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El cerebro se ‘limpia’ a sí mismo durante el sueño: así funciona la gestión de residuos en el órgano más misterioso del cuerpo

El sistema glinfático impide la acumulación de toxinas en el sistema nervioso, asociadas a trastornos neurodegenerativos graves. El uso de medicamentos para dormir puede alterar los mecanismos de ‘lavado cerebral’

The brain self-cleanses during sleep
El sistema glinfático, el mecanismo de limpieza y de gestión de residuos del cerebro, se activa en la fase más profunda del sueño.skynesher (Getty Images)

Te acuestas, te tapas hasta arriba con el edredón y el cuerpo comienza a relajarse hasta quedarse dormido. Los músculos se aflojan, la respiración y la frecuencia cardíaca se desaceleran. Las ondas cerebrales cambian de un estado activo a uno más calmado. Se emprende la restauración física: reparación de tejidos y del sistema inmune. Todo esto sucede en las primeras horas del sueño. Luego llega la fase más profunda y, con ella, la verdadera acción.

Cada 50 segundos, un neuromodulador llamado noradrenalina invade los vasos sanguíneos del cerebro, que hace que se dilaten y se contraigan, despejándole el camino al líquido cefalorraquídeo, que ahora fluye libre por toda la cabeza, arrastrando con él la suciedad acumulada durante el día en el órgano más complejo y misterioso del cuerpo.

Así funciona, a grandísimos rasgos, el sistema glinfático, el mecanismo de limpieza y de gestión de residuos del cerebro. Su existencia se descubrió hace más de una década, pero un estudio publicado recientemente en la revista Cell, explica, por primera vez, algunos de los mecanismos que subyacen debajo de su funcionamiento, como por ejemplo el papel de la noradrenalina. La investigación, que lleva la firma de Maiken Nedergaard, la científica danesa que escribió sobre el hallazgo original en 2012, también advierte de que los somníferos pueden alterar el sistema de lavado de cerebro. Las pruebas se realizaron en ratones.

“Todo partió de una pregunta para entender el cuerpo”, explica Gerard Mayà, neurólogo del Hospital Clínic de Barcelona y coordinador del grupo de trabajo de Trastornos del movimiento y de la conducta durante el sueño de la Sociedad Española del Sueño, que no participó de la investigación. Y añade: “Era muy sorprendente que el cerebro fuera la única parte del cuerpo al que no llegara el sistema de limpieza ‘oficial’ del organismo, el sistema linfático. Entonces apareció la idea de que es un órgano tan brutal que es capaz de autogestionar sus residuos”. Lo que al principio era una idea, se transformó en un hecho.

Natalie Hauglund, neurocientífica de la Universidad de Oxford y la de Copenhague que firma el estudio de Cell, lo detalla: “Cuando las células del cerebro trabajan, producen materiales que no se utilizan y son liberados fuera de las células. Si estas moléculas se acumulan pueden ser tóxicas y vincularse a trastornos neurodegenerativos. Por ejemplo, una de ellas es la beta amiloide, una proteína que puede crear placas que se ven en muchos casos de pacientes con Alzheimer”. Para evitar esa acumulación, cada noche, durante el sueño, una riada de líquido cerebral carga con todos esos desechos. Al final de su recorrido, los residuos se trasladan al sistema de limpieza general del cuerpo, donde se gestionan con el resto de los desechos biológicos.

“Una de las razones por las que el sueño es tan importante es que le permite al cerebro ejecutar todas estas tareas de mantenimiento”, dice Hauglund. La científica aclara que aún no se ha podido determinar por qué es un proceso que solo puede suceder durante las horas en las que dormimos. “Probablemente, sea porque durante el día hay en marcha muchos procesos cognitivos fundamentales y la limpieza no puede interferir en ellos”, añade.

Tampoco se ha podido explicar lo siguiente: cada vez que el cerebro libera noradrenalina durante el sueño, se produce un pequeño destello de vigilia. Dormidos no llegamos a percibirlo, pero la actividad cerebral se transforma y se parece más a cuando el cerebro está despierto. “Los datos muestran que no es necesariamente malo que esto suceda, es un misterio descubrir por qué este mecanismo está ahí y cuál es su función mientras dormimos”, apunta Hauglund.

El sueño farmacológico

El estudio también ha arrojado que algunos fármacos para dormir pueden interferir en el sistema de lavado del cerebro porque cambian la arquitectura del sueño. Un dato inquietante si se tiene en cuenta que en marzo de 2024, Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño, anunció que España es el primer país del mundo en el consumo de medicamentos para dormir. Cinco millones de personas dependen de ellos para irse a la cama todas las noches.

“Encontramos que mientras que en el sueño natural el bombeo de noradrenalina en el cerebro es constante, fármacos como el zolpidem (de la familia de las benzodiacepinas) inhiben su liberación, lo que hace perder el efecto de bombeo del líquido limpiador por los vasos sanguíneos”, remarca Hauglund. Los científicos descubrieron que las ondas de noradrenalina durante el sueño profundo eran un 50% más bajas en los ratones tratados con zolpidem que en los ratones que dormían de forma natural. Y aunque los ratones medicados se dormían más rápido, el transporte de líquidos al cerebro se redujo más del 30%. El estudio subraya que las personas deberían ser muy cuidadosas con el uso de este tipo de medicamentos, sobre todo durante largos períodos de tiempo.

“Ya sabemos que los hipnóticos no pueden ser la primera opción para tratar el insomnio u otros trastornos del sueño”, apunta Mayà. “Estos medicamentos van bien a corto plazo, pero tienen efectos adversos y producen tolerancia. Este nuevo estudio es un motivo adicional para intentar evitarlos”. Hauglund aporta un matiz: “No es algo que supiéramos antes, así que la ciencia no lo ha tenido en cuenta al momento de desarrollar estos medicamentos. Ahora que sabemos que la noradrenalina impulsa la limpieza del cerebro, podremos descubrir cómo conseguir que las personas tengan un sueño prolongado y reparador”.

Es que con los trastornos del sueño, por ahora, no hay una salida fácil. Si no se llega a alcanzar una fase profunda de descanso, el sistema glinfático no se activa, por lo que el cerebro queda sucio. Esa suciedad, a la vez, altera el descanso. “Se transforma en un círculo vicioso”, advierte Hauglund.

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