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Encarcelado en EEUU el primer narcotraficante colombiano entregado por Bogotá desde 1991

A las 7.30, en un pequeño y moderno avión de la Agencia Antidroga Estadounidense (DEA), salió ayer rumbo a Estados Unidos Jaime Lara Nausa, el primer colombiano en ser entregado en esta década. "Cuando esté en el avión me sentiré morir", había dicho este hombre de 30 años señalado por la DEA como el rey de la heroína. En un tribunal de Nueva York le espera un juicio por la introducción de esta droga a los mercados norteamericanos.

Decenas de policías participaron en el operativo que se inició a las seis de la mañana. Lara fue trasladado en helicóptero desde una dependencia de la policía en Bogotá, donde estaba recluido, hasta el aeropuerto militar. Desde allí, voló hasta un lugar no determinado de EEUU. La extradición ha vivido un largo vía crucis desde l979, cuando se aprobó la ley. En l985 fueron entregados los cinco primeros colombianos a Estados Unidos. Un año después el Tribunal Supremo la anuló y fue reactivada por el presidente Virgilio Barco quien, en febrero del 87, entregó a Carlos Ledher. A finales de 1990, en medio de una oleada de narcoterrorismo, se extraditaron siete colombianos más hasta que finalmente, en l991, la nueva Constitución prohibió su aplicación. En l997, en el Congreso se hizo nuevamente viable pero se fijaron condiciones: sólo para quienes cometieran delitos después de esa fecha. En turno para ser extraditados están ahora 35 personas, entre ellas 30 capos detenidos recientemente dentro de la Operación Milenio y acusados de integrar un consorcio que enviaba a Estados Unidos 30 toneladas mensuales de cocaína.

Hace apenas una semana este grupo criticó públicamente el manejo que ha dado el Gobierno a la extradición y aseguró que se está violando el derecho al debido proceso. "La simplicidad del trámite expone a todos los colombianos de bien a ser simplemente señalados, sindicados, acusados y solicitados en extradición", dice la carta escrita a mano por el supuesto jefe del grupo, Alejando Bernal, Juvenal.

La carta se conoció sólo un día después del estallido de un coche bomba en Bogotá que dejó siete muertos. Aunque en un comienzo se dio como un hecho el que detrás del acto de barbarie estaban los extraditables, que habían revivido su lema "más vale una tumba en Colombia que una celda en Estados Unidos", las investigaciones, aún débiles, apuntan a que el culpable podrían ser un grupo de narcos que pretenden quedarse con los negocios de Juvenal.

En la mira de Estados Unidos están también dos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): Granobles, el segundo hombre de esta organización, acusado de ser el autor intelectual del asesinato de tres indigenistas en marzo pasado, y Romaña, ideólogo de las llamas pescas milagrosas, secuestros que se hacen al azar en las carreteras del país.

Hace apenas una semana esta organización guerrillera condicionó la posibilidad de una tregua navideña a que el Gobierno frene las extradiciones y dé solución inmediata de los problemas económicos y sociales de Colombia.

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Este fin de semana, los portavoces de las FARC y el Gobierno se sentaron de nuevo en la mesa de negociaciones. Lo hicieron en medio de un duro enfrentamiento verbal. "No permitiré que la zona de distensión sirva para planear ataques", dijo el presidente Andrés Pastrana a raíz de la última ofensiva guerrillera. El comandante Raúl Reyes respondió de manera arrogante: "El Gobierno debe decidir si continúa los diálogos" y aseguró que esa advertencia corresponde al espaldarazo que está obligado el Gobierno a darles a los altos mandos militares y a la Embajada norteamericana.

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