Un negocio con proa y popa
Los atuneros congeladores son la excepción de la pesca vasca, un sector plagado de retos y problemas
Las relaciones con el resto de los socios de la Unión Europea, con el consiguiente reparto del negocio del mar entre los países miembros, y la estabilidad que mantiene el precio del pescado desde hace una década son los principales problemas del sector pesquero vasco, aunque no todos los que viven del mar sufren las mismas carencias. La pesca de bajura y la pesca de altura siguen caminos diferentes. Y dentro de la pesca vasca de altura, que representa el 35% del sector español, hay una excepción: la flota vasca de los atuneros congeladores, que ocupa un lugar muy destacado en el mundo con una flota moderna y ejemplar y que pesca en el Pacífico, Atlántico e Índico. La voz de los atuneros congeladores vascos es la menos oída, precisamente por la buena situación que disfruta.Muy diferente es la problemática que sufre la bajura, los arrantzales tradicionales que desde que España entró en la entonces Comunidad Europea, en 1985, han comenzado un descenso que parece imparable. Cofradías y Administración coinciden en señalar que las directrices de Bruselas y el incumplimiento de las mismas por parte de otros países han colocado a los pescadores de Euskadi en una difícil situación. "Nosotros no hemos entrado en el mercado común, sino a la cola de este mercado", critica Félix Sanz, vicepresidente de la Federación de Cofradías de Vizcaya, quien pone como ejemplo el hecho de que Francia pueda pescar sólo tres millones de kilos de pescado y ya haya sacado del mar, todavía con la costera sin finalizar, más de nueve millones.
La pasividad con que la Unión Europea contempla los incumplimientos de sus propias directivas es un hecho que destacan tanto los profesionales del sector como los representantes de la Administración. "Hemos utilizado todo tipo de cauces para denunciar en la Unión Europea los incumplimientos sistemáticos que algunos países mantienen con las directivas comunitarias. Hay una total dejación en la Unión Europea con países, por ejemplo, como Irlanda", asegura el director de Pesca del Gobierno vasco, Josu Santiago.
En los últimos tiempos, ha comenzado a entrar sin control en los mercados bonito de Irlanda y, en menor medida, de Italia, que están haciendo caer los precios. "Yo voy a las pescaderías de Bilbao y leo merluza de Bermeo. ¿Cómo puede ser cuando en Bermeo no ha entrado merluza? Podría denunciarlo, pero, suficientes líos tenemos", se queja Félix Sánz.
Paradójicamente, aunque los pescadores critican que en los últimos diez años el precio del pescado no ha subido y que, en el caso del verdel, éste sigue al mismo precio que hace 30 años, esta situación no se ha notado en los bolsillos de los consumidores. "Falla la red de distribución comercial, que está en manos de terceros. Es la cadena de distribución la que gana con el pescado, no el productor", explica un portavoz de los pescadores de altura de Pasaia, quien añade que este desajuste está provocando que cada vez menos gente se quiera embarcar.
La reducción de arrantzales es todavía más acusada, según constata Sanz, en bajura porque en este sector, a diferencia de la altura, no existe un salario y los ingresos de los pescadores dependen de lo que entre en las redes. Bermeo es un claro ejemplo de ello. En 1989, cerca de 1.000 familias de esa localidad vivían de la anchoa y del bonito y hoy, en las mejores épocas, hay unos 600 arrantzales. "Ahora la gente no quiere ir a la mar como siempre, se saca títulos y se van a Canadá y a las Seychelles, a los barcos de chapa", dice Sanz.
El director de Pesca del Gobierno vasco, apunta otro problema del sector: la vejez de la flota. Los barcos de altura y de bajura tienen una edad media de 25 años. Este año y el próximo deberá realizarse la inaplazable modernización de los pesqueros, ya que a partir del año 2002 la Unión Europea va a restringir las ayudas y dificultar las condiciones para renovar las flotas.
Éste es uno de los campos en los que el Gobierno de Vitoria está echando una mano a los arrantzales. Ellos mismos lo reconocen, aunque constatan que lo que puede hacer el Ejecutivo autónomo en el marco de los Quince es más bien poco. "En Madrid nos dicen a todo que sí, pero en cuanto salimos por la puerta, ya no existimos. El Gobierno vasco tiene otra actitud, pero no tiene fuerza en Europa", explican desde las cofradías de pescadores.
El Departamento de Agricultura y Pesca concederá este año unas ayudas de 2.010 millones de pesetas para apoyar la modernización de la flota. A esta partida, hay que sumar los 2.226 millones de pesetas que la Unión Europea ha aprobado para la renovación de los barcos vascos.
El departamento que encabeza Iñaki Gerenabarrena destaca que en 1999 se construyeron más de 40 buques en el País Vasco, la misma cantidad que entre 1994 y 1998. Esta cifra aporta una luz de esperanza a un sector al que parecen darle palos por todos los lados. Por esta razón, pescadores y Gobierno mantienen en este sector una sintonía que no es extensible a otras actividades económicas.
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