Sus señorías confían en la carne
La comisión de Agricultura de la Cámara intenta disipar con tres visitas la preocupación por las 'vacas locas'
Cuando en 1966 el entonces ministro Manuel Fraga Iribarne olvidó sus prejuicios estéticos para sumergiese en la playa almeriense de Palomares, donde había caído una bomba con carga nuclear de un avión estadounidense, implantó un sistema que luego han emulado muchos políticos para apagar la alarma social: ponerse en primera fila del posible riesgo para tratar de demostrar su inexistencia. El estallido del mal de las vacas locas ha reavivado el histórico ejemplo. Ayer, los miembros de la Comisión de Agricultura y Pesca del Parlamento vasco visitaron por vez primera el matadero municipal de Bilbao, ubicado en el barrio de Zorroza y el más importante del País Vasco, para asistir a la ceremonia del sacrificio de las reses y finalizar la visita con una degustación mañanera: callos y morros en salsa vizcaína y chuletón de vaca a la plancha, con su correspondiente espinazo.
Los sacrificios de vacuno han bajado en el primer matadero de Euskadi entre un 18% y un 20%
Después, sus señorías se trasladaron a una explotación ganadera de Muskiz donde se interesaron por el sistema de crianza del ganadero y carnicero Juan Bautista Fernández Terreros. Las 117 cabezas se dejaron seducir por los objetivos de las cámaras, como si se supieran protagonistas. Los parlamentarios terminaron su visita en los Laboratorios Neiker, de Derio, donde asistieron al examen del cerebro de varias de las reses cuyas cabezas habían visto antes seccionadas.
El proceso está controlado
'En Euskadi los procesos están controlados, se puede comer carne con absoluta tranquilidad', sentenció Izaskun Bilbao (PNV), presidenta de la comisión, quien recalcó que la actitud del grupo pretendía transmitir sosiego a la población, pero también apoyar a los sectores afectados por la encefalopatía espongiforme bovina.
La comisión ya había anunciado que quería conocer el proceso de primera mano, así que los parlamentarios, acompañados por técnicos y periodistas, se enfundan de pies a cabeza en blanco y descienden a la nave de los sacrificios. Sólo algunos deslizan la vista hacia el suelo cuando una res recién sacrificada aparece como por ensalmo colgada de un gancho, cabeza abajo, y con las patas traseras aún temblorosas. De manera rápida, los operarios extraen las vísceras y los despojos del animal; lo desollan como si retiraran un forro; riegan y seccionan en dos con una sierra gigante a las reses. Instantes antes se les ha cortado la cabeza: la parte superior se guarda para su examen en los citados laboratorios y el resto se incinera.
La primera parte de la visita ha concluido. Enrique Aldekoa, director del matadero de Zorroza, y presidente de la sociedad de mataderos de Euskadi, explica que la crisis ha supuesto que en el matadero de Bilbao los sacrificios de reses hayan caído entre un 18% y un 20%. Pero se apresura a resaltar que el descensoa se ha frenado y es menor que en otros puntos de España y de la UE, donde oscilan entre un 30% y un 50%.
Francisco Dehesa, director del área municipal de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao, recuerda que desde el pasado enero se han practicado en la comunidad vasca más de 2.000 test, todos con resultado negativo, y llama la atención sobre que 'buena parte' de las reses procedían de fuera del País Vasco. Los técnicos explican que en Zorroza se matan a la semana 775 reses. Antes de la crisis, la media era de unas 850 semanales. De total, el 21% corresponde a animales de hasta 12 meses; el 48%, a ganado de entre 12 y 24 meses, y el 31% restante, a vacuno mayor de dos años.
La visita de la comisión prosigue hasta Muskiz. En el trayecto, una parlamentaria revela que es la primera vez que ha comido callos y que no le ha gustado su sabor 'gelatinoso', pero claro qué iba a hacer. El ganadero y carnicero Juan Bautista Fernández Terreros espera a la comitiva. Les reparte plásticos para cubrir el calzado y les guía al estabulario. Las reses, de raza limousin, originaria de Francia, se alborotan. Las primeras llegaron a la explotación en 1984 y, actualmente, 'el 98% se ha producido aquí', explica el ganadero. La cabaña está compuesta por 117 cabezas, de las que 62 son madres; este año se han inseminado 15 vacas. También hay terneros, pero el 90% tiene entre 12 y 14 meses. Precisa todo el proceso de alimentación y cuidado de su ganado. 'Jamás lo he alimentado con harinas'. Su menú está compuesto de paja y pienso con un 18% de proteínas. Alude a la calidad del ganado vasco (el 18% de la producción es de label), pero también a la necesidad de poner en marcha un plan de mejora que amplie ese porcentaje. La comisión culmina la gira en el laboratorio Neiker. Misión cumplida.
[El Gobierno navarro estima viable técnicamente la incineración de harinas animales pese a los problemas técnicos que genera el proceso y está dispuesto a financiar con 550 millones la adecuación de los hornos de la empresa Cementos Portland, informa Mikel Muez].
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.