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59ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Marina publica sus 'Crónicas de la ultramodernidad'

Cuenta el filósofo y profesor de secundaria José Antonio Marina que lleva unos cuantos años leyendo las revistas femeninas, desde Telva a Ragazza. ¿Con qué objetivo? Analizar, dice, qué modelos de conducta propagan entre sus lectores. Es un ejemplo de la manera con que el autor de Teoría de la inteligencia creadora entiende el trabajo del filósofo: el de un guía -él habla de "detective privado"- que descubra, analice, explique y reúna los fragmentos de los que está hecha la realidad para hacerla más habitable. Y esto, en un tiempo en que el conocimiento no está precisamente de moda. Sin embargo, Marina insiste: "El conocimiento es valioso porque nos hace vivir mejor". Anagrama acaba de publicar Crónicas de la ultramodernidad, una compilación de algunos de sus artículos y conferencias, escritos a lo largo de los últimos cinco años, comentados por el autor y transformados en una especie de "biografía de un sistema haciéndose o de autobiografía intelectual", en palabras de su editor, Jorge Herralde.El objetivo de cada uno de estos textos es "filosofar sobre el presente", dice Marina, y atraer a un público lo más amplio posible. Tomados en conjunto, demuestran una voluntad de superar la tendencia de la filosofía a encerrarse en sí misma: "Hoy en día se ha estancado en hermenéuticas infinitas", opina. Por el contrario, Marina quiere ofrecerla como "un servicio público". Se trata de una "filosofía cotidiana" que se pregunta cuáles son los problemas que amargan a la gente en su vida corriente. Asimismo, como ya ha apuntado en las obras que ha ido publicando en los últimos años y en línea con las teorías de Daniel Goleman, Marina pretende divulgar un nuevo concepto de inteligencia más amplio que aquel que la vincula exclusivamente al conocimiento y a la razón, idea heredada de siglos atrás. Lo explica así: "La función de esta nueva idea de inteligencia es dirigir el comportamiento para salir bien de la situación en que nos hallamos".

En consecuencia, continúa el autor de El laberinto sentimental, "el concepto ultramoderno de inteligencia no culmina ya en la ciencia, sino en la ética". Algo cuya propagación tendría vital importancia, a su juicio, en el mundo educativo. Y es que el Marina profesor de instituto tiene una idea poco convencional de lo que conviene a sus alumnos. Considera, por ejemplo, que no es tan importante que un chico estudie historia de la filosofía como que se le enseñe, filosóficamente, a resolver sus problemas cotidianos: cómo relacionarse con sus miedos, con su familia, con sus compañeros, con la política y con el mundo del trabajo, entre otras cosas.

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