La UE suspende la aprobación de nuevos transgénicos para endurecer sus condiciones
Los ministros de Medio Ambiente dictarán "normas más estrictas" antes de dos años
Los ministros de Medio Ambiente de la UE decretaron ayer "una moratoria de facto" para la aprobación de nuevos cultivos modificados genéticamente (más conocidos como transgénicos). El texto de la declaración suspende la adjudicación de nuevas licencias hasta "la entrada en vigor de normas más estrictas", y se basa en que todavía no hay conclusiones científicas sobre el impacto de los transgénicos en la salud y el medio ambiente. Se han impuesto finalmente las posiciones más duras (Francia, Grecia y Luxemburgo), frente a los países que preferían favorecer el hasta ahora incipiente mercado transgénico en Europa, como Alemania y España.
Con esta decisión, la UE consigue ganar dos años de tiempo (hasta la entrada en vigor de la nueva directiva de la Comisión Europea), en uno de los asuntos que más sensible tienen a la opinión pública del continente, y en el que conviven fuerzas opuestas de gran envergadura. Los quince ministros de Medio Ambiente, reunidos desde ayer en Luxemburgo, tenían la intención de restringir el desarrollo de los cultivos transgénicos (todavía incipientes en Europa), por la presión de los consumidores y las ONG, especialmente Greenpeace, y el hecho cierto de que todavía no hay estudios científicos concluyentes sobre el impacto de los alimentos transgénicas en la salud humana y el medio ambiente. La UE tampoco quiere seguir perdiendo distancia en la industria biotecnológica, que muchos países (principalmente Estados Unidos, Argentina y Australia) ya están desarrollando ampliamente, ni tampoco enfrentarse a posibles sanciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La decisión tomada ayer suspende la aprobación de nuevas variedades "hasta la entrada en vigor de normas más estrictas", según declaró el ministro alemán de Medio Ambiente, Juergen Trittin. Esas normas son las incluidas en la nueva directiva que está preparando la Comisión Europea para reemplazar a la actual (que data de 1990), y que, según los cálculos, sólo entraría en vigor a mediados del año 2001. "No podemos llamarla legalmente una moratoria, es una moratoria de facto", señaló Trittin.
La comisaria europea de Medio Ambiente, la noruega Ritt Bjerregaard, una de las impulsoras de poner controles más estrictos a los alimentos transgénicos, expresó ayer su satisfacción por la decisión de los ministros comunitarios: "La UE puede defenderse muy bien a sí misma ante la OMC. Uno puede basarse ante ella usando argumentos científicos", dijo. Para diversos observadores, entre ellos Octavi Quintana, miembro español del Comité de Bioética del Consejo de Europa, el anuncio de los Quince es "más político que científico".
El de ayer fue un buen día para aquellos países (Francia, Luxemburgo, Grecia y Dinamarca) que ya han prohibido unilateralmente en sus territorios los cultivos transgénicos y que ahora quieren llevar la prohibición a nivel comunitario. En el ámbito de la UE, sólo hay dos variedades modificadas genéticamente cuyo cultivo está permitido (y que no se verán afectadas por la decisión de ayer): el maíz Bt, de la empresa Novartis, y la soja resistente a plaguicidas de la compañía Monsanto. Estas compañías alteran la información genética de las semillas para hacerlas más resistentes a insectos, para controlar su maduración o para hacerlas más adaptables a suelos en malas condiciones. Los que se oponen a ellas aseguran que pueden crear resistencias a los antibióticos o crear alergias en los seres humanos, y afectar a la flora natural de las zonas donde se cultivan.
La posición de España
La ministra española de Medio Ambiente, Isabel Tocino, repitió ayer la que ha sido la posición del Gobierno en los últimos años: respetar "el principio de precaución" y la revisión de los productos "caso por caso". España es el país de la UE donde más penetración han tenido los cultivos transgénicos (aunque muy lejos todavía de los niveles de EE UU: apenas llega a las 20.000 hectáreas cultivadas), e incluso ha propuesto a principios de año, en la anterior reunión de ministros, la aprobación de dos nuevas variedades de algodón transgénico, finalmente rechazadas. En lo que sí concuerdan Tocino y los grupos mediomabientales (y el PSOE, que juzga el anuncio de "satisfactorio", pero lamenta "la falta de liderzgo del Gobierno español"), es en la necesidad del etiquetado de los productos transgénicos, "para informar a los consumidores".
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