_
_
_
_

Días de guardia en Mesía

'Nos sentimos impotentes y avasallados por las autoridades', afirman los vecinos de Lanzá apostados en los accesos del cementerio de vacas

'Nos sentimos impotentes y avasallados por las autoridades, sin más ayuda que nuestra unión y el caso que nos hagan los medios de comunicación'. José Lino Bermúdez es un ganadero de Lanzá (pedanía de Mesía, en A Coruña) que desde el sábado duerme cuatro horas diarias, como el resto de los dos centenares de vecinos, que le han designado portavoz. Dedica el resto de las horas a montar guardia en el acceso a la cantera de Erimsa donde la Xunta ha depositado cientos de reses.

El polémico vertedeo está en Mesía, en el corazón ganadero del interior de A Coruña. La zona es un conjunto de praderías con casas que no forman ningún núcleo importante, y con más vacas que población (4.016 habitantes, según el censo de 1986). La cantera de la que la empresa Erimsa extrae cuarzo y grava, en el monte Arabel, es un paisaje lunar, atravesado por una pista central. En la izquierda hay una balsa de agua de unos 600 metros cuadrados; en la derecha han rellenado parte del foso con las reses muertas, cuyo número que los vecinos ya no saben si dejar en las 300 que manejaban al principio.

Los regueros de residuos sanguinolentos se mezclan con el agua de lluvia y de la fuente

El alcalde de Mesía, José Fraga, del PP, estuvo en el lugar ayer por la mañana, pero no para dar información a los vecinos. Al mediodía, hizo público un decreto fechado el día 31 en que ordenaba la paralización de los enterramientos, solicitaba la intervención de la sanidad autonómica por si constituían riesgo sanitario, y resolvía poner los hechos en conocimiento del fiscal jefe del Tribunal Superior de Galicia por si se había delito ambiental. La alcaldía remitió el decreto a la empresa Tragsa, concesionaria de la recogida de vacuno en Galicia, y a Erimsa. Sorprendentemente, Erimsa respondió ayer con un comunicado en el que su director general, José Luis Martínez Embil, asegura que la empresa 'es totalmente ajena a la actividad cuyo cese se pretende, ni tiene relación con cualquier entidad u organismo que pudiera realizar dicha actividad'. El grupo municipal del BNG de Mesía solicitó ayer un pleno extraordinario.

'Nos fiamos del alcalde, pero no de que le hagan caso, porque ya nos engañaron la noche del 31, cuando aprovecharon que fuimos a cenar para tapar las vacas', afirmaba Marisol Ponte, al pie de la entrada con toda la familia. Ayer por la tarde, montaban guardia en las dos entradas de la cantera unas 200 personas, de Lanzá y de parroquias como Albixoi, Boado, Céltigos o Vitre. No tanto o sólo por solidaridad, sino porque también se abastecen de agua del río Maruzo, al que temen que inevitablemente confluyan los regueros de residuos sanguinolentos que salen del foso y se mezclan con el agua de las abundantes lluvias y con la de la fuente de Espiño, al borde del enterramiento. Manuel Botana, cuya casa se abastece del manantial, no ha notado nada raro, de momento. 'Porque me fui al piso de A Coruña, por el olor', explica. En la otra vertiente del monte, un colegio público a 200 metros reanudará el curso el día 9 sin niños, por decisión de la Asociación de Padres y de la dirección. A siete kilómetros, el Maruzo desemboca en el Tambre, que abastece a la ciudad de Santiago.

Esos círculos concéntricos de posibles afectados alrededor del monte Arabel justifican que la carretera en la que desemboca la pista de Erimsa pareciese ayer el aparcamiento de un hipermercado, sólo que con coches de la Guardia Civil. Los vecinos improvisaron una hoguera para el frío y un bar proporcionó un toldo. La infraestructura, aunque precaria, facilitó una animada timba de tute. La rutina sólo se rompió pasadas las cuatro de la tarde, cuando la Guardia Civil pasó de confraternizar con los vecinos a prohibir el paso. Tras 45 minutos, dos vehículos todo terreno, uno de Tragsa y otro de una empresa llamada Epitsa, escoltados por los guardias, entraron a las instalaciones. A la media hora salieron entre silbidos y el paso quedó libre.

Ya por la noche, ajena a las protestas, la Xunta emitió un comunicado en que reconoce la falta de acondicionamiento de la cantera para enterramiento de las vacas fallecidas por causas ajenas a la encefalopatía espongiforme bovina. Pese a ello, anunció que en los próximos días 'intentará culminar los trabajos de adecuación del vertedero para que éste pueda seguir recibiendo provisionalmente todos los animales adultos de la especie bovina que fallezcan de muerte natural'.

