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LAS SUBVENCIONES AL CAMPO

Las ayudas comunitarias suponen más del 25% de los ingresos anuales del sector agrario

Las ayudas y subvenciones de la Unión Europea suponen más del 25% de los ingresos anuales que declara el campo español, según datos del Ministerio de Agricultura. Sobre unos ingresos netos por producción de 2,5 billones de pesetas, los agricultores y ganaderos recibieron directamente de Bruselas ayudas por 684.000 millones de pesetas (4.110 millones de euros) en 1998. Las subvenciones superan el 50% de los ingresos de algunos sectores (lino, girasol, tabaco u olivar). Aunque la UE considera que España es de los países en los que menos fraude se detecta, ha exigido un riguroso control.

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Los responsables de Agricultura, las organizaciones agrarias y los productores coinciden al afirmar que las ayudas son imprescindibles para subsistir con el actual modelo de explotación agraria impuesto por Bruselas a los miembros de la UE y en un entorno marcado por unos precios institucionales a la baja, una mayor apertura de fronteras a los productos procedentes de terceros países con menores costes laborales y la progresiva reducción o eliminación de aranceles.De hecho, las subvenciones comunitarias afectan casi al conjunto del sector agrario, con mayor intensidad en los cultivos herbáceos (entre los que destaca el girasol), el olivar, el tabaco o el plátano. Las ayudas también son especialmente significativas en los sectores vacuno, ovino y caprino, mientras que apenas hay ayudas directas para el hortofrutícola o el vitivinícola. El cultivo del lino, entorno al cual se han detectado importantes bolsas de fraude relacionadas con altos cargos de la Administración, es uno de los que más ayudas recibe (unas 120.000 pesetas por hectárea de cultivo).

Control del gasto

Las ayudas del Fondo Europeo de Orientación Agraria (Feoga-Garantía) suponen anualmente unos 6,7 billones de pesetas en toda la UE. Según datos de 1997, España es el tercer país perceptor de fondos con 851.000 millones, por detrás de Francia, con 2,5 billones, y de Alemania, que recibe más de un billón de pesetas. De la cantidad que percibe España, los fondos que reciben directamente los agricultores y ganaderos ascienden a 661.000 millones; otros 114.000 millones van a parar a las industrias transformadoras (principalmente de los sectores del vino y hortofrutícola) y unos 50.000 millones más corresponden a restituciones a la exportación (ver cuadro).

Las cifras de 1998 aún no se han publicado desglosadas, pero el reparto de las ayudas se asemeja al del año anterior y se constata que los agricultores y ganaderos perciben ayudas por valor de 684.000 millones, lo que supone un 27,36% de los ingresos totales (2,5 billones) declarados.

Controlar esos pagos y evitar el fraude es uno de los objetivos prioritarios de la Comisión Europea, aunque los resultados son cuestionables. Bruselas, que impone anualmente fuertes sanciones, reclama a las administraciones un férreo control de las subvenciones, pero ha tenido que reconocer la existencia de notables irregularidades que afectan no tanto al campo español como, por ejemplo, al olivar italiano.

Pese a la existencia de importantes focos de fraude en los sectores del vino, el algodón, los cultivos proteaginosos (alfalfa, forrajes...) y el lino, España estaba considerada como la Alemania del sur por el rigor que se aplicaba en el control de los pagos comunitarios.

Anualmente el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), de acuerdo con todas las comunidades autónomas, elabora un plan de control tanto sobre las plantas de transformación de productos agrarios como las superficies de cultivo o explotaciones ganaderas. Ese plan contempla el control como mínimo del 5% de las peticiones de ayuda en cada sector. En 1997, según los datos de Agricultura, se controlaron 254 empresas. No había ninguna empresa del lino.

Tres tipos de subvenciones

En el conjunto de las ayudas que paga Bruselas al sector agrario se pueden distinguir varios tipos, según su justificación y objetivos.Hay un primer gran conjunto de ayudas que no se pagan al sector de forma gratuita, sino con el fin de compensar a los agricultores o ganaderos por sus menores ingresos al reducir los precios. Éstos serían, por ejemplo, los casos de todos los cereales, las oleaginosas -fundamentalmente el girasol en España-, la carne vacuna u ovina.

Bruselas mantiene una política de congelación y recorte de los precios de intervencion. Por ejemplo, el precio oficial de un kilo de cebada hace 10 años fue de 27 pesetas, mientras que hoy es de 20 pesetas, y bajará a 17 en el año 2000. Las ayudas son para compensar la bajada de los precios, y el agricultor o ganadero no aumenta sus rentas con las ayudas. En teoría, esos productos deberían ser cada vez más baratos para el consumidor

Un segundo tipo de ayudas está dirigido a potenciar un cultivo o una producción determinada que sin ayudas no se llevaría a cabo. Éste es el caso de las ayudas especiales para el trigo duro, los forrajes desecados, el lino y el cáñamo, el tabaco y, en alguna medida, el olivar, para favorecer su mantenimiento.

Finalmente, un tercer tipo de ayudas se paga al sector agrario para mantener cultivos que no podrían subsistir frente a precios más bajos de producciones de terceros países que la UE importa. Éste es el caso de las ayudas para los productores de plátanos o algodón.

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