Un ensayo de terapia genética del Parkinson crea expectativas por sus éxitos en monos
Un experimento de terapia genética para combatir la enfermedad del Parkinson ha dado resultado en monos y creado expectativas para el tratamiento de un síndrome que afecta a millones de personas en todo el mundo y que por ahora no tiene cura. "Hemos sido capaces de frenar en seco la enfermedad y de evitar que avance", dice Jeffrey H. Kordower, investigador de Chicago y jefe del equipo internacional que ha aplicado la técnica. Queda por ver si el sistema es aplicable a seres humanos y si son controlables los potenciales efectos negativos.
Optimista cautela
Los investigadores comenzaron por introducir en un virus el gen humano que produce la proteína GDNF (factor neurotrófico derivado de la glía), de la que se sabe que activa las neuronas productoras de dopamina. La pérdida de este neurotransmisor químico produce los conocidos síntomas del Parkinson: temblores, rigideces, dificultades para hablar, pérdida del equilibrio y, en los casos más graves, la muerte.El virus modificado fue inyectado en dos grupos de monos, uno de animales cuyos cerebros habían empezado a degenerar de forma natural por efecto de la edad y otro con ejemplares en los que se había inducido químicamente (con un compuesto llamado MPTP) unos síntomas semejantes a los del Parkinson, según el trabajo publicado en la revista Science. Las autopsias del primer grupo revelaron que el gen comenzó a producir dopamina y detuvo la normal degeneración del cerebro. Según Kordower, el cerebro parecía haber rejuvenecido.
En el otro grupo de monos a los que se provocó la enfermedad, se trató a cinco con el gen modificado y se dejó a los otros cinco como grupo de control. En ambos grupos murió un ejemplar por motivos desconocidos. De los cuatro a los que se inyectó el gen modificado, tres evolucionaron de forma espectacular y el cuarto no reaccionó al tratamiento. Los cinco del grupo de control acabaron muy dañados por el MPTP.
Tras ocho meses de experimento, las autopsias mostraron que las células productoras de dopamina en el grupo tratado habían quedado protegidas y que incluso habían aumentado los niveles de este neurotransmisor.
Kordower subraya el éxito que supone el haber revertido la evolución de la enfermedad y ahora está investigando el modo de desconectar el gen productor de dopamina en caso de necesidad. Otra vía de tratamiento del Parkinson que se está explorando, basada en el trasplante de células embrionarias, ha producido movimientos erráticos en los pacientes que se sospecha son atribuibles a un exceso de dopamina y eso es lo que busca controlar Kordower.
"Estamos seguros de que podemos conseguir un beneficio a largo plazo con un solo tratamiento", dijo Kordower al presentar el resultado de sus trabajos en una reunión de los Institutos Nacionales de la Salud en Washington. Las primeras reacciones de la comunidad científica ante los trabajos del equipo de Kordower han sido de optimista cautela. También se ha hecho notar que aunque los efectos inducidos en los monos por el MPTP son semejantes al Parkinson, no es seguro que las células afectadas sean las mismas que en la enfermedad.Kordower está realizando nuevos experimentos para garantizar la seguridad del tratamiento, tanto en el control del gen de la dopamina como de la propia terapia genética, puesta en tela de juicio tras la muerte el año pasado de un joven sometido a tratamiento genético en la universidad de Pensilvania.
El director del Centro de Investigación para la Reparación del Cerebro del Rush Presbyterian-St Luke's Medical Center de Chicago cree que su técnica podría empezar a aplicarse experimentalmente a humanos en un plazo de tres a cinco años.
Hasta ahora, los pacientes con Parkinson son tratados con L-dopa, un fármaco que incrementa la producción de dopamina, aunque pierde efectividad con el tiempo y beneficia sólo a la mitad de los enfermos. Kordower señala que su método es efectivo para quienes no han perdido demasiadas células y que no es aplicable a enfermos con Parkinson avanzado.
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