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Cebrián dice que el franquismo tiñó de mediocridad la sociedad española El escritor presenta 'La agonía del dragón', su última novela

Miguel Ángel Villena

Tanto esperpento como horror, tanta mediocridad como represión, tanto miedo como miseria.Juan Luis Cebrián definió ayer de este modo el franquismo al presentar La agonía del dragón, una novela ambientada en Madrid durante las postrimerías de la dictadura. En tertulia con Antonio Muñoz Molina y Eduardo Sotillos, el escritor y periodista señaló que el franquismo había impregnado de mediocridad la España de la época.

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"El esperpento de la dictadura aparece en la novela tanto como el horror", comentó Cebrián anoche en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid, ante centenares de personas que habían acudido a la presentación de la novela La agonía de la dragón (Alfaguara). "La imagen de Franco, en bata y pantuflas, exclamando 'Estas cosas pasan, estas cosas pasan' al recibir la noticia del asesinato de Carrero resume esa sensación de que vivíamos bajo un régimen casposo y cutre", afirmó. Tras subrayar que la novela no partía de una memoria personal, sino en todo caso de una cierta memoria colectiva, Cebrián abogó porque no se pierda el recuerdo de la transición."La transición supuso", agregó el escritor y periodista, "la reconciliación entre los vencedores y los vencidos de la guerra civil.En esa medida, los que hablaban hace unos años de la segunda transición no se habían enterado de la primera. He escrito una novela y no un ensayo político porque me apetecía contar muchas historias entrelazadas de personajes de esa época de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Quería narrar las vicisitudes de una generación muy reprimida y atemorizada que, desde el miedo, trató de abrirse a la libertad". En una tertulia pública con el novelista Antonio Muñoz Molina y el periodista Eduardo Sotillos, el autor de La agonía del dragón resaltó que había huido de un relato maniqueo, de buenos y de malos.

"Para empezar", comentó, "la vida no es una historia de buenos y de malos. Pero, además, cabe recordar que Franco murió en la cama y que parte de la transición la protagonizaron franquistas que estaban decepcionados de su propia obra. Ahora bien, me interesa destacar en la novela que en aquella época existía un conflicto generacional, de enfrentamiento entre padres e hijos por cuestiones ideológicas que hoy ha desaparecido en buena medida". Narrada a través de las historias paralelas de miembros de una célula comunista, de un lado, y de altos cargos franquistas que se reúnen en una cafetería, de otro lado, La agonía del dragón está repleta de referencias costumbristas al Madrid de aquella época, desde los ambientes de las Cortes franquistas a los prostíbulos pasando por los ejercicios espirituales o las redacciones de los periódicos.

"El franquismo", evocó Cebrián, "impregnó nuestras vidas y estaba presente en la vida cotidiana de los españoles de la época. Si cuentas que en aquellos años te podía detener la policía por dar un beso a una chica en público, los jóvenes de hoy pensarán que estamos alucinando. Sin embargo, son cosas que han ocurrido hace apenas unos años, es decir, anteayer mismo. Se trataba de un país reprimido, encerrado y amurallado no sólo frente a las culturas del extranjero, sino también frente a su propia cultura".

Antonio Muñoz Molina comparó la narración del tétrico día en que ETA asesinó al almirante Luis Carrero Blanco con sus vivencias de adolescente en una provincia andaluza. "Después de leer el libro sentí la excitación", afirmó el novelista, "de ver cómo una novela puede ser un mecanismo que imite las infinitas interrelaciones de lo real. Me quedó la sensación horrible de que la dictadura era un sistema miserable, de medio pelo, que sólo se revelaba eficaz en su ferocidad. Suponía un reto literario difícil contar la miseria cotidiana de la dictadura de Franco".

Novela coral con multitud de personajes y de ambientes, Cebrián anunció que La agonía del dragón está planteada como la primera parte de una trilogía. Muñoz Molina habló de "novela de bullicio y de gentes diversas" y comentó que le había recordado la atmósfera de algunas novelas del siglo XIX o de Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa.

"El final de la novela, concretado en el asesinato de Carrero", manifestó Muñoz Molina, "resulta muy triste y queda plasmado perfectamente el miedo que se respiraba en aquellas fechas". Después de confesar que había disfrutado escribiendo La agonía del dragón, Juan Luis Cebrián mostró su confianza en que el resto de la trilogía no deje un aire de tristeza en los lectores.

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