'Nosotros vamos a seguir aquí hasta que quiten todo esto', concluyó bajo su paraguas José Lino Bermúdez. 'Acabábamos antes abriendo una zanja en la entrada', murmuró a su lado un vecino.'Nos sentimos impotentes y avasallados por las autoridades, sin más ayuda que nuestra unión y el caso que nos hagan los medios de comunicación'. José Lino Bermúdez es un ganadero de Lanzá (pedanía de Mesía, en A Coruña) que desde el sábado duerme cuatro horas diarias, como el resto de los dos centenares de vecinos, que le han designado portavoz. Dedica el resto de las horas a montar guardia en el acceso a la cantera de Erimsa donde la Xunta ha depositado cientos de reses.

El polémico vertedeo está en Mesía, en el corazón ganadero del interior de A Coruña. La zona es un conjunto de praderías con casas que no forman ningún núcleo importante, y con más vacas que población (4.016 habitantes, según el censo de 1986). La cantera de la que la empresa Erimsa extrae cuarzo y grava, en el monte Arabel, es un paisaje lunar, atravesado por una pista central. En la izquierda hay una balsa de agua de unos 600 metros cuadrados; en la derecha han rellenado parte del foso con las reses muertas, cuyo número que los vecinos ya no saben si dejar en las 300 que manejaban al principio.

El alcalde de Mesía, José Fraga, del PP, estuvo en el lugar ayer por la mañana, pero no para dar información a los vecinos. Al mediodía, hizo público un decreto fechado el día 31 en que ordenaba la paralización de los enterramientos, solicitaba la intervención de la sanidad autonómica por si constituían riesgo sanitario, y resolvía poner los hechos en conocimiento del fiscal jefe del Tribunal Superior de Galicia por si se había delito ambiental. La alcaldía remitió el decreto a la empresa Tragsa, concesionaria de la recogida de vacuno en Galicia, y a Erimsa. Sorprendentemente, Erimsa respondió ayer con un comunicado en el que su director general, José Luis Martínez Embil, asegura que la empresa 'es totalmente ajena a la actividad cuyo cese se pretende, ni tiene relación con cualquier entidad u organismo que pudiera realizar dicha actividad'. El grupo municipal del BNG de Mesía solicitó ayer un pleno extraordinario.

'Nos fiamos del alcalde, pero no de que le hagan caso, porque ya nos engañaron la noche del 31, cuando aprovecharon que fuimos a cenar para tapar las vacas', afirmaba Marisol Ponte, al pie de la entrada con toda la familia. Ayer por la tarde, montaban guardia en las dos entradas de la cantera unas 200 personas, de Lanzá y de parroquias como Albixoi, Boado, Céltigos o Vitre. No tanto o sólo por solidaridad, sino porque también se abastecen de agua del río Maruzo, al que temen que inevitablemente confluyan los regueros de residuos sanguinolentos que salen del foso y se mezclan con el agua de las abundantes lluvias y con la de la fuente de Espiño, al borde del enterramiento. Manuel Botana, cuya casa se abastece del manantial, no ha notado nada raro, de momento. 'Porque me fui al piso de A Coruña, por el olor', explica. En la otra vertiente del monte, un colegio público a 200 metros reanudará el curso el día 9 sin niños, por decisión de la Asociación de Padres y de la dirección. A siete kilómetros, el Maruzo desemboca en el Tambre, que abastece a la ciudad de Santiago.

Esos círculos concéntricos de posibles afectados alrededor del monte Arabel justifican que la carretera en la que desemboca la pista de Erimsa pareciese ayer el aparcamiento de un hipermercado, sólo que con coches de la Guardia Civil. Los vecinos improvisaron una hoguera para el frío y un bar proporcionó un toldo. La infraestructura, aunque precaria, facilitó una animada timba de tute. La rutina sólo se rompió pasadas las cuatro de la tarde, cuando la Guardia Civil pasó de confraternizar con los vecinos a prohibir el paso. Tras 45 minutos, dos vehículos todo terreno, uno de Tragsa y otro de una empresa llamada Epitsa, escoltados por los guardias, entraron a las instalaciones. A la media hora salieron entre silbidos y el paso quedó libre.

Ya por la noche, ajena a las protestas, la Xunta emitió un comunicado en que reconoce la falta de acondicionamiento de la cantera para enterramiento de las vacas fallecidas por causas ajenas a la encefalopatía espongiforme bovina. Pese a ello, anunció que en los próximos días 'intentará culminar los trabajos de adecuación del vertedero para que éste pueda seguir recibiendo provisionalmente todos los animales adultos de la especie bovina que fallezcan de muerte natural'.

'Nosotros vamos a seguir aquí hasta que quiten todo esto', concluyó bajo su paraguas José Lino Bermúdez. 'Acabábamos antes abriendo una zanja en la entrada', murmuró a su lado un vecino.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_