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ABEL PRIETO - MINISTRO DE CULTURA DE CUBA Y ESCRITOR

"En Cuba, la política no lo es todo"

Elsa Fernández-Santos

Una camarera se acerca y pregunta intrigada por "ese hombre" mientras los periodistas discuten si ese mismo hombre puede tener los 50 años que asegura su biografía. Abel Prieto (Pinar del Río, Cuba, 1950) es escritor y desde hace tres años ministro de Cultura de Cuba. El martes se presentó en Madrid su primera novela, El vuelo del gato (Ediciones B), en la que, a partir de unos versos de José Lezama Lima ("El gato que está copulando con la marta / no pare un gato / de piel shakesperiana y estrellada, / ni una marta de ojos fosforescentes. / Engendra el gato volante.") propone una crónica sobre el paisaje social cubano de los últimos cuarenta años. "Es una novela sobre los hippies de La Habana, que no estaban bien vistos en los años sesenta", afirma Prieto, "y sobre los seguidores que Los Beatles tenían en la ciudad. Es la historia de nuestras pequeñas contradicciones".Como una especie de Chungito gigante (el ministro supera los dos metros), pero con el aire desgarbado de un veterano rockero de Nashville, Abel Prieto está considerado fuera de Cuba como uno de los dirigentes más aperturistas del régimen castrista. "Eso es un simple estereotipo", contesta. "En la dirección del país hay mucha unidad. Hacer una división entre aperturistas y conservadores es caricaturizar algo que no tiene nada que ver con la realidad. Si existe un criterio aperturista en Cuba viene del propio Fidel".

Abel Prieto asegura que en Cuba ya no hay censura. Cuando se le cuestiona un caso concreto responde irguiendo su inmenso cuerpo: "Las razones para no publicar a Zoe Valdés en Cuba no son políticas, son literarias. Publicarla, con los problemas de papel que tenemos en Cuba, sería sencillamente un pecado imperdonable. Yo, a eso no lo llamo censura".

Prieto asegura que se están recuperando figuras como Gastón Vaquero o Guillermo Cabrera Infante ("criaturas abominables, pero grandes escritores", dice) y sólo cuando se menciona el último capítulo del famoso caso Padilla parece incomodarse. El poeta Heberto Padilla (cuyo exilio supuso la traumática ruptura con la dictadura de Castro de muchos intelectuales hasta entonces simpatizantes del régimen) falleció hace unos meses en Estados Unidos después de intentar, en vano, volver a su isla para morir. "Los matices de ese asunto son muy complicados", explica Prieto, "hoy, en Cuba pueden entrar todos los emigrados que quieran. Es raro que se les niegue la entrada. La vuelta de Padilla se hubiera solucionado, estoy seguro. Pero, desafortunadamente, murió antes. Faltó tiempo. Padilla ya no era un enemigo de Cuba, era un hombre enfermo y triste. Pero lo esencial es que su poesía nos pertenece, hoy se puede leer en Cuba y el caso Padilla quedará como algo coyuntural". Para Prieto, "es importante no ser resentidos", pero también es importante "no perder la memoria". "Y la memoria", añade, "nos recuerda el repugnante, el intolerable itinerario político de muchos grandes escritores".

Abel Prieto habla de Led Zeppelin y de Janis Joplin, de Thomas Mann, de Cernuda o del Tristam Shandy. También le gusta Lennon y cuenta que en enero, coincidiendo con el aniversario de su muerte, se inaugurará en La Habana una estatua de bronce del ex beatle y se celebrará un macrorrecital en el que los músicos cubanos harán versiones del grupo de Liverpool. Prieto, finalmente, recuerda que su generación es la de la nueva trova. Al preguntarle si la sonada ruptura de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés fue por cuestiones políticas, el ministro mira por debajo de sus enormes gafas a lo Stephen King y dice: "Mire, en Cuba la política no lo es todo. Yo me he divorciado muchas veces y, desde luego, no ha sido por motivos políticos".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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