Marc Giró: “Si la fama me hubiera pillado más joven, quizá estaría cocainómano perdido”
El presentador de ‘Late Xou con Marc Giró’ ha puesto su desparpajo y rapidez de reflejos al servicio de uno de los programas más exitosos y reivindicativos de la televisión pública


El pasado septiembre, cuando se estrenó la actual temporada de Late Xou con Marc Giró en RTVE, Marc Giró (Barcelona, 51 años) salió al escenario para recrear el número musical más famoso del teatro español: Gracias por venir, la canción con que Lina Morgan acababa sus espectáculos de revista. “Queríamos emular aquella televisión de Noche de Fiesta”, explica el periodista, que ejerció como vedette de la canción antes de sentarse a entrevistar a los primeros invitados de la noche. “Es una declaración de intenciones porque queremos espectáculo, brillo. Y reivindicar la pluma, claro”.
Parece que han encontrado una fórmula que funciona. Yo lo que espero es quedarme como estoy. El programa está funcionando y no hay que ponerse nervioso. Hoy en día tenemos muchísimos estímulos para cambiar de pareja, de perro, de hijos, de casa, de ciudad. Y yo estoy a favor de la búsqueda constante de la novedad en la ciencia, por ejemplo, en los científicos que estudian el Alzhéimer, la vacuna del sida o el cambio climático. Pero para la gente ordinaria como nosotros, si algo funciona, para qué cambiar.
Late Xou con Marc Giró nació en la desconexión territorial de La 2 y pasó por RTVE Play antes de volver a lo grande los martes, después de La Revuelta. Esta temporada está haciendo máximos históricos. ¿Cómo ha vivido este ascenso? Con muchísima tranquilidad. Tengo 51 años y sé que las cosas escalan, pero también pueden desescalar. Y lo que hay que hacer es mantenerse. Yo estoy a favor del mantenimiento. Soy conservador, como los conservadores de Doñana o del Museo del Prado. Así que tranquilidad. Admiro mucho a Amaia, tan joven y con la cabeza tan bien amueblada, tan tranquila, es decir, tan poco gilipollas. Si esto me hubiera pillado más joven, quizá estaría cocainómano perdido. Pero ya estoy de capa caída y eso es buenísimo para mí.

¿Hay que relativizar el éxito? El éxito individual da tranquilidad, pero lo que más tranquiliza es el éxito colectivo. Es algo que se aprende con los años. Cuando yo trabajaba en la revista Marie Claire, cerró la edición alemana, y alguien en redacción dijo: ‘¡Que se jodan!’. Y le eché una bronca descomunal, porque todos necesitamos que a nuestros iguales les vaya bien. Yo quiero que le vaya bien a la Sexta y a Telecinco.
Late Xou es un éxito de la televisión pública, pero eso hace que también esté constantemente bajo el foco. Usted lo aborda de forma abierta, incluso bromea con ello. ¿Se ha roto el tabú a la hora de hablar de dinero público? Yo creo que, en general, el dinero público está bien gestionado. A pesar de los casos de corrupción en izquierda y derecha, arriba y abajo, esos casos son mínimos. Aquí en España puede pasar que un agente te pida dinero para quitarte una multa, pero no es lo habitual. En España somos honrados, no corruptos. Y, en el caso de la televisión, y de cualquier institución pública, hay webs que indican cuánto cobra cada persona, desde el maquillador hasta el que presenta. Otra cosa es que el dinero se utilice como arma arrojadiza. Nadie se escandaliza cuando un futbolista gana muchísimo dinero, o cuando en un banco se reparten beneficios. El escándalo llega solo cuando se trata de titiriteros, o de alguien del cine. En todo caso, y perdón por la demagogia, yo prefiero mil veces invertir en Broncano o en mí mismo, que invertir en misiles.
“Todos necesitamos que a nuestros iguales les vaya bien. Yo quiero que le vaya bien a la Sexta y a Telecinco”
¿La televisión pública que se hace hoy es más atrevida que antes? No estamos inventando nada. Venimos de una tradición de televisión vanguardista. La Edad de Oro, Javier Gurruchaga, El Gran Wyoming, Cañas y barro, Anillos de oro, los programas de Carmen Maura y Mercedes Milá, Tocata. La televisión pública en España siempre ha sido arriesgada. No creo que nosotros estemos arriesgando tanto. Es más, creo que deberíamos arriesgar un poquito más.
Ha creado una sección para responder a los insultos que recibe en redes. Las cartas al director siempre han existido, pero era un proceso más lento. Ahora es inmediato. Y en las redes sociales hay respuestas muy viscerales. Hay personas que a mí me llaman de todo. Y si la televisión pública sirve para que se desfogue, intentamos contestar. Pero, cuando contesto, nunca doy el nombre de la persona, porque entiendo que no es lo mismo alguien que tuitea desde casa, que una titiritera que está en la televisión pública. Pero sí contesto. Otra cosa es el acoso sistemático, cuando se organizan razias en internet para acosar a alguien. Eso lo saben muy bien las mujeres, que siempre han sido las más acosadas dentro y fuera de internet, de una forma muy violenta.



