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La auditoría al laboratorio señalado por la presunta fuga de la peste porcina deja todas las hipótesis abiertas

El informe sostiene que las instalaciones son seguras para trabajar con el virus, pero no descarta el escape, según la Generalitat

Laboratorio fuga peste porcina

Todas las hipótesis siguen sobre la mesa. La auditoría realizada al Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) ―el laboratorio de la Generalitat señalado por la presunta fuga de la peste porcina― no ha llegado a ninguna conclusión sobre el origen del brote, según ha explicado este lunes el consejero de Ganadería, Òscar Ordeig, durante una visita a la empresa Càrniques Juià, en Girona. Solo la comparación exhaustiva del ADN de los virus de dentro y de fuera del laboratorio, que todavía no ha terminado, aclarará el origen del patógeno. Esa será “la prueba del nueve”, ha declarado el consejero. La auditoría al CReSA ha constatado que sus instalaciones “son aptas para el trabajo seguro con el virus”, pero los autores “han identificado algunas propuestas de mejora para reforzar todavía más determinados procesos”, según Ordeig, que no ha detallado esas proposiciones.

“Hoy no tenemos ninguna evidencia que diga que el virus ha podido salir del laboratorio. ¿Cuál será la prueba definitiva? La secuenciación, que quiere decir comparar el ADN del virus encontrado en los jabalíes en el medio natural con el de todas las muestras con las que se investigaba en el CReSA”, ha señalado el consejero. “Si no coinciden, se descarta al 100%”, ha afirmado. Ordeig también ha destacado que las negociaciones con países importadores de producto porcino español avanzan para que acepten la regionalización de las exportaciones desde España, rechazando solo la carne de las granjas más cercanas al foco en Barcelona. El 78% ya ha suscrito el acuerdo con la Generalitat.

El propio consejero defendió el 19 de diciembre que no había “ningún indicio” de que el virus escapase del CReSA, pese a que el laboratorio estaba en obras y trabajaba con el virus en los mismos días en los que apareció el primer jabalí infectado con una cepa muy similar, a tan solo unos cientos de metros de la instalación, que carece de doble vallado. La enfermedad estaba erradicada de España desde 1994 y no está en Francia, lo que descarta que el patógeno llegase a bordo de un animal silvestre caminando. Las hipótesis sobre la mesa van desde un alimento foráneo contaminado tirado a la basura y devorado por jabalíes hasta el escape de un centro científico o un sabotaje.

Fue el propio Ministerio de Agricultura el que planteó la hipótesis de la fuga de un laboratorio el 5 de diciembre y se la comunicó a la Guardia Civil, después de que los análisis preliminares del ADN del virus revelasen que pertenece a una cepa inexistente, o al menos desconocida, en la naturaleza. Tan solo un día después, el sábado 6 de diciembre, la Generalitat anunció una auditoría centrada en el CReSA. Aquel mismo lunes, el consejero Òscar Ordeig detalló que la coordinadora científica del informe sería la veterinaria Laura Pérez, responsable de la seguridad biológica del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA-INIA), otro búnker que investiga patógenos peligrosos en busca de nuevos tratamientos y vacunas, en el municipio madrileño de Valdeolmos.

El CReSA se negó a confirmar públicamente que su instalación llevaba más de dos meses en obras, como reveló este periódico el 10 de diciembre. Los trabajos consisten en ampliar 3.000 metros cuadrados la zona de laboratorios de alta seguridad, que en la actualidad ocupa 4.500. Una vez publicada la noticia, el CReSA rompió su silencio y aseguró que la dirección de la obra “certifica que no se ha producido ninguna incidencia que pudiera haber afectado a la bioseguridad”, pero reconoció movimientos de tierras y un corte en el suministro de gas.

El centro, dependiente de la Generalitat, también se ha negado a confirmar públicamente si trabajaba con el virus de la peste porcina africana los días previos a que apareciese el primer jabalí muerto a cientos de metros, el 25 de noviembre. Sin embargo, el CReSA solicitó autorización para realizar un experimento en octubre y noviembre con 15 cerdos expuestos a un virus de una cepa recolectada en Georgia en 2007 y muy similar a la detectada ahora en los jabalíes de Barcelona, según la documentación enviada a la Comisión Nacional de Bioseguridad y publicada por EL PAÍS el 12 de diciembre. El Consejo interministerial de organismos modificados genéticamente autorizó la ejecución de ese ensayo.

Los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil entraron a primera hora del 18 de diciembre en el CReSA, por orden del juzgado de instrucción número 2 de Cerdanyola del Vallès, que investiga el origen del brote. El centro de la Generalitat ya había entregado voluntariamente muestras de sus virus, pero los agentes se llevaron más. El material se está analizando en el Laboratorio Central de Veterinaria del Ministerio de Agricultura, en la localidad madrileña de Algete, y en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona. Si se detectan similitudes con tramos de ADN característicos del virus de los jabalíes de Barcelona, se realizará un análisis exhaustivo de confirmación en el laboratorio de referencia de la Unión Europea, el CISA-INIA, en Valdeolmos. Hasta la fecha, los análisis genéticos preliminares no han sido concluyentes.

El comité auditor estaba formado por cuatro expertos independientes y otros dos vinculados al laboratorio barcelonés. Entre los externos figuraban, además de Pérez, el virólogo Massimo Palmarini, del Centro Médico de la Universidad Erasmus de Róterdam; el veterinario Gorka Aduriz, del instituto agrario vasco Neiker; y Gonzalo Pascual, responsable de seguridad biológica del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid. Su informe sobre el CReSA valida los sistemas de bioseguridad, la gestión interna, la formación del personal, el control de accesos, la gestión de residuos y los protocolos de envío de muestras, según un escueto comunicado de la Generalitat, que no informa de las propuestas de mejora realizadas por los auditores.

El propio jefe de la unidad de biocontención del CReSA, Xavier Abad, era uno de los seis miembros del comité auditor. Este virólogo lanzó una advertencia en sus redes sociales el 14 de noviembre: “Los accidentes en laboratorios o en instalaciones que manejan patógenos existen”. Dos semanas después, apareció a cientos de metros del laboratorio el primer cadáver de un jabalí infectado por el virus. La sexta persona del comité era la veterinaria Diana Ramírez, jefa de la Plataforma de Infraestructuras Animales del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), la empresa pública catalana de la que depende el CReSA.

Ordeig ha explicado que el Govern ha creado el Plan de Bioseguridad 360, con una docena de medidas con el objetivo de “aumentar la vigilancia y bioseguridad” de las explotaciones porcinas y toda la cadena de valor del sector. “Hemos trabajado para hacer un refuerzo de la bioseguridad en nuestras granjas”, ha dicho.

Entre las medidas se incluye realizar un análisis de riesgo de las explotaciones, trabajar con los transportistas para reforzar la desinfección y la creación de una comisión técnica con el sector para trabajar conjuntamente las medidas y hacer seguimiento. También se creará un espacio para que todas las administraciones acuerden las actuaciones necesarias, se revisarán las encuestas de bioseguridad anuales, se revisarán los autoconsumos y se estudiarán buenas prácticas que se usan en otros países.

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