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GUERRA EN YUGOSLAVIA La negociación

Solana asegura que el esfuerzo diplomático ha sido reencauzado tras el ataque a la embajada

Xavier Vidal-Folch

Una semana después del bombardeo accidental de la Embajada china en Belgrado, las aguas de la negociación internacional empiezan a volver a su curso. "Los esfuerzos diplomáticos continúan su rumbo con gran intensidad", manifestó ayer el secretario general de la OTAN, Javier Solana, a los corresponsales españoles en Bruselas. El centro de gravedad lo comparten ahora el G-8, que ultima los detalles de la plataforma adoptada la pasada semana, y el lanzamiento de lo que se prefigura como el gran tándem de mediadores, el ruso Víktor Chernomirdin y el europeo Martii Ahtisaari.

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El revés chino empieza a digerirse. En estos momentos "no hay ningún freno a la labor diplomática, ningún dato negativo, sino más bien una dinámica positiva", indicó un alto funcionario de la Alianza. Su jefe, Solana, se atrevió a aventurar que "estamos más bien aproximándonos hacia el final" de la crisis, aunque añadió, prudente, que "en cualquier caso debemos ser más perseverantes que el dictador".La cocina negociadora se realiza en dos fuegos conexos. Uno es el G-8. Sus directores políticos siguen perfilando los detalles de la plataforma aprobada en Bonn, que debería incorporarse a una resolución del Consejo de Seguridad. Volverán a reunirse a principios de la próxima, para afrontar los dos escollos pendientes: el alcance de la retirada militar serbia en Kosovo (ritmo, forma, número) y la estructura de la fuerza internacional de seguridad, mecanismos que garantizarán el retorno de los kosovares a sus hogares. Otros puntos del paquete son el fin de la represión, el retorno de los refugiados, el establecimiento de una administracíón interina, el respeto a la soberanía e integridad territorial de Yugoslavia y la desmilitarización del Ejército de Liberación de Kosovo.

El otro es el entrecruce de contactos de alto nivel. Anoche se reunían en Helsinki Chernomirdin, el secretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott -llegado de Moscú y quien acudirá hoy a Bruselas-, y Ahtisaari, el presidente finlandés, como representante de la Unión Europea (UE). El encuentro bautiza al dúo Chernomirdin-Ahtissari como hombres clave para las negociaciones, que consagrará un "equipo de diálogo fuerte". Serán ellos, casi seguro, quienes se encarguen de llevar el último papel del G-8, cuando esté listo, a Belgrado, en una especie de ultimátum a Milosevic, previo a la reunión de Consejo de Seguridad.

Ambos tienen fuerza. En el caótico paisaje ruso de ceses y pulsos entre la Duma y el presidente Borís Yeltsin, fumigado el primer ministro Yevgueni Primakov y quemado hacia afuera el titular de Exteriores, Ígor Ivanov, el superviviente Chernomirdin brilla con luz propia y exhibe autonomía. Pesa porque fue primer ministro y goza de la confianza de Yeltsin y una excelente relación con los aliados, sobre todo con el vicepresidente estadounidense, Al Gore.

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Finlandia, fiable

Ahtisaari no es dirigente de la Alianza -su país no pertenece a ella-, pero goza de su total confianza. De los europeos, sabedores de que Finlandia es el más fiable de los escandinavos en la UE. Y también de Estados Unidos, que recuerdan su compromiso en las operaciones de mantenimiento de la paz en Bosnia y Macedonia, y recelan por el contrario del sueco Carl Bildt -nombrado enviado especial para Kosovo del secretario de la ONU, Kofi Annan-, por su hostilidad a los ataques aéreos. Además, Ahtisaari tiene buenos lazos con Moscú y con la ONU, de la que fue alto cargo durante largos años. Puede, sin ser miembro del club, hablar en nombre de la OTAN.La Alianza cree que la crisis política de Rusia no perjudicará la secuencia prevista (del G-8 al Consejo de Seguridad), especialmente gracias al protagonismo de Chernomirdin. Y que China ablandará sus protestas a medida que se olvide el bombardeo de su embajada. "Cuando vaya al Consejo de Seguridad estará suficientemente madura", apostó ayer Solana.

La diplomacia norteamericana calcula que la herida china se suturará con dinero. "Los chinos cobrarán en especie", sostiene: flexibilidad para su acceso a la Organización Mundial de Comercio, desestimientos occidentales en algunos de los pleitos sobre propiedad intelectual. "Si Rusia apoya una resolución del Consejo de Seguridad será difícil que China la vete", completan fuentes atlánticas, convencidas de que se abstendría. Siempre que, antes, las negociaciones bajo mano, que ahora se reactivan y multiplican, acaben fructificando.

Mientras tanto, los Diecinueve mantienen invariable su posición de firmeza en los ataques, con los periódicos y consabidos desmarques para la galería de griegos e italianos.

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