Un libro acusa a un científico de EE UU de propagar adrede el sarampión por el Amazonas
El ensayo mató en los sesenta a cientos de indios yanomami, según el autor Patrick Tierney
James Neel, un antropólogo estadounidense que murió en febrero, infectó adrede de sarampión a miles de indios yanomami en 1968, provocando la muerte de cientos de ellos, según se revela en Oscuridad en El Dorado, un libro que el periodista de The Guardian Patrick Tierney publicará pasado mañana en el mercado anglosajón. Neel inoculó el sarampión a los indios amazónicos como parte de un experimento para probar los efectos de la selección natural en las sociedades primitivas. El experimento fue financiado por la Comisión de Energía Nuclear de EE UU.
Una vieja 'vendetta'
El periodista Tierney, que ya había publicado anteriormente una célebre investigación sobre los efectos de la radiación en los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, presenta ahora evidencias firmes de que Neel y su equipo de antropólogos inocularon con una vacuna del sarampión a varias comunidades de indios yanomami. El experimento, según Tierney, provocó una grave epidemia de sarampión en esa región de la Amazonia, que se extiende por el norte de Brasil y el sur de Venezuela.Según el autor, "cientos, quizá miles" de indios murieron como consecuencia de la epidemia. La población yanomami, compuesta por unas 20.000 personas en total, vivió sin casi ningún contacto con el mundo exterior hasta los años cincuenta, y los científicos sociales los convirtieron rápidamente en un modelo de lo que debieron de ser las comunidades humanas de la edad de piedra.
La lectura del borrador del libro por algunos antropólogos ha desatado, antes de su publicación, un verdadero cataclismo en los más selectos círculos norteamericanos. Varios científicos han exigido a la Asociación Americana de Antropología que organice una investigación exhaustiva sobre el "inminente escándalo". Los antropólogos temen que el libro dificulte la obtención de permisos para realizar estudios de campo en muchos países.
James Neel, que murió en febrero pasado, era un antropólogo especializado en genética humana en la Universidad de Michigan, y miembro de la principal asociación científica estadounidense, la Academia Nacional de Ciencias. Uno de los miembros de su expedición amazónica de 1968 fue el estudiante Napoleón Chagnon, que actualmente es profesor emérito de antropología en la Universidad de California en Santa Bárbara. Este profesor niega las acusaciones de Tierney. "Es una vendetta contra mí que ya viene de lejos", dice. "Ninguno de los indios a los que inoculamos la vacuna murió". Otros científicos independientes han salido en defensa de Chagnon y aseguran que las acusaciones del libro no son creíbles.Quienes defienden esta posición dudan de que la vacuna pudiera causar una epidemia de tales proporciones, ni siquiera entre la población yanomami, que muestra una resistencia muy baja al sarampión. Afirman que es posible que el sarampión se extendiera de forma natural coincidiendo con el ensayo de vacunación.
El libro afirma que Neel usó adrede una vacuna muy virulenta (poco atenuada) para extender una epidemia de sarampión, y que instruyó a sus colaboradores para que no prestaran ayuda a los indios enfermos, insistiendo en que el equipo estaba allí sólo para observar y anotar cómo evolucionaba la epidemia.
Terry Turner, de la Universidad de Cornell, ha escrito una carta a la Asociación Americana de Antropología en la que asegura que Neel usó una vacuna llamada Edmonson B, que provoca unos síntomas idénticos a los del sarampión contagiado de forma natural, según ha informado la BBC. Además, Neel no informó al Gobierno venezolano que iba a abordar una campaña de vacunación, tal y como era su obligación legal.
Turner asegura en su carta que hay evidencias de que la vacuna causó, o al menos intensificó gravemente, la epidemia letal de sarampión. Según él, la intención de Neel era obtener datos sobre la evolución de las poblaciones genéticamente aisladas, como los yanomami, en condiciones de infección. Según Turner, Neel intervino también en los escandalosos experimentos de inyección de plutonio radiactivo en seres humanos, realizados esta vez en Estados Unidos.
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