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Loyolina

Lino, del latín "Línum", planta herbácea anual de la familia de las lináceas, de raíz fibrosa, tallo recto y hueco, de unos tres milímetros de diámetro y hojas lanceoladas.Hace seis años, campaña de 1992-93, en España no se cultivaba ni una sola hectárea de lino. En la campaña siguiente,1993-94, fueron 186 hectáreas las dedicadas a este cultivo y pasaron a ser 3.376 en la de 1994-95. Pues bien, en la de este año, 1998-99, se han cultivado 91.400 hectáreas. Todo un récord. ¿Los agricultores españoles se cayeron del guindo y descubrieron tardíamente, cual nuevos "linneos", esta planta herbácea de tallo hueco? Pues no.

Las ayudas al lino se iniciaron en la Unión Europea en 1985. En la actualidad, la ayuda está fijada en 119.109 pesetas por hectárea y las normas europeas exigen para su cobro que la plantación de esta herbácea se haga con semillas certificadas de las variedades autorizadas, con un rendimiento mínimo de una tonelada por hectárea. Si la producción es menor, la ayuda se reduce hasta desaparecer cuando no alcanza los 50 kilos por hectárea. La concesión de la ayuda exige, además, que el agricultor asegure que la producción sea transformada en una industria autorizada.

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Habiendo existido estas ayudas desde 1970, ¿por qué no se comenzó a sembrar lino una vez que España entró en la Unión Europea? En primer lugar, porque no había ninguna tradición en este cultivo, y en segundo, porque en España tampoco existía una sola planta transformadora. No existía... hasta que algún "listo" hizo las cuentas. Veamos qué cuentas:

Si yo planto lino, los "europeos" me dan por cada hectárea cultivada 120.000 pesetas y los costes son, más o menos, de 30.000 pesetas, así que gano 90.000 pesetas limpias por hectárea. Sólo tengo un problema: alguien me tiene que comprar el lino y en España no hay quien me lo compre. Nimia dificultad para un "listo". Me invento yo mismo (o un amigo o mi suegra) una planta transformadora, un comprador, que no necesita transformar nada, pues basta con que me firme un contrato por el lino para que yo cobre la ayuda europea. Sencillo, ¿verdad? ¿Y si vienen unos inspectores con la pretensión de enterarse de dónde y en qué estado se encuentra el lino recolectado? Pues bien, responde el "listo", en primer lugar, no es probable que vengan y, en todo caso, el lino arde muy bien. Se le pega un cerillazo y en paz.

A estos "listos" se les conoce en la Unión Europea con el nombre de "cazasubvenciones". Lo que seguramente no sabían los inspectores de la UE era que tenían a los tramposos muy cerca, al otro lado del mantel, sonrientes, en el restaurante donde habían sido invitados por esos pillos. Todos ellos, miembros de la plana mayor del Ministerio de Agricultura. Nicolás López de Coca, D.Nicolino, routier de larga data, que fuera director general con Ruiz-Gallardón, más tarde subsecretario del Ministerio de Agricultura y finalmente director del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA); Carlos Moro, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha; Quintiliano Pérez Bonilla, Quintilino, director general de Ganadería; Gonzalo Ruiz Paz, director de Mercasa... Ellos, sus familias, sus amigos, eran "los del lino", siempre bajo la atenta mirada de la ministra, Loyola de Palacio. Fatalmente atraídos por los ternos de lino, tan elegantes, aunque tengan alguna propensión a las arrugas, se habían puesto manos a la obra. Una edificante actividad bíblica, pues entre las obras de caridad se encuentra la de vestir (con lino) al desnudo y a ello se aprestaron, mas, como la caridad bien entendida empieza por uno mismo, al grito de "la arruga es bella", previamente se forraron ellos mismos, cobrando las generosas subvenciones de la UE. ¿Cabe mayor vocación europeísta? Ya habían ardido algunos almacenes de lino al aire libre cuando estalló el escándalo y siguieron ardiendo después. Hasta tal punto eran necesarios los incendios que, cuando quisieron apagarlos, los bomberos fueron echados del lugar con cajas destempladas y palabras desabridas, mediante las cuales se les incitaba a la sodomía: "A vosotros, ¿quién os ha llamado? Id a tomar por...". Eso dijeron a los bomberos los "eróstatos" del lino, los caritativos incendiarios, los sicarios-pirómanos.

