Schröder cree que el proyecto de defensa de EEUU arriesga la cohesión de la OTAN
El presidente norteamericano, Bill Clinton, y el canciller federal alemán, Gerhard Schröder, coincidieron ayer en estimar de forma positiva el fortalecimiento de Europa como sujeto capaz de actuar en materia de seguridad dentro de la OTAN, pero mostraron que los aliados de ambos lados del Atlántico tienen algunas diferencias de peso. Schröder aprovechó la entrega del Premio Carlomagno a Clinton en la ciudad de Aquisgrán para mostrar públicamente su preocupación por el proyecto para construir una defensa antimisiles en Estados Unidos (NMD en terminología inglesa).
Clinton, a su vez, se erigió en abogado de la integración de Turquía y Rusia en Europa y exhortó a los europeos a no cerrar sus fronteras orientales, cualquiera que sea la orientación que tome Rusia en el futuro. El intercambio de argumentos políticos controvertidos se realizaba en vísperas del viaje que Clinton emprende hoy a Moscú para entrevistarse con el presidente ruso, Vladímir Putin.Más allá de los elogios y los símbolos que jalonaban la ceremonia ante distinguidos huéspedes como el rey Juan Carlos y el presidente checo, Vaclav Havel, los problemas que existen en las relaciones entre Europa y EEUU emergían ayer en la plaza situada frente a la soberbia catedral de Aquisgrán. Clinton, que la víspera en Berlín había debatido sobre el proyecto del escudo antimisiles con Schröder, no volvió a mencionar el tema. Schröder agradeció al presidente norteamericano su promesa de ponderar los aspectos relevantes de seguridad y desarme cuando se tome la decisión, en el caso de que ésta sea técnicamente posible, y dijo que "esto incluye considerar el impacto en otros Estados importantes, así como las posibles consecuencias para la cohesión de la Alianza Atlántica". El canciller subrayó, no obstante, que era el derecho soberano de Estados Unidos tomar las decisiones que consideren necesarias para su seguridad externa.
Clinton, por su parte, pidió a los europeos que concluyan las "dos grandes tareas inacabadas" en el proceso de la construcción de una Europa unida. La primera tarea, dijo, es convertir el sureste del continente en una parte del resto de Europa. "Nuestro fin debe ser la desbalcanización de los Balcanes", afirmó el presidente norteamericano, que abogó por convertir el Pacto de Estabilidad de los Balcanes, a cuya gestación contribuyó decisivamente Alemania, en un polo magnético más poderoso que los viejos odios. En ese marco de la integración del sureste europeo, Clinton situó a Turquía. "Aplaudo la decisión de la UE de tratar a Turquía como un candidato real a ser miembro. Espero que tanto Turquía como la UE darán los próximos pasos", dijo Clinton, que no mencionó los criterios en derechos humanos que son necesarios para que Ankara pueda dar efectivamente ese paso. El presidente argumentó que el ingreso de Turquía en la UE ayudaría a una "reconciliación más rápida con Grecia", a la resolución del problema de Chipre, y sería bueno "para el mundo entero, dividido por diferencias religiosas".
En cuanto a Rusia, Clinton manifestó que Occidente debe colaborar con este país para potenciar la estabilidad, la democracia y la cooperación con Occidente, así como la integración en las instituciones globales. El presidente se mostró, sin embargo, reservado sobre el futuro papel de Rusia en Europa y confesó que no se sabe todavía si se mantendrán "las libertades democráticas duramente ganadas". "No sabemos", añadió, "si definirá su grandeza con criterios del pasado o del futuro". Occidente debe hacer todo lo posible, según Clinton, para potenciar una Rusia que sea "totalmente parte de Europa". "Esto significa", sentenció, "que no se pueden clausurar las puertas ante Rusia, ni las de la OTAN ni las de la UE". "La alternativa sería un futuro de competencia perjudicial entre Rusia y el resto, y el fin de nuestra visión de un continente no dividido". Incluso si Rusia decide que "no tiene interés en unirse a las instituciones europeas o transatlánticas, debemos estar seguros de que, en el proceso de ampliación de la UE y la OTAN, las fronteras orientales son puertas para Rusia y no barreras para el comercio, los viajes y la cooperación en materia de seguridad". En último extremo, Clinton ve un papel para la Alianza Atlántica en las tareas inacabadas de Europa. "Los pasos necesarios para que el abrazo de la unidad europea se extienda al sureste de Europa y a Rusia indican que la alianza transatlántica continúa teniendo importancia para Europa y para América", sentenció.
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