La Eurocámara decide la eliminación gradual de los transgénicos resistentes a los antibióticos El Parlamento rechaza que los productores paguen indemnizaciones en caso de daños
El Parlamento Europeo ha endurecido las condiciones de uso de las semillas transgénicas en la UE. La Cámara aceptó ayer que, a partir de 2005, se limite el uso de estos organismos cuando sean resistentes a los antibióticos y puedan tener efectos negativos para la salud y el medio ambiente. También ha incrementado las condiciones de seguridad que deben rodear a estos cultivos. Pero rechazó la propuesta de hacer responsables civiles a las empresas por los daños que causen sus semillas. La Cámara cree que eso debe regirse por una norma general, no restringida a los transgénicos.
Este texto legislativo tiene por objeto acotar y controlar el uso de semillas transgénicas, debido a las incertidumbres sobre los daños que pueden causar, y sobre si se pueden diseminar de forma accidental. Afecta a las semillas que se utilizan para sembrar, pero también a las almacenadas y a las que se pueden dispersar de modo no deseado, por ejemplo si vuelca un camión, o si el viento las aleja durante una siembra y acaban contaminando un terreno adyacente. Políticamente, esta directiva tiene importancia, porque significa la transposición al derecho comunitario de los acuerdos alcanzados en enero por la comunidad internacional en el llamado Protocolo de Bioseguridad de Montreal.
Las propuestas del Parlamento han sido introducidas -o rechazadas- en forma de enmiendas a la propuesta de directiva de la Comisión Europea sobre la liberación de transgénicos. Las enmiendas con las que el Parlamento quiere endurecer el texto pactado por el Consejo de Ministros de la UE deberán ahora ser pactadas por ambas instituciones a través del llamado proceso de conciliación. Fuentes comunitarias daban casi por segura la aprobación de las normas que endurecen el uso de transgénicos resistentes a los antibióticos porque contaron con el apoyo de la Comisión Europea.
Sin efecto inmediato
La Eurocámara rechazó la propuesta de que ese tipo de semillas sea limitado de forma inmediata, pero aceptó que lo sea a partir de 2005. El texto aprobado señala que "los Estados miembros y la Comisión asegurarán que los transgénicos que contienen genes que expresen resistencia a los antibióticos de uso médico y veterinario deberán ser tenidos particularmente en cuenta cuando comporten un riesgo para el medio ambiente a fin de identificar y eliminar para 2005 los marcadores de resistencia a los antibióticos que puedan tener efectos negativos en la salud y en el medio ambiente".
Los genes que confieren resistencia a los antibióticos son un mero residuo del proceso de manipulación previa del material genético en el laboratorio, y no están activos en las plantas transgénicas. El hipotético riesgo que plantean es que puedan, de algún modo, saltar de la planta a una bacteria del entorno, lo que podría provocar que esa bacteria se hiciera resistente a los antibióticos.
Estas resistencias son un problema creciente en los países occidentales, pero sus causas no tienen por el momento nada que ver con los transgénicos, sino con el abuso de los antibióticos por parte de médicos, pacientes y ganaderos.
El pleno endureció también las cautelas sobre la diseminación de polen transgénico al exigir que tanto los Estados como la Comisión garanticen que se evalúe caso por caso la repercusión medioambiental que puede ocasionar la transferencia de genes a otros cultivos, aunque sin aprobar medidas concretas. También se limita la libertad de exportación de estas semillas. Un país no podrá autorizar las exportaciones si antes no ha sido autorizada la importación por las autoridades del país importador.
Se ha ratificado la enmienda que la Cámara introdujo ya en la primera lectura del texto y en la que se obliga a que las etiquetas contengan el texto "este producto contiene o consiste en organismos genéticamente modificados" y las autorizaciones se limitan a un periodo de 10 años, en lugar de por tiempo ilimitado como en la actualidad.
En el conjunto de la UE ha sido autorizada la comercialización de 18 organismos genéticamente modificados entre diciembre de 1992 y octubre de 1998. Cinco países (Francia, Dinamarca, Italia, Grecia y Luxemburgo) han suspendido la concesión de nuevas autorizaciones de siembra y comercialización, aunque han mantenido la validez de esas 18 autorizaciones previas.
Los dos grupos fuertes del Partido Popular Europeo (PPE), alemanes y británicos, impidieron que prosperara una de las enmiendas más duras, la que pretendía introducir la responsabilidad civil de los causantes de daños a la salud o el medio ambiente porque los transgénicos no son los únicos causantes de daños al medio ambiente. El texto defiende que la responsabilidad por esos daños quede establecida a través de normas a escala comunitaria en materia de responsabilidad ambiental que serían de aplicación en todos los casos y no exclusivamente en materia de organismos transgénicos.
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