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El principio de precaución se abre camino en la ley europea

Javier Sampedro

Las restricciones acordadas ayer por Estrasburgo abren la vía a la utilización en la legislación europea del llamado principio de precaución, por el que los países de la UE podrán tomar medidas de bloqueo -prohibir la siembra de determinado producto, o negarse a importarlo- aduciendo dudas razonables, o incluso una mera información insuficiente sobre ese producto, sin necesidad de evidencias científicas sólidas sobre sus riesgos.El caso de las semillas transgénicas que contienen genes de resistencia a los antibióticos es un ejemplo perfecto. Por el momento no existe ninguna evidencia científica sólida de que esos genes puedan saltar accidentalmente a las bacterias del entorno y hacerlas así resistentes a los antibióticos. Al contrario, el equipo de John Heritage, de la Universidad de Leeds (Reino Unido) presentó el mes pasado, en un encuentro de la Sociedad Británica de Investigación Animal celebrado en Scarborough, los resultados de un experimento diseñado a propósito para detectar esas posibles trasferencias de genes de resistencia a antibióticos a las bacterias. No encontraron ninguna, aunque siguen buscando.

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El problema de las bacterias resistentes a los antibióticos es realmente grave. Pero sus tres principales causas están muy bien identificadas por los especialistas en microbiología clínica: muchos médicos recetan demasiados antibióticos, muchos ciudadanos los consumen innecesariamente, y muchos ganaderos abusan de ellos en el pienso. La contribución de las semillas transgénicas a este fenómeno es, por el momento, una mera hipótesis sin el menor aval experimental.

Éxito en Montreal

Con todo, la introducción del principio de precaución en el Protocolo de Bioseguridad de Montreal, firmado por 130 países en enero pasado, fue un gran éxito diplomático de la Unión Europea en esa negociación. Ese principio puede constituir una herramienta eficaz para evitar que las multinacionales biotecnológicas norteamericanas, principales impulsoras de las semillas transgénicas, acaparen el mercado europeo para esos productos agrícolas.

En compensación, la gran derrota europea en la misma reunión de Montreal fue que Estados Unidos impidió que el Protocolo de Bioseguridad obligara a los exportadores de semillas a identificar con una etiqueta o prospecto detallado qué productos transgénicos contiene cada cargamento, y qué se sabe sobre sus posibles riesgos. En cualquier caso, los exportadores estadounidenses tienen cada vez más problemas para colocar sus semillas transgénicas en Europa.

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