“¿Qué se siente al ser un fracaso?“: cómo la protagonista de ‘Showgirls’ superó la humillación y abrazó la película
30 años después del estreno de uno de los fiascos más sonados de Hollywood, su protagonista, Elizabeth Berkley, ha superado las salvajes críticas a las que se enfrentó y disfruta de la reevaluación crítica y social de la cinta


No es necesario volver a hablar de Showgirls. Casi todo el mundo conoce esa historia: de gigantesca debacle comercial y crítica en 1995 (a España llegó en enero de 1996) pasó a ser adorada por los que la veían con espíritu irónico, arrasó en los videoclubs y, en la actualidad, es un producto de culto que muchos disfrutan como sátira y otros admiran sin dobleces por ser una película que no se parece a ninguna otra y que refleja con precisión el momento y el lugar en el que se hizo.
No hace falta volver a contar esa historia, pero sí la de su protagonista, Elizabeth Berkley. Ella fue la que salió peor parada de aquel desastre y tardó años en poder enfrentarse a él.
Nomi/Elizabeth
Berkley, nacida en una familia conservadora de clase media en Michigan, siempre había querido ser parte del mundo del espectáculo. Estudió interpretación y danza y, ya de niña, se convirtió en una pequeña figura del ballet que estuvo cinco años siendo parte de las representaciones navideñas en Detroit de El cascanueces. De adolescente escribió cartas a varios productores de Los Ángeles y, desde su casa en Michigan, iba y venía en busca de papeles y oportunidades. Una de ellas funcionó: el papel de Jesse Spano en Salvados por la campana (1989-1993) la convirtió en un ídolo adolescente.
Cuando en 1993 supo que se preparaba una película llamada Showgirls, con el tándem de director y guionista (Paul Verhoeven y Joe Eszterhas) que había triunfado con Instinto Básico dos años antes, la firmeza de su protagonista (Nomi) para triunfar en Las Vegas le recordó a la suya. Cuando llegó a la prueba, dijo a los productores y a Verhoeven: “Ya podéis dejar de buscar. Yo soy Nomi”.
Según contó Verhoeven a varios medios en su momento, él tenía en su cabeza a Drew Barrymore para ese papel, pero la actriz no tenía experiencia alguna en el baile y eso lo hizo imposible. Resulta curioso pensar en una actriz más opuesta a la exhuberancia física y de estética casi pornográfica de Berkley, pero finalmente Berkley se llevó el papel. Con Barrymore, Showgirls hubiese sido otra película completamente distinta.
El guionista, Joe Eszterhas, nunca tuvo demasiado cariño a Elizabeth Berkley. Había escrito el guion tomándoselo realmente en serio, visitando cientos de strippers de Las Vegas para hacer trabajo de campo, y en un anuncio a página completa y pagado por él mismo en la revista especializada Variety describió la película como una “regeneración espiritual” para su protagonista. La protagonista, por cierto, se llamaba Nomi como guiño al mote de infancia del amor de su vida, su esposa Naomi. En sus memorias Hollywood Animal cuenta que, tras visitar por primera vez el set y ver a Berkeley en tanga mientras rodaba una de las secuencias del club de striptease, le dijo a su mujer, casi disculpándose: “Le han dado el papel de Nomi a una puta muñeca hinchable”.

Paradójicamente, Berkley solo guarda buenos recuerdos del rodaje. A Howard Stern le dijo: “Durante el rodaje no teníamos ninguna sospecha de que fuera a acabar siendo lo que fue. Veíamos los resultados diarios y todo el mundo estaba encantado. El proceso de hacer la película fue increíble. No supimos lo que iba a pasar hasta el día anterior al estreno”. Lo que pasó fue que Showgirls fracasó en taquilla y coleccionó críticas nefastas, de una saña inaudita. Verhoeven y Eszterhas se llevaron gran parte de los dardos, pero las más salvajes se centraron en su protagonista, Elizabeth Berkeley. De ella dijeron que tenía “la boca abierta y los ojos vacíos de una muñeca hinchable” (en The New York Times) y la compararon con “un trozo de carne clavado en un palo”. Para echar más leña al fuego, Eszterhas afirmó, en dos libros diferentes, que Berkley y Verhoeven habían tenido un romance secreto durante el rodaje. En su libro The Devil’s Guide to Hollywood escribe: “Cuando Showgirls se hundió, le dije a Paul: si un hombre trabaja empalmado, el cerebro se le va al culo”.