¿El humor puede servir para exorcizar el odio? Puede servir. Aunque yo con el humor tengo una relación ambivalente. No me considero gracioso ni humorista. Tampoco pretendo hacer gracia. El humor a veces es complicado, porque en los últimos tiempos ha sido una vía de entrada para el fascismo. Te ríes de un señor que va por España montado a caballo, y ahora lo tenemos metido en el parlamento. Así que hay gente sobre la que ya no voy a hacer chistes. Pero, dicho esto, el humor es fundamental. Aunque también es muy pesada la gente empeñada en ser graciosa todo el rato.
El 25 de septiembre, el diputado de Vox Manuel Mariscal Zabala aseguró en la Comisión de Control Parlamentario de la Corporación y sus Sociedades, que cuando su partido llegase al gobierno entraría en RTVE “con motosierra o con lanzallamas”. Nombró a varios profesionales, entre ellos a Marc Giró. En el Late Xou del 15 de octubre, el monólogo de Giró fue interrumpido por unas motosierras. “¡Ay, Dios mío, que ya están aquí!”, exclamó el presentador. “Oiga, por favor, caballero. Que yo sepa, ustedes todavía no han ganado las elecciones”, añadió. Pero no eran las motosierras de la ultraderecha, sino de unos ebanistas que estaban tallando bustos de Pedro Sánchez para todos los despachos.
“El humor a veces es complicado, porque en los últimos tiempos ha sido una vía de entrada para el fascismo. Te ríes de un señor que va por España montado a caballo, y ahora lo tenemos metido en el parlamento”
¿Qué sintió al verse interpelado de forma tan directa? Me ha pillado con musculatura. Cuando estábamos en La 2 Cat, que salíamos solo en la desconexión territorial, no sabíamos que esto de España funcionaba así. En cada reunión de la comisión las derechas presentaban 300 preguntas sobre nuestro programa. Estuvieron a punto de quitarlo. Pero no es más que el plan incansable de la ultraderecha. Se entrenan con una mota de polvo, que somos nosotros. O con un partido pequeño. O con la esposa del presidente. Todo tiene que ver con esa estrategia internacional para cargarse la democracia y, dentro de ese marco, cargarse también la libertad de expresión. Los medios siempre han sufrido injerencias, pero por suerte en la democracia hay contrapesos: es como un gran gimnasio en el que todos podemos desarrollar músculo. Y hay una estrategia para cargarse lo público, privatizarlo y aprovecharse luego de ello. También para acabar con espacios como la televisión, la plaza pública, la escuela, la universidad o los centros culturales, que son espacios para el diálogo, para confrontar opiniones y reconocer al otro en un juego de seducción socrático. Eso era la democracia. La diferencia es que ahora la ultraderecha no reconoce la verdad en el otro. Solo quiere aplastarlo. Así que no tengo duda de que, si algún día llegan, lo de la motosierra será literal.

Marc Giró trabajó durante años en la revista de moda Marie Claire antes de recalar en medios audiovisuales. Se curtió como colaborador en radio y televisión antes de conducir sus propios programas. Desde 2019 presenta Vosté Primer en RAC1 y, desde 2023, Late Xou con Marc Giró. El programa, inspirado en los late night shows estadounidenses, incluye entrevistas, un monólogo de Giró, actuaciones musicales, pequeños juegos con los invitados e incursiones inesperadas, como el bailarín clásico que, en medio de las entrevistas, lleva a cabo una coreografía inspirada en el entrevistado.
¿Siempre le interesó la televisión? Yo he llegado hasta aquí porque no soy estricto conmigo mismo. Soy perezoso. No he tenido un plan. Me he dejado llevar y las cosas han pasado así. También es cierto que siempre he necesitado trabajar para ganar dinero. Cuando trabajaba en la moda, como era locuaz, me invitaban a hablar en muchos sitios. Pero también es verdad que estoy casada con un señor que se dedica a esto [su marido, Santi Villas, es productor y director televisivo, y responsable de Late Xou] y, cuando han necesitado un presentador, han dicho: “Que se ponga este”. Soy como esas actrices del destape que se casaban con el productor. Me siento identificado.
“No sé si será por mariquita, por catalana o por roja, pero nunca he tenido un horizonte. El futuro me pilla demasiado lejos. Lo bueno de la tele es que llegas, haces y te vas”
Algo habrá tenido que ver su soltura ante la cámara. Yo llegué a esto por locuaz y por casualidad. También porque el resultado es inmediato. No sé si será por mariquita, por catalana o por roja, pero nunca he tenido un horizonte. El futuro me pilla demasiado lejos. Lo bueno de la tele es que llegas, haces y te vas.
¿Hay un personaje? Hombre, por supuesto que hay personaje. Yo recomiendo muchísimo que la gente tenga personaje. De pequeño me dijeron claramente que tenía que controlar la furia. Y yo lo intento. Además, yo creo en lo socrático, y lo social implica que haya un personaje, para hablar con el otro. La obsesión por la autenticidad o la naturalidad es muy peligrosa, porque te lleva al racismo, a la xenofobia y al supremacismo.

