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Londres investiga el contagio del mal de las 'vacas locas' a 10 embarazadas

Isabel Ferrer

El instrumental quirúrgico utilizado en un hospital británico para la cesárea de una paciente afectada por el mal de Creutzfeldt-Jakob (equivalente humano de la enfermedad de las vacas locas) fue aprovechado luego con otra decena de parturientas que habrían podido contagiarse de dicha dolencia mortal. El Gobierno ha abierto una investigación y desea saber por qué la dirección del centro no se deshizo del material como aconseja la normativa sanitaria vigente.Otros análisis paralelos deberán aclarar si la hija de la primera enferma, de 10 meses, ha heredado la patología. De confirmase, sería el primer caso documentado de transmisión materna en personas. El nombre del centro médico, en el centro de Inglaterra, no ha sido desvelado.

Sanidad tampoco ha alertado a las 10 mujeres del supuesto peligro de contagio. Según Rod Griffiths, responsable regional de salud, es mejor no preocuparlas ante una posibilidad "teórica" de que la proteína (prión) causante de la encefalopatía haya sobrevivido al proceso de esterilización. "Se trata de un mal incurable y de larga incubación. Estarían angustiadas durante años", ha dicho.

Con 51 muertes entre 18 y 40 años atribuidas en el Reino Unido al consumo de carne de res infectada con la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), la posible transmisión materna al feto es calificada de pesadilla por los médicos.

La niña enferma

La niña atendida por los expertos para saber si contrajo la enfermedad a través de la placenta está ciega, apenas se mueve y pesa menos de cinco kilos. Sus encefalogramas revelan placas formadas por la acumulación de priones en el tejido cerebral, propios de esta forma de encefalopatía. Diagnosticada oficialmente hace dos meses, su madre apenas se tiene en pie y disfruta de escasos momentos de lucidez.

La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob destruye el cerebro y el sistema nervioso y ataca a un paciente entre un millón, sobre todo a partir de los 60 años. Los priones de la nueva variante, atribuida en 1996 al consumo de carne de vacuno afectado por la EEB, migran por el organismo y han aparecido en las amígdalas y el bazo de personas mucho más jóvenes. De ahí que el Ministerio de Sanidad británico invierta en estos momentos 27.000 millones de pesetas anuales en asegurarse de que la sangre para transfusiones y sus derivados estén libres de infección.

"La detección precoz del mal gracias a los análisis de sangre de las personas o el ganado no será fiable hasta dentro de unos dos años", según Marc Turner, científico de la Universidad de Edimburgo. Por eso la transmisión materna humana, observada ya en vacas y ovejas -en estas últimas la encefalopatía se llama scrapie-, hace temer a los expertos que dispare la actual cifra de muertes de la nueva variante en el Reino Unido.

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