Berkley, que tenía entonces solo 21 años, fue acusada de ofrecer una interpretación histérica, excesiva y artificiosa. Las críticas no estaban del todo equivocadas, pero ese exceso es parte integral de la película, encajan con su personaje y han hecho que trascienda. Hay escenas que son ya puro meme: Nomi reventando un bote de ketchup sobre unas patatas fritas, Nomi sacando una navaja a un conductor, Nomi bailando desquiciada en una discoteca, Nomi mostrando sus uñas a cualquiera, Nomi teniendo un orgasmo en una piscina mientras convulsiona como si estuviese entrando en éxtasis. Su interpretación, pese a todo, ha sido defendida por directores como Quentin Tarantino. Algunos críticos sí lo entendieron en su momento: el legendario Roger Ebert escribió en el Chicago Sun Times que “el papel protagonista de la debutante Elizabeth Berkley tiene una fiera energía que lo hace siempre interesante” y Entertainment Weekly tildó su interpretación de “leonina y verdadera”.
Fueron sus únicos defensores. Berkley ya era, oficialmente, un chiste y su carrera estaba acabada justo después de empezar. Se llevó dos premios Razzie, lo opuesto a los Oscar, en 1996. Fue despedida de su agencia, CAA, y en su libro Ask Elizabeth reveló que muchas entrevistas de la época comenzaban con: “¿Cómo te sientes al ser un fracaso?“.
“Pasaron muchas cosas que ahora serían impensables; nadie podría soportar semejante ataque”, contó la intérprete durante una reciente entrevista a The Hollywood Reporter. “No entendía cómo la gente podía ser tan cruel, pero soy fuerte. Tuve que separar lo que decían de lo que yo creía que era verdad”. Muy poco después de ser una promesa, de viajar por todo el mundo y de posar en del Festival Cannes como estrella del mañana, el fracaso de Showgirls la hizo ser rechazada por directores, cazatalentos y agencias de representación, por mucho que intentase distanciarse de aquel papel (el hecho de que se tiñese de negro su melena rubia justo durante la debacle no puede ser casual). Su siguiente papel tras Showgirls fue pequeño, en la comedia El club de las primeras esposas (1997), y lo consiguió enviando un vídeo a la productora de la película, puesto que según ella misma no se le permitió ni presentarse a las audiciones. La actriz contó años después a Chelsea Handler que Goldie Hawn, una de las tres protagonistas de la película, apenada por el trato que estaba recibiendo, intervino para echarle una mano.

La misma actriz que parecía destinada a ser la nueva Sharon Stone solo conseguía papeles pequeños en cine y en televisión y su propia carrera había quedado reducida a un chiste cruel. Uno de los puntos más duros de esta historia es que nadie del equipo, y mucho menos Verhoeven o Esterzhas, los dos hombres al mando de aquel desastre, dieron la cara por ella. “Creía en mi trabajo y en mi misma, pero esperaba que alguien diese la cara y me defendiese”. No ocurrió.
En 1996, un año después de la película, la actriz acudió al programa de Howard Stern, que se puso de su parte. “Encuentro llamativo que el director no fuera culpado por el fracaso de la película, sino tú”. “Considerando que yo no la dirigí, ni la escribí, ni la produje...”, responde ella. Y añade: “Por desgracia, no tengo otras diez películas para que la gente compare y diga: también puede hacer esto otro. Así que ahora la gente piensa que yo soy ese personaje”.
Verhoeven tardó demasiado en dar la cara por ella, aunque ya durante la promoción había dejado leves pistas de que, tal vez, la interpretación de Berkley solo seguía sus indicaciones. “Creé el personaje de Nomi pensando en mi madre. Podía explotar de repente y crear un escándalo sin motivo alguno”, explicó en una rueda de prensa en 1995.

