_
_
_
_
Tribuna:PREMIO A UN AUTOR COMBATIVO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pájaros que ensucian su propio nido

En uno de sus incisivos ensayos sobre la depauperación intelectual y moral de este final de milenio -la catástrofe programada que hoy nos acecha, acogida no obstante con indiferencia, cuando no con un fatalismo risueño por los heraldos del ultraliberalismo-, Günter Grass subrayaba la imposibilidad de desentenderse de la desertización cultural y amenaza de autoexterminio a menos que el escritor optara por "amoldarse a la opinión imperante y, buscando una coartada en las nuevas tecnologías audiovisuales", volviera la espalda al rigor ético y artístico de sus grandes predecesores y medrara satisfecho en los predios de "la todopoderosa industria del entretenimiento". La distinción fundamental entre el texto literario y el producto editorial, entre lo que Antonio Saura denomina con acierto el hipo de la moda y la moderna intensidad, distinción desdibujada con tenacidad y esmero por los medios de comunicación, conduce al extrañamiento o condena de quienes, ajenos a la arrebatiña por el dinero y honores de los "vivos", se esfuerzan en medirse con los muertos que componen su linaje, desde Cervantes a Alfred Döblin o Arno Schmidt. En cuanto "enemigos conscientes del arte descafeinado al gusto de las academias", advertía Grass, dichos escritores "han sido, desde que existe la literatura, perseguidos por el Estado o por esos inquisidores que siguen, todavía hoy, ejerciendo el papel de papas de la literatura desde su sillón de críticos-estrella".En un país en el que permanece vivo el recuerdo de las grandes hogueras de libros en 1933 -rito de alto contenido simbólico, según un testigo español de los hechos, calificado todavía de "maestro" por algunos de nuestros sabios de tertulia, me refiero a César González Ruano, para quien "la nueva Alemania tenía, entre otras misiones, la de quemar y destruir todo aquello que durante tanto tiempo la había llenado de vergüenza"-, el gesto litúrgico del crítico-estrella revestía un significado de alto contenido catártico: el rechazo por una mente "sana", esto es, adaptada a los valores al uso, de una obra que atentaba a la vez a los principios estéticos del lector habitual de productos editoriales y a la nueva y sagrada unidad nacional alemana que el novelista compara a la proclamada en 1871 por el emperador Guillermo I y, de forma implícita, por Adolfo Hitler, tras la anexión de Austria y de los Sudetes.

La normalización y democratización de Alemania, que transformó en pocos años un país vencido y en ruinas en un gigante económico, miembro además de la estructura militar de la OTAN y la futura Unión Europea, aconsejaban apartar los ojos de un pasado reciente, brutal y molesto: la responsabilidad colectiva del pueblo alemán en la elección del Führer y los subsiguientes crímenes del nazismo. Dicho olvido voluntario -como el francés con respecto a la colaboración y el régimen de Vichy- resultaba tal vez necesario durante un breve periodo de tiempo para salir del estado de postración y vergüenza inherentes al recuerdo de lo acaecido, mas su prolongación y mutación en amnesia favorecen hoy el negacionismo de la extrema derecha o la difusión de versiones más suaves y aceptables de los hechos mediante el distingo entre el patriotismo nacional alemán y los extravíos del hitlerismo. Dicha ignorancia protectora -de la que tenemos tantos ejemplos en la historia española- no sólo abarcaba el nazismo y sus cómplices, sino también, por extensión, la obra de quienes lo denunciaron desde el exilio -los Mann, Döblin, Benjamin, Canetti, Hanna Arendt, Brecht, Nelly Sachs-, obra con la que no podían competir los nuevos autores de la flamante y sobrealimentada República Federal. Como escribía Grass en su ensayo La libertad regalada: "El genocidio que Alemania planeó, ejecutó, toleró, negó y ocultó, y que no obstante estuvo y está a la vista de todo el mundo, sigue sin ser digerido, indigerible, como una rueda de molino colgada del cuello de los alemanes, incluyendo a los nacidos después de todo aquello".

Extracto de la intervención de Juan Goytisolo en la presentación en Madrid de Es cuento largo, de Günter Grass, en 1997.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_