Siempre viste traje y corbata. Una tía mía tenía una amiga en Venecia, que vivía en una casa espectacular, con vistas al canal, destartalada, de ese destartale que gusta tanto en las revistas de moda. Y esta señora iba siempre emperifollada. Nosotras, que somos catalanas, no lo entendíamos. En Madrid hay más diversión, pero el tópico de las catalanas es verdad. Fíjate en Tita Cervera, que es catalana, y siempre tiende al beis. En fin, que un día esta señora nos lo explicó. “En Venecia hay tanto turismo que las venecianas siempre vamos muy vestidas, para que se note que somos de aquí”. A mí se me quedó esa idea, y en Barcelona siempre voy muy trajeado. Y luego, claro, yo tiendo a travesti. Hay muchas compañeras drags que se fijan en modelos con mucho culo, muchas curvas. Mi línea de travesti es otra, la de Diane Keaton, Fran Lebowitz, Marlene Dietrich, Katharine Hepburn, mi propia madre, las monjas, las antiguas azafatas de Iberia… Las mujeres en traje quedan bien, y las travestis también.
“yo tiendo a travesti. Hay muchas compañeras drags que se fijan en modelos con mucho culo, muchas curvas. Mi línea de travesti es otra, la de Diane Keaton, Fran Lebowitz, Marlene Dietrich, Katharine Hepburn, mi propia madre, las monjas, las antiguas azafatas de Iberia…"
¿Pasa mucho tiempo eligiendo traje? No, porque es facilísimo. La camisa la he depurado hasta límites insospechados, solo a rayas o azul. Antes tenía una rosa, pero cada vez que la vestía me ponía nervioso. Además, el traje tiene bolsillos, así que no te hace falta pochette. Zapato negro de cordón, y listo.
Ahora que el traje vuelve a estar de moda, ¿se plantea cambiar? No, los hombres que hagan lo que quieran. Yo estoy a favor de los hombres, de algunos más que de otros, pero en general no tengo nada contra los hombres. Si quieren corbata, adelante. Me parece bien.
“Soy de una clase social moderada, ni muy rica ni muy pobre. Antes se llamaba clase media y era un invento buenísimo”
¿Qué tal se lleva con su clase social? Yo soy de una clase social moderada, ni muy rica ni muy pobre. Antes se llamaba clase media y era un invento buenísimo, porque significaba que podías alimentarte con primer plato, segundo plato y postre, luego un café y a lo mejor hasta un bombón. Podías tener hijos sin ir apretada, te ibas de vacaciones, tus hijos estaban más alfabetizados que tú. Era cultura democrática. Yo creo que hay que tender a eso. A veces me preguntan que por qué defiendo el comunismo. Y no es exactamente así. Yo parto del empirismo. Y creo en la redistribución de la riqueza. Es decir, que a lo mejor algunos tienen que ganar menos. ¿Has estado en Costco?
¿Los hipermercados? Sí. Estuve el otro día. Y tienen de todo, a todo trapo. Ahí entiendes que lo del hambre en el mundo es inexplicable. Habiendo para todos, no puedo entender que haya gente que no quiera que haya para todos y que use su energía para matar de hambre al otro.

¿Vivimos en una cultura del exceso? Mira, hubo mucho debate con la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal. Y yo le entiendo. Eres adolescente y quieres más coches, más todo, más y más. Yo cuando era adolescente salía de casa tan perfumado que parecía una cocotte del siglo XVIII, caían ardillas de los árboles del mareo. Por eso entiendo a Lamine Yamal. Cuando eres adolescente, estás eclosionando y tiendes a lo hortera. Pero llega un momento en que eso tiene que parar y entiendes que con una ensaladita y una pechuga a la plancha tiras fenomenal también. No entiendo la tendencia a prolongar la adolescencia. Veo políticos de 80 años que dirigen el mundo y que son adolescentes. ¿Nadie les dice nada? ¿No tienen amigos reales que les digan qué están haciendo el ridículo?
¿La contención llega con los años? No es que esté a favor de lo frugal. Por ejemplo, me parece muy bien que si una persona va a París por primera vez, haga cola para comerse un macaron. Lo que no entiendo es esa gente que va a París de rebajas, cada año. ¿Qué necesidad? Hay que autorregularse. No estoy a favor de prohibir, pero sí de escuchar a tu cuerpo. Fíjate en Aitana, que monta superconciertos. Le deseo una carrera maravillosa porque lo merece, y sé que dentro de unos años acabará con un micro, un foco, un taburete y un piano en el Palau de la Música, como todas. Pero ahora hay que dejarla tranquila. Igual que a Lamine Yamal, que acabará montando una escuela de fútbol. ¡Hasta Madonna acabó escribiendo cuentos para niños! Al final te vas conteniendo.
Realización: Gina Berenguer. Asistente de estilismo: Claudia Catroux. Maquillaje y peluquería: Alicia Ogilvy (One Off).
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