Berkley estuvo unos cuantos años intentando distanciarse de la película. Compaginaba el trabajo en televisión con papeles pequeños en el cine. En Un domingo cualquiera (1999), de Oliver Stone, hizo de prostituta. En 2001 Woody Allen le dio una oportunidad mejor: hacer de su secretaria en un papel secundario que le permitió mostrar su vis cómica en La maldición del escorpión de Jade. Mientras la promocionaba, empezó a volver a hablar, tímidamente, de Showgirls. Cuando en el programa nocturno del humorista Craig Kilborn le mostraron un vídeo de ella de niña en la que bailaba en una función del colegio, respondió con sorna: “¿Cómo has conseguido el vídeo de mi prueba para Showgirls?“. Sin embargo, cuando regresó al mismo programa al año siguiente para contar que había conseguido un papel en una representación del musical Chicago (que finalmente se canceló), fue Kilborn quien se atrevió a preguntarle con más profundidad sobre Showgirls. ”Hagamos un trato", respondió ella. “Cuando esté nominada a un Globo de Oro o a un Oscar, entonces podrás preguntarme lo que quieras sobre Showgirls”.

No hizo falta nominación alguna. El siglo XXI empezó a mostrar una mirada más amable sobre la película. En 2003 Entertainment Weekly la incluyó su lista de 50 mejores películas de culto y en 2004 Slant le dio una crítica de cuatro estrellas sobre cuatro y dijo de ella “Showgirls es, sin duda, le mejor obra de arte performativa de su tiempo”. En 2015, por fin Paul Verhoeven dio la cara por ella con 20 años de retraso. Lo hizo en una entrevista en New York Daily News. “Sin duda, Showgirls arruinó la carrera de Elizabeth Berkley de forma drástica”, admitió. “A mí me complicó la vida, pero no tanto como a Elizabeth. Hollywood le dio la espalda. Ella solo podría haber levantado cabeza si le hubieran ofrecido un papel muy diferente, pero eso nunca sucedió. De lo contrario, sé que lo habría hecho. Yo le pedí a Elizabeth que hiciera todo eso, que fuera brusca y actuara de esa manera, pero la gente la ha estado atacando a ella desde entonces. Si hay que culpar a alguien es a mí, porque pensé que sería interesante interpretar el personaje de esa manera”.
Ese mismo año, en 2015, Elizabeth reunió por primera vez el valor para volver a la escena del crimen. En una proyección de Showgirls en el (no digan que no es irónico) cementerio Hollywood Forever, la actriz se reconcilió por primera vez de forma pública con el personaje en un breve discurso que, grabado por los asistentes, se hizo levemente viral en redes y hoy acumula cientos de miles de visionados. “Rodar esta película fue una experiencia extraordinaria. Cuando cumples un sueño, la alegría es inimaginable. Por eso, cuando la película se estrenó, el dolor también fue inimaginable. No quiero hablar mucho de ese momento, ¿por qué hacerlo? No vivo en el pasado. Ser joven en el centro de esa tormenta fue difícil, pero encontré resistencia y confianza en mí misma gracias a gente como vosotros".
Por el 30 aniversario de la película, Berkley volvió a acudir a una proyección de Showgirls, pero esta vez en el Museo de la Academia de Hollywood. Tres décadas después, Showgirls por fin recibía el respaldo legítimo de la misma industria que primero la produjo y después se rio de ella. De nuevo, su discurso fue sentido, centrándose sobre todo en el público que había acudido a celebrar con ella la película. “¿Quién se imaginaría entonces que, mientras yo bajaba la cabeza y volvía a presentarme a castings, a las clases de interpretación y llamaba a puertas para que me dieran otra oportunidad, vosotros os estábais enamorando de esta película a vuestra manera?“. En un momento de su discurso, Elizabeth Berkeley se rompe, emocionada, y el auditorio entero se pone en pie para aplaudirle y gritarle: “¡Te queremos!“. Seguro que hay intérpretes que tienen en su casa un Oscar o más, pero jamás han vivido un momento de semejante intensidad y cercanía con una audiencia que los ama de verdad. Ya sin ironía.
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