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EE UU se enfrenta al resto del mundo por su rechazo al Protocolo de Kioto

Enric González

Estados Unidos ha decidido acabar con el Protocolo de Kioto, sobre reducción de emisiones de dióxido de carbono, aunque eso le suponga enfrentarse a todos los demás países del mundo. Una reunión informal de ministros celebrada el sábado en Nueva York, a la que asistieron representantes de más de 40 países, demostró que la posición de George W. Bush carece de apoyos y, además, resulta incomprensible para el resto de la comunidad internacional.

La reunión de Nueva York sirvió para constatar el extraño papel que asume Estados Unidos como villano en las negociaciones mundiales sobre cambio climático y poco más. El holandés Jan Pronk, presidente de la ronda negociadora que debería concluir el año próximo con la ratificación del Protocolo de Kioto por parte de los países firmantes, convocó una nueva cita el mes próximo, en Estocolmo (Suecia), con el fin de tratar de alcanzar un consenso antes de la decisiva reunión que se celebrará en Bonn (Alemania) entre el 16 y el 27 de julio.

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'Todas las delegaciones participantes han pedido a Estados Unidos que reconsidere su postura', explicó Pronk tras el encuentro. 'El anuncio efectuado por el presidente Bush en marzo, en el sentido de que su país se desvinculaba del Protocolo de Kioto y rompía un trabajoso acuerdo multilateral, nos pareció incomprensible. Y hoy seguimos sin entender la posición estadounidense', añadió.

Cuando Bush rompió con Kioto, argumentó que el compromiso para reducir las emisiones de gases que provocan un cambio climático estaba 'condenado al fracaso' porque los países en desarrollo no iban a poder sumarse al mismo. El sábado, representantes de esos países, encabezados por la delegación china, se declararon conformes con los compromisos de Kioto y satisfechos con las ayudas financieras que, de acuerdo con el documento redactado por Jan Pronk, iban a recibir para ser capaces de ponerlos en práctica.

Sin explicaciones

La delegación estadounidense se encontró en una situación incómoda, porque se vio obligada a encerrarse en el no sin poder ofrecer más explicaciones. Los razonamientos de George W. Bush, ex empresario del petróleo, no son comprendidos ni dentro ni fuera de EE UU. El nuevo inquilino de la Casa Blanca dice hablar en nombre de los países más pobres [el sábado se demostró que no era así] y propone una ecuación distinta a la de Kioto: no desea que se establezcan objetivos internacionales para reducir la emisión de CO2, y sostiene que sería mejor fomentar la reconversión de las industrias más contaminantes y favorecer el uso de combustibles limpios. Pero en su primer presupuesto no destina apenas dinero a esos fines.

La Unión Europea, convertida en la más firme defensora de los objetivos de Kioto, ratificó ayer que estaba dispuesta a ratificar el tratado el año próximo, con o sin Estados Unidos. Pero otros países creen que sería inútil ir adelante sin contar con la mayor potencia, que resulta ser además el país más contaminante del planeta.

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