Las cartas de Juan Rulfo enamorado resucitan la leyenda de un autor único
Su viuda, Clara Aparicio, presenta unos textos "que iban a las estrellas"
Entre 1944 y 1950, Juan Rulfo escribió decenas de cartas de amor a la adolescente Clara Aparicio. Cartas tiernas, dulces, entregadas, que sedujeron a Clara: "Iban a las estrellas, veías el mundo entero". Ella las guardó, sin que él lo supiera, a través de 38 años de matrimonio. Ahora las edita Debate con el título Aires de las colinas, y junto a la reedición de los dos títulos que forjaron la leyenda de Rulfo, El llano en llamas y Pedro Páramo.
Clara Aparicio ha resucitado estos días en Madrid la mítica figura de Juan Rulfo (1917-1916), el autor mexicano que alcanzó la eternidad literaria con una novela corta en la que hablaban los muertos y un libro de relatos. Aparicio parece frágil y muy insegura a sus 70 años, pero defiende a muerte a su marido. Justifica el estigma de bebebor que le colgaron ("todos nos equivocamos y tenemos algún defecto, y él sufrió mucho por no poder escribir nada más que Pedro Páramo"), y lo exculpa de "los ataques de aquellos hombres difíciles, que lo presionaron mucho y quisieron hacerse famosos a su costa, diciendo incluso que lo ayudaron a escribir la novela".Con ella y con sus hijos Claudia y Juan Carlos, que la acompañaron a Madrid, y Pablo, que se apareció, por vídeoconferencia, en la Casa de América desde México, vuelve a la memoria la figura rubia y los ojos tristes de aquel vendedor de neumáticos que, según Aparicio, presumía de ser el mejor comerciante de México. Un hombre sin vanidad, a la vez, que vivió obsesionado por escribir aquel libro "que siempre llevó dentro". Cuando lo logró, "fue tan feliz que ya no pudo ni quiso volver a publicar".
Lo intentó, pero siempre rompió todo diciéndole a su mujer: "Ay, mamacita, me volvió a salir Pedro Páramo".
Quizá por eso sorprende más que Clara Aparicio haya dado a conocer al mundo (el libro se publica simultáneamente en Argentina -Editorial Suramericana- y México -Plaza Janés-) estas 81 cartas inéditas, personalísimas, llenas de declaraciones de amor juvenil y de diminutivos infantiles. Cartas que Clara ha guardado durante 50 años en una caja que Rulfo nunca llegó a conocer.
¿Qué hubiera pensado él al verlas editadas? Aparicio cree que "habría estado feliz" de ver la expectación que ha levantado su publicación. Víctor Jiménez, presidente de la Fundación Juan Rulfo, afirma que el valor de la correspondencia va más allá de lo personal, porque "da a conocer la gestación de un escritor, la evolución de su lenguaje literario". Alberto Vital, encargado del prólogo y la edición, considera, por contra, que las cartas enseñan el estilo del autor "en plenitud".
"Poco a poco"
Sin decirlo expresamente, Clara Aparicio quiere dejar claro que no hubo razones económicas en su decisión de dar luz a estos inéditos, que llegaron a Constantino Bértolo (editor de Debate) a través de la Fundación Juan Rulfo y la agencia de Carmen Balcells: "Las publiqué sólo para que todo el mundo conozca al verdadero Juan Rulfo, al Rulfo que yo conocí".
Aparicio añade que es mentira, como se ha dicho, que Rulfo escribiera Pedro Páramo en dos años: "La fue haciendo poco a poco, y en las cartas se nota que me pedía fuerzas para impulsarlo a escribir. Yo le decía 'tú puedes, tú puedes'. Y pudo. ¿Por qué no escribió más? En Pedro Páramo sacó todo lo que tenía. Ya no había más".
Tal vez el mayor mérito de estas cartas es que enseñan el alma y la intimidad de una etapa crucial de Juan Rulfo. Las empieza a escribir con 27 años, sintiéndose todavía huérfano, endurecido por el correccional de Guadalajara donde vivió, lejos de su amada once años menor. Las acaba con el corazón lleno de esperanza.
Había conocido a Clara, cuando ella tenía 13 años, en el Café Nápoles de Guadalajara. Desde ese día no dejó de buscarla. Cuando la encontró, ella lo emplaza a esperarla tres años para casarse con él. Y él no sólo la espera, sino que se lo agradece con una ternura infinita. "Yo era muy chamaca, y al principio no distinguía lo que decía. Mi mamá las leía primero, y luego me las daba. Poco a poco, noté que allí había una dulzura muy especial, como si hablara a una niña. Una dulzura que te llevaba muy lejos. Cuando las entendí, ya no me gustaron más mis amigos, ya no quería platicar con ellos".
Luego, la cosa cambió. Empezaron a verse. Con las tres hermanas de Clara. Iban al cine, al teatro... "Le salía muy caro". Llegó luego la boda, los hijos, los problemas. "Y sí, teníamos dinero. Pero yo no lo tenía a él".
47 minutos 'A fondo'
Coincidiendo con la edición de las cartas inéditas de Rulfo, la productora Editrama lanza un documento excepcional: el vídeo de la entrevista que Joaquín Soler Serrano le hizo a Juan Rulfo en 1977, para el programa de TVE A Fondo. Son 47 minutos en los que el autor de Pedro Páramo vence su "pánico congénito a la multitud, a la gente", y conversa sobre su vida, sus pasiones, sus inquietudes y su obra literaria.
El testimonio de Rulfo sirve para inaugurar la segunda parte de la Videoteca de la memoria literaria, iniciativa dirigida por Gonzalo Herralde que desde 1998 ha recuperado ya 13 entrevistas con escritores españoles y latinoamericanos.
La nueva entrega consta de 14 títulos, que incluyen a autores como Rafael Alberti, Manuel Puig, Joan Brossa, Manuel Múgica Láinez, Dámaso Alonso, Gabriel Celaya o José Luis Aranguren.
"Se trata de acercarse a los grandes autores, de conocerlos mejor para atraer a nuevos lectores", asegura Herralde.
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