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"Las pruebas de la infamia las traigo en la maleta", confesaba el protagonista de aquel terrible tango, pero aquí, en esta milonga del lino, las maletas están llenas de euros. ¿Y las pruebas? Arrojadas a la pira, consumidas por el fuego purificador. Producir cualquier cosa para ser inmediatamente destruida constituye un despilfarro y una inmoralidad. Un acto que ninguna norma legal puede amparar y tampoco lo amparan las leyes europeas, que, en este caso, pretenden que los agricultores produzcan un lino susceptible de ser comercializado a precios mundialmente competitivos.

"No hemos hecho nada ilegal", gritan estos perillanes cogidos en falta. Si lo que han hecho es o no es legal ya lo dirán, en primer lugar, las autoridades europeas y, luego, los jueces, pero cualquier persona decente está ya en condiciones de emitir un juicio de valor. Estas gentes, reptando entre resquicios, han conculcado algo más que una Ley, se han ciscado en el espíritu de las leyes. Y lo han hecho prevaliéndose de su privilegiada posición dentro del Estado. Estamos ante una trama enquistada en y amparada por el Ministerio de Agricultura. Es decir, por la primera institución nacional encargada de vigilar para evitar que ocurran y, en su caso, para perseguir estas trapacerías. ¿Y qué decir de la vigilante mayor, de la ministra? Loyola de Palacio encabeza la lista electoral del PP en las elecciones europeas. Según ella, que no se recata en ponerse continuamente medallas a sí misma, su mérito mejor es el de haber llevado a cabo una dura y exitosa negociación en la UE en beneficio de los agricultores españoles. Pura propaganda que los datos no avalan, pero habrá de reconocerse que en sus palabras late la satisfacción económica que, a no dudar, le han insuflado quienes, rodeándola, se han puesto, literalmente, las botas con las ayudas europeas para el lino (¿sólo para el lino?). Un "linaje" al cual no puede ni renunciar ni sustraerse la ex ministra.

¿Qué espíritu europeo puede exhibir una persona cuyo entorno, avalado antes y ahora por ella, está constituido, en el mejor de los casos, por una gavilla de "cazasubvenciones"? ¿Cómo puede pretender convertirse en legisladora europea una persona cuya gente de más confianza ha hecho lo que ha hecho y precisamente con el dinero público europeo? Una persona que, para más inri, pretende ser comisaria europea. Es evidente que con estos antecedentes no lo será. Pero eso es lo de menos. Lo trascendente reside en una actitud y unas prácticas incívicas y, sobre todo, antieuropeas. Una burla que deja a los agricultores españoles a los pies de los caballos teutones que encontrarán en este relato de hechos potentes argumentos a los cuales agarrarse en las próximas cumbres de la UE.

Por otro lado, en este asunto del lino, se la juegan los medios de comunicación y en especial aquéllos, numerosos, que operan bajo la férula del PP. Hasta el momento, ni una sola noticia ni una nota a pie de página han hecho referencia a este feísimo asunto. Han ninguneado el escándalo, pero ¿hasta cuándo?

Conviene recordarles, por si lo han olvidado, que, durante la dictadura de Franco y con una censura más férrea que ésta, la que éstos pretenden imponer y parcialmente imponen, salieron a la luz dos escándalos muy parecidos al del lino. Uno fue el de Matesa, la empresa que fabricaba telares y cobraba subvenciones a la exportación. Y claro que exportaba... a una filial que ella misma había montado fuera de España. El otro escándalo recibió nombre gallego: "El aceite de Redondela". Si Loyola no se acuerda, se lo puede preguntar a Fraga, que sí andaba por allí. Franco no pudo parar aquellos escándalos, ¿podrá el PP parar éste con la ayuda de TVE y de nuestro dinero, el que maneja Villalonga? Se admiten apuestas.

Joaquín Leguina es diputado del PSOE.

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