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ESPACIO / Misiones futuras

Una vela solar impulsará un satélite en el 2004

A pesar de los problemas a los que se enfrenta en varios de sus programas, como los telescopios Chandra y Hubble, las misiones a Marte y la Estación Espacial Internacional, las actividades de la NASA siguen a buen ritmo. Se acaban de aprobar dos nuevas misiones científicas de tamaño medio para los primeros años del próximo siglo. Una de ellas, destinada a medir con gran precisión la posición y brillo de las estrellas, utilizará una vela solar, un viejo sueño de la ciencia ficción para el transporte espacial. La otra se centra en un tema de moda, los estallidos de rayos gamma.

La primera misión lleva el nombre de Fame y consiste en un telescopio espacial a situar en la órbita de la Tierra, diseñado para obtener con alta precisión medidas sobre la posición y el brillo de 40 millones de estrellas. Es la continuación de la misión del satélite Hipparcos de la ESA. Esta rica base de datos permitirá a los astrónomos determinar con precisión la distancia a todas las estrellas situadas en la galaxia Vía Láctea, en la que se encuentra el sistema solar, detectar grandes planetas y sistemas planetarios en un radio de 1.000 años luz del Sol y medir la cantidad de materia oscura en la galaxia, a partir de su influencia en los movimientos estelares, asegura la NASA. Las medidas serán 20 veces más precisas que las anteriores.El telescopio será lanzado en el 2004 y el director de la misión es Kenneth J. Johnston, del Observatorio Naval de Estados Unidos. El coste será de 25.000 millones de pesetas.

Decisión difícil

"En mis 21 años en NASA, ésta ha sido la decisión más difícil que he tenido que hacer", ha dicho Edward Weiler, encargado de elegir entre las propuestas. "Las misiones Midex continúan la tendencia de la NASA hacia costes más bajos por misión a través de la innovación en la planificación y operación de la misión". Hasta ahora se habían seleccionado dos de estas misiones, un satélite para explorar flujos magnéticos alrededor de la Tierra (Image) y una sonda para detectar irregularidades en la radiación de fondo (MAP). Ambas serán lanzadas el año que viene.En cuanto a Fame, Weiler recuerda que utiliza una vela solar en vez de propulsores para reorientarse de forma que pueda observar todo el cielo. Este sistema ha sido diseñado por Robert Reasenberg, del Centro para Astrofísica Harvard-Smithsonian y puede ser la clave para el alargamiento de la misión, si no hay otros problemas, ya que elimina casi totalmente la necesidad de combustible. El telescopio de Fame observa en dos direcciones a la vez y rota con un periodo de 40 minutos. La vela solar es exactamente eso, una vela, que recoge el llamado viento solar, partículas cargadas procedentes del Sol, cuya presión causa el movimiento del satélite. Es un método de propulsión futurista que no termina de despegar, aunque ya ha habido varios proyectos de hacer carreras de vehículos con velas solares para experimentarlas. Una de ellas pretendía que los vehículos fueran hasta la Luna, la rodearan y volvieran.

La segunda de la misiones seleccionadas se llama Swift y consiste en tres telescopios para obsservar los estallidos de rayos gamma, fenómenos considerados los más energéticos del universo. Estas continuas explosiones en galaxias muy lejanas presentan un gran misterio, el de su origen. Swift podrá rotar en órbita y apuntar sus telescopios, de rayos gamma, rayos X y óptico-ultravioleta, a los estallidos pocos minutos después de que aparezcan. Los datos así obtenidos serán utilizados para obtener una vara de medir para las regiones más distantes del universo, con las implicaciones cosmológicas consiguientes.

Durante sus tres años de misión, a partir del 2003, Swift también buscará nuevos agujeros negros y otras posibles fuentes de rayos gamma cósmicos. El director del proyecto es Neil Gehrels, de la NASA, y su coste también 25.000 millones de pesetas.

Mapa de la Luna

Por otra parte, la NASA ha otorgado al Lunar Research Institute, un centro privado de Estados Unidos sin ánimo de lucro, el contrato para hacer el nuevo mapa de la Luna a partir de los datos obtenidos por la sonda Lunar Prospector. Esta misión fue diseñada y llevada a cabo por este instituto, fundado y dirigido por Alan Binder, y terminó sin haber podido confirmar la existencia de agua en los polos lunares.Los resultados del programa de análisis de todos los datos enviados por la sonda serán mapas globales de la composición del suelo lunar, los campos magnéticos, y los supuestos depósitos de hielo de agua. Esta información se considera imprescindible para iniciar la siguiente etapa de colonización de la Luna.

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