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Las promesas populistas de Lavín irritan a sus adversarios e incomodan al Gobierno de Chile

ENVIADO ESPECIALJoaquín Lavín, de 46 años, candidato de la derechista Alianza por Chile en las elecciones presidenciales del domingo próximo, no tiene límites a la hora de hacer promesas para ganar votos. Hasta el punto de que en alguna ocasión sus palabras han quedado en entredicho. Como el día en que, después de criticar los frecuentes viajes del presidente Eduardo Frei, prometió en un mitin vender el avión presidencial, mientras mostraba una nave de juguete. La respuesta del Gobierno no se hizo esperar: "El avión es de la Fuerza Aérea chilena". Lavín replicó: "Recortaremos el presupuesto de viajes", y precisó que el presidente no tiene por qué viajar en un avión especial.

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Uno de los carteles de la propaganda del candidato derechista distribuidos por todo el territorio chileno invitaba a la población a participar en uno de los espacios electorales de televisión. "Envíame tus sueños de cambio", propone el cartel. "Me dijiste cuáles eran tus sentimientos, recibí tus sentimientos, me priorizaste los problemas de tu región. Ahora quiero que me envíes tus sueños e ideas para que juntos realicemos la franja televisiva del cambio". El derroche de promesas de que ha hecho gala en una larga campaña electoral el candidato de la coalición de los dos partidos de la derecha pinochetista, Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), ha irritado a sus adversarios y, en ocasiones como la del avión presidencial, ha incomodado al Gobierno.Patricio Aylwin, el primer presidente de la democracia recuperada en 1990, y que recibió la banda presidencial de manos del dictador Augusto Pinochet, considera que Lavín "es el caso típico de demagogo populista de derecha" y lo compara, entre otros, con Abdalá Bucaram, el presidente ecuatoriano depuesto por incompetencia, de quien dice: "Prometió el oro y el moro, llegó al Gobierno y se produjo una situación de ingobernabilidad. Cuando se ofrecen soluciones para todos los problemas en muy poco tiempo, como hace Lavín, se crean demasiadas expectativas que no se pueden cumplir. Ello genera insatisfacción, protestas populares y convulsión... Un Gobierno de derechas de Lavín recurriría al autoritarismo para reprimir las protestas".

La opinión de Aylwin, que enfurece a la dirección de campaña de Lavín, no sólo la suscriben los políticos de la Concertación (coalición gubernamental entre socialistas y democristianos), sino que se extiende a intelectuales o empresarios no precisamente de izquierda. Alfredo Jocelyn Holt, desde su posición de historiador, subraya que "nunca había existido en la derecha chilena el populismo y la demagogia que exhibe Lavín. Es un fenómeno extraño".

Sus colaboradores estiman que "tiene un estilo diferente de hacer política", en palabras de Sergio Romero, senador de RN, y afirman con aparente convicción que este estilo le conducirá a la victoria sobre su adversario, el candidato socialista de la Concertación, Ricardo Lagos. "Ganará por una diferencia mínima de cuatro puntos en la primera vuelta", decía ayer, con rotundidad el encargado de comunicaciones, Juan Antonio Coloma.

El nuevo estilo consiste, en lo esencial, en distanciarse de la imagen de derecha dura y del lastre del origen pinochetista. "No somos ni derecha, ni izquierda, ni centro. Somos la candidatura de todos los chilenos", repiten en la sede de campaña. Lavín trata de convencer al electorado de que es un buen gestor, y pone como ejemplo su paso por la alcaldía de Las Condes, el municipio de mayores recursos económicos de Chile, y de que le preocupan los problemas "relevantes" de la gente: desempleo (11%), contaminación, delincuencia. En cada pueblo, barrio o comuna, Lavín saluda, se abraza y se fotografía con algún familiar de una víctima de la delincuencia. Está en contra del aborto y del divorcio (tiene siete hijos y es miembro del Opus Dei).

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Los enclaves antidemocráticos dejados por la dictadura pinochetista, como los senadores designados, el Consejo de Seguridad Nacional o el poder de los militares, no han sido temas relevantes en su campaña. Ha hablado poco de Pinochet, apenas para decir que pertenece al pasado, aunque en la primera concentración organizada en Santiago por la derecha tras la detención del ex dictador, el principal orador fue Joaquín Lavín. En el tramo final de la campaña, también se refirió a las violaciones de los derechos humanos durante el régimen de Pinochet (un primo suyo del Partido Socialista desapareció en la caravana de la muerte) y pidió que quien tenga información sobre detenidos desaparecidos que la facilite. Nunca había visitado a los familiares de su primo asesinado por la dictadura, pero la campaña le forzó a ello, lo que fue muy mal recibido por algunos de los familiares y por las organizaciones de derechos humanos.

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