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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por las células madre

Desde 1998 se sabe que las llamadas células madre, obtenidas a partir de embriones humanos de pocos días, tienen la capacidad de reproducirse prácticamente sin límite y convertirse, una vez estimuladas por el entorno, en células de cualquier tejido: nervios, huesos, músculos, piel o vísceras. Se abre así la posibilidad de tratar enfermedades o reparar órganos. La mayoría de las leyes nacionales europeas no prevén el uso de tales células, aunque sí prohíben la manipulación de embriones humanos, de forma que muchos laboratorios de investigación las compran a empresas de EE UU, para las que no existe impedimento legal en el uso de embriones humanos con fines terapéuticos.

El hecho de que estas células deban obtenerse a partir de embriones humanos, normalmente los desechados en los tratamientos de fertilidad asistida, que se almacenan indefinidamente o se destruyen después de un tiempo, ha concitado la oposición de jerarquías y comunidades religiosas, así como de gobernantes influidos por las tomas de posición de distintas confesiones, como Bush o Chirac. La Fundación Europea de la Ciencia, por su parte, apoya sin reticencias la prosecución de los estudios con células madre embrionarias para determinar su potencial curativo.

Un grupo de investigadores españoles trabaja ahora con células madre humanas para investigar un tratamiento eficaz contra la diabetes, tras los prometedores resultados obtenidos con ratones. No existe impedimento legal para ello, pero tampoco hay un marco normativo. La Ley de Reproducción Asistida de 1988, adecuada a su tiempo, no podía prever los avances experimentados desde entonces y nada dice al respecto. Su modificación, tras el debate social y político que requiere, es hoy imprescindible.

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El Gobierno de Aznar, y en especial la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, no parecen favorables a estas prácticas, aunque no lo hayan expresado con claridad. Pero el hecho es que no han convocado ni una sola vez en esta legislatura a la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, que podría haber creado una opinión autorizada y preparado las reformas legales pertinentes. Estamos ante avances de la investigación biomédica que podrían ser de capital importancia en el futuro y que no deberían ser dificultados por opiniones respetables individualmente, pero que no deben imponerse al conjunto de la sociedad.

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