"El periodista colombiano vive en un fuego cruzado de multiviolencia"

Darío Arizmendi, director de Informativos de Radio Caracol, cadena líder en América Latina, transmite optimismo: ante el futuro de los medios de comunicación y de sus profesionales, y frente a las agresiones y mordazas que viven los colombianos, tanto los periodistas como otros ciudadanos. Con 32 años en la brecha, tanto en prensa como en radio (conductor y director del espacio matinal 6 AM) y televisión (responsable del programa semanal de opinión Cara a cara en Canal Caracol), el prestigio de Arizmendi le ha granjeado un reconocimiento nacional e internacional. Apasionado del micrófono y de su capacidad para cambiar e "inyectar oxígeno" en la sociedad que escucha la radio, ve la televisión o navega por Internet, traslada al realismo diario la magia de la supervivencia: "El medio es tan hostil y tan duro para los periodistas colombianos que hemos tenido que agudizar la imaginación".Pregunta. ¿Cuál es la estrategia de Radio Caracol para mantenerse libre en un medio hostil?

Respuesta. Invertimos mucho dinero en investigación de audiencia, en descubrir la cultura del oyente, en satisfacer distintos públicos. Radio Caracol hace un 80% de su programación en directo. Es una de las características de la radio colombiana, información en vivo las 24 horas.

P. Por ser una radio pendiente de la calle ¿tienen más recursos para sortear las dificultades?

R. Procuramos reflejar la realidad tal cual sucede, independientemente de que nos guste o nos disguste o sea peligrosa. Intentamos ofrecer todos los rostros del hecho y, por supuesto, tomamos precauciones. Trabajamos con la mayor responsabilidad posible, con mucha honradez y honestidad. No pueden decir que somos proguerrilla o progobierno, o proparamilitar... Tratamos de hacer una radio informativa muy equilibrada y ecuánime, facilitando al oyente muchos elementos de juicio. Y creo que lo logramos, porque todas las partes del conflicto viven disgustadas con nosotros.

P. ¿Asumen que trabajan bajo presión?

R. Sí. El clima es de mucho estrés, de mucha tensión, de una enorme complejidad. Sabemos que en estos momentos hay unos 35 periodistas colombianos asilados en muchas partes del mundo: España, Francia, Estados Unidos, países nórdicos. Las amenazas a los que se quedan no cesan y en los últimos cinco años tenemos un balance de un centenar de periodistas muertos. Desde un profesional de un pueblecito humilde que ha denunciado una corrupción de una alcaldía, hasta un columnista cuyo artículo no le gustó a uno de los actores del conflicto.

P. ¿Es duro trabajar día a día sin rendirse?

R. El periodismo colombiano es heroico. Está librando una lucha por el derecho a la información, a la libertad de expresión y por ayudar a mantener una democracia que es muy frágil, de papel, imperfecta. Y sabemos que estamos en el fuego cruzado de una multiviolencia: del narcotráfico, de la subversión, de los paramilitares, de las mafias del contrabando y la delincuencia organizada.

P. Usted defiende un "periodismo de valores". ¿Cómo lo expresa desde el micrófono o la pantalla?

R. Por la carga que violencia que arrastra, la audiencia colombiana está cansada de noticias negativas: muertos, secuestros... La gente está abrumada por la información de una problemática que lleva ya cuatro décadas. Eso nos ha obligado a ofrecer también un periodismo blanco, una contracultura del optimismo. El público está ansioso de historias de gente maravillosa y de personas comunes y corrientes: alguien que tiene talento, o que ha hecho un descubrimiento científico o que ha logrado mantener a su familia en circunstancias adversas... El público busca un periodismo positivo, en contraste con el periodismo que fatiga y que sólo le ofrece una realidad muy dura. Nosotros queremos demostrar que hay salidas.