DATOS PRÁCTICOS
Dirección: Correría, 116, Vitoria. Teléfono: 945 181922.Entrada: gratuita.
Horario: de lunes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 18.30. Sábados, de 10.00 a 14.00. Domingos y festivos, de 11.00 a 14.00. Lunes, cerrado.
Fecha de inauguración: En octubre de 1975, con motivo de la celebración en Vitoria del XIV Congreso Nacional de Arqueología. Desde 1967 hasta esa fecha había compartido sede con el Museo de Armería, ahora ubicado en el Paseo de la Senda.
Vitoria cuenta con una estrella en la exquisita Guía Michelín y para encontrar la razón del premio hay que acudir al número 116 de la calle Correría, donde tiene su sede el Museo de Arqueología de Álava. Allí, en el apartado dedicado a la romanización en este territorio, se encuentra la estela del jinete de Iruña en el espacio dedicado al mundo indígena previo a la llegada de los romanos. Es una imagen sencilla de un guerrero sobre su caballo, en busca de la luna que espera a los caídos en combate y que fue la ofrenda de sus jóvenes amigos en el día de su sepelio. Es una de las joyas de un museo enclavado en el casco histórico de la capital alavesa y que cuenta con una interesante colección de piezas en las que destacan sobre todo las dedicadas a la romanización.El museo se encuentra ubicado en un edificio restaurado con esmero, en uno de los rincones más atractivos de Vitoria. Junto a restos de la ciudad medieval, el centro sufre las tiranías y goza los privilegios que le lleva estar en un edificio de estas características: la falta indiscutible de espacio se contrarresta con el sabor que emana de los muros de la casa de los Guevara-Gobeo-San Juan, aunque con el tiempo están llegando a ser mayores los inconvenientes que las ventajas de encontrarse en este pequeño palacio.
En la planta baja -y por razones de peso, en el sentido literal de la expresión- se han ubicado las lápidas y estelas encontradas en Alegría, Alaiza o Ibarguren. Entre ellas destaca el miliario, piedra cilíndrica colocada en el margen de las calzadas romanas para anunciar al viajero una villa próxima o, como sucede en este caso, para informarle de quién había proyectado la vía por la que estaba circulando, aquí el emperador Póstumo, en el año 259.
Cerca se muestra la llamada Dama de Iruña, una escultura femenina descabezada que se encontró en los alrededores del oppidum de Iruña en 1845. Realizada en mármol blanco, se piensa que pudo representar a la diosa Ceres, a la Fortuna o a Livia, la esposa del emperador Augusto. Con relación a esta poderosa figura hay una anécdota verdadera, pero aparentemente inverosímil. En el parque vitoriano de Molinuevo se encontró un pedazo de mármol que pertenecía a una figura mayor. Los arquéologos rápidamente vieron que ensamblaba a la perfección con la Dama de Iruña. Tras la correspondiente investigación se halló la explicación al hallazgo de este fragmento tan lejos de donde se había encontrado la pieza madre: la tierra con la que se había creado aquel jardín procedía de la cantera de Iruña de Oca.
Estas labores de rastreo que conlleva el trabajo del arqueólogo se traducen luego en la recreación de la vida del hombre en la época correspondiente. El museo no engaña al visitante: una cosa son los hallazgos arqueológicos, otra las conclusiones que presentan los expertos. Así, en la última planta -la primera en el orden recomendado de la visita-, se muestran las piezas correspondientes a la Prehistoria, bien diferenciadas de las recreaciones de los arqueólogos.
Ahí están repartidos desde los primeros cantos tallados hasta los collares y otros abalorios que acompañaban a los muertos en sus enterramientos bajo los dólmenes. Son unos 200.000 años de historia del hombre basados en el trabajo de la piedra que concluyen con exquisitas puntas de flecha y lanza. En esta planta, ordenada como si fuera un poblado prehistórico, destacan la vitrina dedicada a reproducir los poblados en que vivían y los instrumentos que utilizaban los hombres de la Edad de Piedra, y la que expone algunas nociones de paleopatología, la ciencia dedicada al estudio de las enfermedades a partir de los hallazgos arqueológicos. Aquí, los casos de artrosis comparten espacio, por ejemplo, con el de una niña de 12 años habitante del poblado de La Hoya a la que le cortaron el brazo de un tajo, en la última batalla que tuvo lugar en esta aldea.
En la primera planta se exhiben las mejores piezas del museo sobre la romanización. Son indiscutibles los hallazgos que se han dado en Álava respecto a este periodo. Ahí está el oppidum de Iruña para confirmarlo. En una disposición opuesta a la de la Prehistoria, que refleja la aparición del concepto de civilización, el museo ha tratado de que el visitante comprenda con la sola exposición de las piezas distintos aspectos del Imperio Romano.
La estrella Michelín de Vitoria
Rescatado ahora como exposición temporal, el yacimiento de San Juan ante Portam Latinam es uno de los elementos que hacen imprescindible la visita al Museo de Arqueología de Álava. Se trata de un enterramiento colectivo de 289 personas (en su mayor parte guerreros, pero también mujeres y niños) que se encontró de forma casual en abril de 1985 cerca de Laguardia. Es lo que hoy se llamaría una fosa común: la mayor parte de los esqueletos muestran inequívocos signos de una muerte violenta. Además no tuvieron un entierro normal, dado el lugar que se eligió para la inhumación, un abrigo natural, donde fueron amontonados y cubiertos de tierra.Esta falta de respeto con los muertos queda patente en la disposición en que fueron encontrados los esqueletos. No sé sabe a ciencia cierta si los muertos son los que llegaban o los que estaban afincados en su territorio (los expertos se inclinan por la primera posibilidad), pero lo que está claro es que el exterminio fue total: las huellas de las flechas en los esqueletos son determinantes, no en vano este yacimiento arqueológico está considerado como uno de los mejores de todo el mundo por los paleopatólogos.
Así, se puede ver un craneo con una flecha incrustada, al igual que otros esqueletos con dardos en la pelvis o en la columna vertebral. En San Juan ante Portam Latinam se han encontrado también indicios de uno de los primeros cánceres que se conocen, una metástasis ósea.
Ésta es una muestra ejemplar de la riqueza del museo. Además de las citadas, también se pueden destacar el juego de tres en raya o el colgante fálico que se exhiben en la sala de la Romanización junto con el tesoro de Aloria, conjunto de monedas romanas halladas cerca de Amurrio. Como todo buen museo de arqueología, en el de Álava cada pieza es imprescindible porque cuenta la historia de una o más vidas. La labor de los diferentes grupos de arqueólogos en el territorio alavés supone además todos los años un aumento en los fondos de decenas de metros lineales de cajas.
Toda la recreación e investigación del pasado que muestran las piezas tienen su complemento en la cuidada biblioteca del centro (más de 8.000 volúmenes), verdadera muestra del trabajo de estudio del museo.
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