, 54 Emunes (Equipos especializados de Mujer y Menores), 41 nuevas Ofas (Oficinas de asistencias en los juzgados), 27 nuevos SAM (Servicio de Atención a las Mujeres) y servicios de violencia familiar en todas las fiscalías.

Una de las novedades más destacables de este proyecto es la creación de un Protocolo sanitario ante los malos tratos domésticos, 'que sirve de nexo de unión entre las partes implicadas y crea un lenguaje común entre todos los que luchamos contra este grave problema sociosanitario', según José Carlos Fernández Rial, coordinador de urgencias del hospital La Paz de Madrid, uno de los centros hospitalarios españoles que más consultas de este tipo atiende al año.

El plan, propuesto por el Instituto de la Mujer y aprobado en 1988 por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS), cuenta con el apoyo de las comunidades autónomas, los ayuntamientos y ONG que trabajan en este campo. Están implicados los ministerios de Trabajo y Asuntos Sociales, de Sanidad y Consumo, de Justicia y de Interior. Y en la elaboración del protocolo sanitario han intervenido las sociedades científicas de Medicina Familiar y Comunitaria, Ginecología y Obstetricia, Medicina General y Medicina Rural y Generalista.

'Los malos tratos en el seno familiar son un problema social que tiende a ocultarse y por esa misma razón se producen con mucha más frecuencia de lo que creemos. Son también un problema sanitario por la morbilidad que suponen en cuanto a patologías somáticas y psíquicas. Pero, como el resto del tejido social, los médicos hasta hace muy poco tiempo no hemos tenido el soporte necesario para hacer un seguimiento del problema y nos hemos limitado a tratar las lesiones y dar asistencia psiquiátrica a las víctimas', dice Fernández Rial.

Según este especialista, ante la sospecha de malos tratos en el hogar, el médico tiene la obligación legal de dar parte al juzgado de guardia: 'Además, el nuevo protocolo nos permite hacer un seguimiento de la mujer maltratada, derivarla en caso necesario a la atención primaria o especializada extrahospitalaria y ponerla en contacto con los servicios sociales por si requiere una casa de acogida u otra ayuda'. También se facilita a la mujer el teléfono que el Instituto de la Mujer pone para las víctimas: 900 19 10 10.

Prevención

A juicio de la psiquiatra Blanca Morera, jefa clínica del hospital Aita Menni de Arrasate-Mondragón (Guipúzcoa), si no se conocen en la consulta médica los factores de riesgo de la violencia doméstica el facultativo no puede hacer nada para prevenirlos. Morera, que afirma que a menudo la propia víctima no confiesa el verdadero origen de sus lesiones, 'por temor, vergüenza y miedo a represalias de su agresor', reconoce que al médico se le escapa asociar a los malos tratos problemas de consulta como estados depresivos, crisis de pánico o de ansiedad y todo un cortejo de síntomas inespecíficos (malestar, dolores de cabeza, estreñimiento), que son la expresión del cuerpo de que está siendo agredido.

La violencia reiterada produce en la mujer un proceso patológico de adaptación conocido como síndrome de la mujer maltratada, por el que asume las agresiones como un castigo merecido, cree que las soluciones le son ajenas y llega a justificarlas.En la mayoría de los casos de violencia en el hogar, el agresor no tiene trastornos de personalidad u otras patologías psiquiátricas, de acuerdo con Santiago Kassem, coordinador de urgencias psiquiátricas del hospital La Paz de Madrid. 'El hombre que adopta de forma habitual esta conducta con su compañera', dice, 'no suele ser ningún enfermo mental, sino una persona con unas creencias que aceptan la violencia como forma de doblegar a los otros y una ideología patriarcal conservadora cuyo objetivo es el dominio de los demás'.

Este médico cree que la mujer maltratada, aparte del sufrimiento físico que puede padecer cuando las lesiones son graves, se siente 'horrorizada, angustiada, humillada, muerta de miedo y suele acudir a consulta acompañada de algún vecino, amigo o familiar'.

Según una encuesta realizada el año pasado por el Instituto de la Mujer, con frecuencia el agresor posee un nivel cultural y un origen socioeconómico inferior al de su pareja y trata de restablecer el equilibrio mediante el control absoluto y la anulación de la mujer.

Por todo ello, la violencia doméstica se enquista, es repetitiva y se agrava en la medida en que persiste a través de generaciones y se extiende a otros miembros de la familia a través de quienes la ejercen y quienes la padecen. Muy frecuentemente es generadora en la víctima de adicciones, sobre todo al alcohol. Y también a menudo el alcoholismo por parte del agresor es la causa de la violencia. Del mismo modo, los celos son el detonante de los malos tratos en el 85% de los casos.

'Normalmente, la agresión se desencadena por una actitud, conducta o verbalización por parte de la mujer que el hombre interpreta como una provocación y una amenaza a su autoridad y a su autoestima. Así, los actos violentos suelen ser el reflejo de un acto de autoafirmación de la propia identidad del hombre. Es como si dijera ¿tú me cuestionas?, pues ahora vás a ver quién soy yo', sostiene la psiquiatra Blanca Morera.

La violencia en la pareja suele aparecer al inicio de la convivencia o del matrimonio, o en la época de noviazgo. También puede manifestarse en el primer embarazo (por una frustración en el hombre al no poder desarrollar la relación sexual como él quiere) o tras el nacimiento del primer hijo. Es a partir de entonces cuando este tipo de hombre considera que tiene licencia para pegar y lo habitual es que repita esta conducta con sucesivas parejas si las tuviere.

'Si los malos tratos empiezan a darse después de bastantes años de matrimonio o convivencia, lo más probable es que nos encontremos ante un problema psiquiátrico, ya sea por demencia u otra causa', observa Manuel Mas, catedrático de Fisiología y director del Centro de Estudios Sexológicos de la Universidad de La Laguna (Tenerife).

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