Barak viaja a Estados Unidos tras superar la moción de censura contra su Gobierno
Ehud Barak estará hoy en Camp David. El jefe del Gobierno hebreo participará en Estados Unidos en una cumbre con el presidente palestino, Yasir Arafat, para impulsar el proceso de paz. Barak habrá llegado esta madrugada a Estados Unidos dolorido, después de haber superado por la mínima -"razones técnicas"- una moción de censura que los radicales nacionalistas y religiosos habían presentado, contra él y sus planes de paz, en el Parlamento de Jerusalén. La oposición no obtuvo los 61 votos reglamentarios que hubieran hecho caer a Barak, aunque ganó la votación por 54 votos contra 52.
El voto unitario de las milicias parlamentarias de la derecha Likud, dirigidas por el general Ariel Sharon, a las que se unieron las fuerzas ultraortodoxas de Shas, la de los colonos del Partido Nacional Religioso, la de los nacionalistas de la Unión Nacional, los ex emigrantes rusos de Israel Be Aliya y algún otro más, cosecharon en total 54 votos, pero no lograron su objetivo; hacer caer el Gobierno de Ehud Barak e impedir la celebración de la cumbre de Camp David con los palestinos.La votación en favor de la moción de censura -"contra las concesiones de Barak y sus capitulaciones ante Yasir Arafat incluso antes de la cumbre de Estados Unidos"- no logró la cifra mágica de los 61 votos, que corresponde a la mitad más uno de una Cámara de 120 diputados, que, según la ley de 1996, confirma las mociones de censura y certifica la muerte de los Gobiernos, obligando a la celebración de elecciones anticipadas.
Barak, que consiguió el apoyo de 52 diputados, básicamente de su propio Partido Laborista, de los laicos de Meretz, del Partido de Centro y de las formaciones árabes, logró asimismo la abstención favorable de dos fuerzas diatralmente opuestas: la Unidad de la Tora y Judaísmo y el partido laico Shinui. La abstención de los cinco diputados de la Thora era una manera de agadecerle a Barak la aprobación de una ley reciente por la que se exime de hecho a los estudiantes de los seminarios judíos (yeshivas) el cumplimiento del servicio militar. La abstención de los laicos de Shinui era, precisamente, una represalia contra la aprobación de esta ley.
En cualquier caso, Barak no se siente abandonado. Así lo aseguró ayer a los parlamentarios, a los que indicó que no partía hacia Estados Unidos sólo, ya que se llevaba con él "el apoyo de millones de personas que nos han llevado al poder; los ciudadanos que quieren la paz, que quieren dar una última oportunidad a la esperanza". "Tenemos un mandato claro del pueblo", había repetido ayer Barak, una y otra vez, incansablemente, ante el Parlamento de Jerusalén, reafirmándose en su decisión de buscar una salida negociada al conflicto histórico con los palestinos.
Improperios del Likud
Barak, tratando de hacerse escuchar por encima de las interrupciones y de los improperios de los diputados de la oposición Likud, recalcó que lo único que hacía era seguir los pasos de Menahem Beguin, el primer ministro -también del Likud- que en 1978 firmó en Camp David un tratado de paz histórico con el presidente egipcio Anuar el Sadat. "Parto hoy de la Jerusalén unificada, la capital eterna de Israel, hacia Camp David con el objetivo de finalizar con la obra de paz iniciada por Beguin y continuada por Isaac Rabín", clamaba Barak a la Cámara, tratando de silenciar los gritos de la oposición.Al primer ministro israelí le espera a su vuelta de EE UU una misión importante y dificil: remodelar la coalición gubernamental deshaciéndose de los aliados infieles que le han ido traicionando en los últimos meses. Para Barak, la alternativa no es un Gobierno de gran coalición nacional. Lo dejó claró antes de partir, cuando, en una reunión de sus ministros y de líderes del Partido Laborista, se suscitó esta posibilidad, insinuada y defendida por un amplio sector de la clase política israelí.
Barak, que cuenta por ahora con las únicas garantías de su propio partido, el laborista, y el Partido de Centro, que lidera Isaac Mordejai -inculpado en un intento de violación-, trató en las horas previas a su salida de Israel sondear a algunos de los partidos que han quedado al margen de la contienda. Para empezar, lo hizo con Meretz, que abandonó el Gobierno tras la primera crisis con el Shas. La respuesta de su líder, Yosi Sarid, fue clara: "Sólo volveré si no vuelven al Gobierno los ultraortodoxos de Shas".
Además, los hombres de Barak han lanzado cables en las últimas horas a otras dos formaciones: Un Solo Pueblo, que lidera Amir Peretz, y Shinui (Cambio), a cuyo frente está el periodista Tomy Lapid. Las dos formaciones, rabiosamente laicas, han puesto a Barak sus condiciones: importantes mejoras salariales y no sentarse con Shas en el Gobierno.
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