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PATRIMONIO

Estatuas de plástico en la catedral de Burgos

Se retirarán de la fachada las figuras auténticas para recluirlas en un museo y evitar su deterioro

Álex Grijelmo

Las estatuas que desde el siglo XIII miraban a los lugareños y a los turistas desde lo alto de la fachada de la Catedral de Burgos serán sustituidas por unas copias. La Dirección General del Patrimonio de la Junta de Castilla y León ha avalado tal medida por entender que así se preservarán los originales para los siglos venideros; y entretanto el siglo XXI las podrá observar en un museo que se abrirá en el propio templo. Distintas personalidades de la cultura burgalesa han puesto el grito en el Cabildo, pero las autoridades y los técnicos responsables de la restauración del monumento aseguran que las imágenes estaban deteriorándose como consecuencia del clima y de la contaminación, y que no cabía otra posibilidad. Las nuevas estatuas serán de resina epoxídica (eufemismo que encubre la palabra “plástico”), y algunas de ellas mostrarán en su rostro unas facciones que nunca tuvieron.La decisión, adoptada por la Administración autonómica del PP, afecta a 15 estatuas (ocho del siglo XIII, tres del siglo XV y cuatro del siglo XVI), y no figura prevista en el Plan Director de la catedral de Burgos, que data de octubre de 1997 y fue encargado por la Junta a los arquitectos Félix Adrián y Manuel Álvarez. En ese planeamiento se establecieron las actuaciones arquitectónicas encaminadas a restaurar el edificio, trabajos que aún continúan. Y este plan general de la Catedral prevé que se desmonten las estatuas de la fachada, que se limpien, que se les retiren unas grapas metálicas oxidadas y que se vuelvan a colocar en su secular balcón. Nada de sustituirlas.

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Fuentes del equipo que elaboró el plan director arguyen que la sustitución de esas 15 imágenes sí se preveía en cambio en el Proyecto de Restauración de la Fachada de Santa María (la cara principal del monumento), datado en mayo de 1997; y que el plan director no descendió luego a esos detalles.

La medida parece chocar también contra la Ley de Patrimonio Histórico (de 1985), puesto que "un inmueble declarado bien de interés cultural es inseparable de su entorno"; y las estatuas de la fachada catedralicia tienen la consideración oficial de bienes inmuebles: "Para los efectos de esta ley, tienen la consideración de bienes inmuebles cuantos elementos puedan considerarse consustanciales con los edificios y formen parte de los mismos o de su exorno, o lo hayan formado, aunque en el caso de ser separados constituyan un todo perfecto de fácil aplicación a otras construcciones o a usos distintos del suyo original, cualquiera que sea la materia de que estén formados y aunque su separación no perjudique visiblemente al mérito histórico o artístico del inmueble al que están adheridos" (artículo 14).

Las fuentes citadas del equipo de arquitectos oponen a estos preceptos que la Ley del Patrimonio establece en su primer artículo que el objeto de esa norma consiste en la protección y transmisión a las generaciones futuras del patrimonio histórico y espiritual de los españoles; y que eso es precisamente lo que se intenta con la sustitución de las imágenes. Y aportan ejemplos como el de las estatuas del frontis del Teatro Romano de Mérida que pasaron al museo de esa ciudad y fueron sustituidas por copias; o los caballos de San Marcos en la catedral de Venecia, o la Puerta de los Apóstoles de Valencia.

Javier Toquero, director general de Patrimonio en Castilla y León, coincide con esas apreciaciones de los arquitectos, y responde al citado artículo 14: "No vamos a llevar las estatuas originales a otro sitio, las vamos a dejar en el mismo inmueble".

Begoña Bernal, profesora de patrimonio urbano en la facultad de Humanidades de la Universidad de Burgos, encabeza una campaña de recogida de firmas que ha sumado en unas semanas cerca de 3.000 rúbricas de ciudadanos burgaleses que apoyan un manifiesto (elaborado por varios profesores universitarios) contra la sustitución de las estatuas. Esta profesora denuncia que no se ha informado oficialmente a la Unesco sobre lo que se va a hacer en el monumento (frente a lo que establece la Convención del Patrimonio Mundial, puesto que la Catedral es patrimonio de la Humanidad), y pronostica que dentro de unos años las estatuas no tendrán el mismo color que el resto de la fachada, porque la resina no se oscurece igual que la piedra. De hecho, los burgaleses ya han visto sorprendidos (tras desmontarse los andamios que se colocaron para restaurar el monumento) que había cambiado el tono de la Catedral. Las técnicas aplicadas le robaron el tiempo.

El director general Javier Toquero admite que esa diferencia de color entre la fachada y las estatuas se puede producir en el futuro, pero apostilla: "El compuesto pétreo de las nuevas imágenes envejecerá de manera bastante pareja al resto de la Catedral". Y no considera Toquero que sea necesario avisar a la Unesco: "Se trata de una operación perfectamente reversible, sin el más mínimo daño al monumento. No obstante, en cuanto tenga el último estudio de petrología enviaré toda la documentación a la Unesco y le solicitaré un informe".

