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Treinta entidades exigen que se den jeringas a los presos para evitar el sida

La Comisión de Drogas del Colegio de Abogados de Barcelona, el Colegio de Farmacéuticos y más de treinta ONG reclamaron ayer a la Generalitat la inmediata puesta en marcha de un programa de intercambio de jeringas en las prisiones para evitar el contagio de sida entre los reclusos. Estas asociaciones consideran que la Administración autonómica actúa con "pasividad", mientras que Justicia asegura que pretende consensuar la medida, en estudio desde hace años, antes de aplicarla.

Los abogados aseguran que no disponen de cifras oficiales, pero que pueden afirmar que más de la mitad de los 6.000 presos que hay en Cataluña son seropositivos. Es probable incluso que el porcentaje sea mayor, pues un estudio del Departamento de Sanidad de 1995 cifraba este dato en el 55 % de los reclusos. Justicia aseguró ayer que la cifra era del 30%. Al margen de los números, desde 1984 han fallecido 700 presos en las cárceles catalanas a causa del sida y la Administración debe actuar para frenar el contagio. Desde hace años se ha venido anunciando la aplicación de ese programa de intercambio de jeringas en las cárceles, pero nunca se ha llegado a aplicar. Sanidad siempre ha defendido la medida, pero las reticencias de algún sector judicial y la de una parte de los funcionarios de prisiones han llevado al director general de Servicios Penitenciarios y Rehabilitación, Ignasi García Clavel, a aplazar una y otra vez, durante años, su aplicación. "Los funcionarios afirman, y no les falta parte de razón, que por un lado deben sancionar el consumo de drogas en las cárceles y, por otro, ven cómo se intercambian jeringuillas para inyectarse", afirma el abogado José Antonio Rodríguez Sáez, de la Comisión de Drogas. Por eso, la propuesta presentada ayer propone que el intercambio de jeringas lo realice personal ajeno a los funcionarios de prisiones y que se garantice la confidencialidad del recluso. Para ello, piden que además de jeringas se suministre también metadona. Los funcionarios alegan también problemas de seguridad si dan jeringas, pero ahora en las cárceles circulan las jeringas al igual que la droga, y también hay un comercio clandestino. Los reclusos llegan a pagar 5.000 pesetas por una jeringa nueva; poder disponer de una usada para inyectarse cuesta 500 pesetas. Las jeringas usadas son el principal factor de contagio de sida en la población reclusa. Para acabar con esta situación, desde hace un año un colectivo de 61 personas -formado por médicos, farmacéuticos, enfermeros, maestros y educadores- se ha ofrecido voluntariamente para colaborar en el diseño y ejecución de un programa de intercambio, sin que hasta ahora se le haya tenido en cuenta. "Si la respuesta de la Administración es que lo están estudiando, no vale, porque ya lo hemos oído muchas veces", afirman. Los impulsores de la iniciativa recuerdan que en las cárceles de Holanda, Alemania y Suiza se aplican con éxito programas similares de intercambio de jeringas. En España sólo existe el precedente de la cárcel de Basauri (Bilbao), donde un preso logró que la justicia le reconociera el derecho a que se le suministrara una jeringa. El manifiesto presentado ayer recuerda que los derechos de los presos son idénticos a los de cualquier otra persona, que fuera de la prisión puede acudir a una farmacia y recibir gratis un equipo con una jeringuilla y un preservativo. El Colegio de Farmacéuticos indicó ayer que el programa de intercambio de jeringas permitió entregar el año pasado 85.800 jeringas a los drogadictos.

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