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Nieto Alcaide consigue el Premio Nacional de Historia por su estudio sobre la vidriera

"Es un patrimonio abandonado", declara el autor, que investiga "ocho siglos de luz"

El historiador de arte Víctor Nieto Alcaide (Madrid, 1940) investiga desde hace 35 años el mundo de la vidriera española, que toma como "campo de pruebas" para entrar en otros aspectos de las épocas medieval y renacentista. Su estudio La vidriera española. Ocho siglos de luz, publicado el año pasado por la editorial Nerea, obtuvo ayer el Premio Nacional de Historia de España 1999, concedido por el Ministerio de Educación y Cultura y dotado con dos millones y medio de pesetas. "La vidriera es un arte plurifuncional, un elemento plástico y simbólico", declara Nieto.

El jurado del Premio Nacional de Historia de España, del que formaron parte Javier Tusell, Julio Valdeón, Antonio Truyol y Fernando García de Cortázar, puso de manifiesto "la importancia historiográfica, por su excepcional calidad, de todas las obras finalistas". Los libros finalistas fueron Francisco de Quevedo, de Pablo Jauralde; Claves históricas en el reinado de Fernando e Isabel, de Luis Suárez Fernández, y Felipe II y su tiempo, de Manuel Fernández Álvarez.El volumen premiado, La vidriera española. Ocho siglos de luz, publicado por Nerea con una tirada de 3.000 ejemplares, también ha recibido este año un galardón de los críticos madrileños de arte y el primer premio al mejor libro editado por parte del Ministerio de Educación y Cultura.

Nieto Alcaide declaró ayer que sus investigaciones, como catedrático de Historia del Arte, giran en torno a la vidriera, desde que en 1965 redactó su tesis doctoral sobre la catedral de Sevilla. Otros trabajos publicados, como La vidriera del renacimiento en España (1970), Las vidrieras de la catedral de Granada (1973), La vidriera y su evolución (1974), La vidriera medieval (1993) y Vidrieras de Madrid, del modernismo al art déco (1996), le han llevado a estudios de conjunto en los tiempos medievales y renacentistas, como Luz, símbolo y sistema visual (1978), e incluso en el arte contemporáneo, como sus publicaciones sobre Lucio Muñoz, Mompó y Canogar.

"Es una afición y una obligación", señala Víctor Nieto al recordar su primer trabajo sobre la iglesia de Miguel Fisac en Alcobendas (Madrid) y las recomendaciones de su maestro Diego Angulo para entrar en un campo que tiene escasas investigaciones. "Es una labor que había que hacer", dice al enumerar su paso por las vidrieras de las catedrales de Sevilla y Granada -ahora trabaja en las de León- hasta conseguir el primer volumen de conjunto, que abarca desde los inicios, el Císter y el gótico hasta la recuperación en este siglo.

"La vidriera presenta un problema complejo, ya que sirve para cerrar un edificio, transformar la arquitectura, los espacios interiores y como soporte iconográfico", dice Nieto Alcaide. Como lenguaje y medio de expresión, está sometido a los vaivenes de la historia, con el prestigio en el medievo y Renacimiento, el rechazo en el XVIII y su recuperación en el XIX como elemento iconográfico y arquitectónico. Las técnicas tienen menos cambios, al fijarse ya en el siglo XII la vidriera emplomada, pintada con grisalla y cocida al fuego, con algunas novedades aportadas por el modernismo, en vidriera estampada, y la más reciente incorporación del hormigón.

Nieto considera el arte como una ciencia, una disciplina humanística. "Cuando estoy en lo alto de una catedral me emociono, pero el análisis no es producto de la emoción". Es también un patrimonio artístico "abandonado, que no merece la importancia que debiera en los planes de las catedrales". En los primeros años noventa, realizó un inventario de vidrieras por encargo del Ministerio de Cultura, pero no tuvo continuidad. "Lo importante es inventariar el daño para actuar de forma inmediata".

El pintor y vidriero Joan Vila-Grau celebró ayer el premio al trabajo de Nieto Alcaide. Vila-Grau trabaja en obras de carácter público, religioso y privado y al mismo tiempo analiza desde hace 19 años las vidrieras góticas en Cataluña, sobre las que está a punto de publicar el quinto volumen.

"La vidriera es un lenguaje visual con condicionamientos de tipo técnico que hay que conocer y explorar", declara Vila-Grau. Afirma que se "ha destruido mucho por la especulación", pero observa en la actualidad un renacimiento y "una cierta conciencia de un valor a conservar".

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