La profesora Begoña Bernal discute asimismo las causas que conducen a esta "falsificación": "No se puede argumentar nada sobre el clima, porque las estatuas llevan siglos conviviendo con el clima burgalés; incluso ahora el tiempo es mejor que en siglos pasados. Y si se aduce un problema de contaminación, será mejor reducir entonces la contaminación en el entorno de la Catedral; que de todas formas alcanza unos niveles mínimos". Además, agrega, si se llevan los originales a un museo se modificará la función de las propias imágenes: aunque previstas para verse de frente, desde lejos y en altura, los visitantes las tendrán a un metro, o de perfil, y al mismo nivel.

Félix Palomero y Magdalena Ilardia explican en su libro La catedral del Burgos, una vanguardia artística medieval (editorial Ámbito; Valladolid, 1996), en el capítulo relativo a la fachada principal: “Las esculturas situadas en los aleros, tribunas y torres reciben un tratamiento técnico menos detallista que las pensadas para ser contempladas más de cerca. Aquéllas tienen facciones, melenas y vestiduras de una labra más elemental que éstas, pero presentan gran calidad plástica y apreciamos un cuidado exquisito de cara a los efectos ópticos que quieren producir en el espectador. Los escultores las piensan para ser contempladas de lejos, y a ello ajustan las proporciones. En general son del más depurado y exquisito estilo gótico clásico, el del siglo XIII”.

Y el supuesto deterioro de las estatuas no es tal, insiste la profesora burgalesa: "Dicen que tienen la nariz o la cara erosionadas... pero no hay más que ver los grabados de Las Cantigas para darse cuenta de que fueron siempre así porque así se dibujaban los rostros en aquella época. La nariz chata de algunas de ellas tenía esa forma desde el principio, no es un problema de erosión".

Javier Toquero opone a eso que sólo se ha hecho con las caras una "recomposición volumétrica" ("y no es un eufemismo", aclara), y siempre con la supervisión de la "dirección facultativa". ¿Quiénes?: los arquitectos responsables del plan director. Y remacha que todo esto constituye una excepción, no una política general en la restauración de monumentos. Y que además la operación no es cara: 500.000 pesetas por cada estatua copiada.

Las fuentes del equipo de arquitectos responsables del plan director consideran por su parte que las estatutas sí tenían unos rasgos bien definidos, "pero han perdido varios milímetros. Están muy erosionadas; y algunas, totalmente cortadas por la mitad como consecuencia de unas grapas que se les pusieron. Tienen microfisuras por todos los sitios, por la gran penetración de los elementos contaminantes. Hay que tener en cuenta que la mayoría están en una especie de balcón, sin una pared posterior que las proteja; y por ahí se crea una zona de corrientes. Les afectan mucho la erosión, el hielo y la contaminación".

"No entendemos que se pueda formar una polémica por esto", agregan. "Los consolidantes actuales no nos garantizan mantener las estatuas en buenas condiciones. Y ésta es una decisión reversible: cuando existan otros consolidantes y el responsable de las actuaciones esté en condiciones de garantizar que se conservarán las estatuas, podrá sacarlas del museo y sustituirlas otra vez".

Javier Toquero, el director regional de Patrimonio, insiste en esa posibilidad de enmendar un eventual error. Y explica coloquialmente un dicho que manejan en lenguaje popular los expertos en patrimonio (él es arquitecto especialista en la materia): "Si te equivocas, que no la prepares".

Su dirección general se ha apoyado, para autorizar esta sustitución de la estatuas, en unos estudios técnicos que alertaban sobre el peligro de que se deteriore la piedra y recomendaban que las imágenes "se custodien" o "se sustituyan", a fin de preservarlas para las generaciones venideras. Los firman la Cátedra de Historia de Restauración de la Facultad de Arquitectura de Valladolid y el Departamento de Petrología de la Complutense.

Begoña Bernal, en su nombre y en el del grupo de profesores universitarios y personalidades de la cultura burgalesa que secundan sus opinones, responde: "Existe el derecho de las generaciones venideras, pero también el de las generaciones presentes a ver la Catedral en toda su autenticidad. No puede haber un salto de ese tipo, de modo que a una o a varias generaciones se les impida disfrutar del patrimonio que han heredado. ¿Qué pensará la gente cuando mire la fachada y sepa que las estatuas son falsas?".

Algunos burgaleses han apuntado otra posibilidad alternativa: se podrían mantener en su sitio las estatuas reales, con la restauración que precisen, y sustituirlas por las falsas cuando hayan cumplido su “ciclo vital” (Paulino Renedo, carta al director del Diario de Burgos). Un conocido arquitecto burgalés, Pedro del Barrio, responsable del Instituto de Restauración de la Universidad de Burgos, ha equiparado las nuevas imágenes con los ninots de las fallas valencianas. Eso, según correspondía a tal comparación, sirvió para echar leña al fuego y atizar el conflicto.

Y la llama continúa pese a todos los datos manejados, frente a tantos argumentos fríos, y a pesar de cuantos tecnicismos incomprensibles se han volcado en la polémica: miles de burgaleses no ven la Catedral sólo como un edificio, sino sobre todo como un sentimiento.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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