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Entrevista:

"Berlín carece de un centro emocional"

Pilar Bonet

Naumann, que en el pasado fue periodista (en los semanarios Die Zeit y Der Spiegel) y editor (en Hamburgo y en Nueva York), dice sentirse "como David y no como Goliat" frente a los länder, entre otras razones porque el presupuesto de su departamento es de 1.900 millones de marcos anuales, y el de los Estados federados, de 15.000 millones. No obstante, la creación del puesto de máximo representante de la cultura (lo que de hecho es un ministerio, aunque por razones legales no pueda figurar como un departamento independiente) ha propiciado una nueva dinámica. "La posibilidad de hablar sobre política cultural a escala federal hace que se preste más atención al tema de cómo se trata la cultura en nuestro país. En el discurso cultural entre la política y la sociedad han cambiado positivamente muchas cosas en Alemania", asegura Naumann, que depende directamente de Gerhard Schröder y tiene su oficina en la cancillería.Naumann, militante del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), concentra hoy funciones y presupuestos que -hasta el triunfo de la coalición rojiverde- estaban dispersos entre distintos organismos, desde el Ministerio de Interior hasta el Ministerio de Economía. Con Naumann en la cancillería, la UE tiene -a la hora de hablar con Alemania- un interlocutor único, donde antes estaban los 16 ministros de la Cultura de los länder, que compartían la representación o se turnaban para hablar en nombre de la cultura.

"Los municipios hacen cultura, los länder la financian y la Federación la apoya. A esta división histórica de competencias en tres niveles se le debe añadir un cuarto nivel: Europa. Donde se promulga una gran cantidad de legislación que afecta a la gestión cultural de los municipios. En este contexto es oportuno que un representante de la República Federal de Alemania en su conjunto ponga su peso en la balanza. Eso es lo que he hecho y lo que hago como defensor de las estructuras culturales federales que han cobrado peso".

Ante Bruselas, Naumann se muestra combativo y su tono recuerda al que era habitual entre los funcionarios de Bonn cuando hablaban de la Agenda 2000. De la UE quiere "un presupuesto para la cultura" y "transparencia" en los gastos de la política cultural. "El 80% de los gastos de la política cultural de Europa procede de los Fondos Estructurales o del Fondo de Cohesión, y se trata de medidas que a veces no son transparentes". El ministro tiene la esperanza de que en el futuro se podrá "crear un comisariado europeo responsable de la cultura", que adopte medidas de política cultural y las haga transparentes.

"Las regulaciones de Bruselas ponen en peligro algunas cosas, como los precios de venta concertados de los libros", afirma. Hasta ahora, la acción más enérgica del ministro ha sido la defensa de los precios concertados de los libros. Naumann lucha sin cuartel contra Karel van Niert, el comisario de la UE encargado de la libre competencia de mercado. El compromiso sobre los precios de los libros, como el que ha mantenido Alemania, no es un proteccionismo, puntualiza. "El Estado no paga ni un céntimo. Se trata de un acuerdo del sector para mantener las reglas de competencia que desde hace un siglo aseguran la pluralidad del mundo editorial alemán".

Naumann, que dirigió la editorial Rowohlt durante diez años (1985-1995) con gran éxito y que trabajó como editor de jóvenes autores norteamericanos y talentos europeos en Nueva York, no es partidario de transferir el ejemplo del mundo editorial norteamericano a Alemania. "He traído ideas y experiencias de Estados Unidos, y, entre otras cosas, que la inexistencia de un acuerdo sobre los precios de los libros en aquel país ha tenido como consecuencia el cierre de la mayoría de las editoriales independientes en los últimos diez años", dice. "En Estados Unidos hay tres cadenas editoriales, que dictan las condiciones de casi todo el comercio editorial y que, para sobrevivir, tienen que vender best-sellers masivamente". "La transferencia de este modelo al mercado europeo del libro, y especialmente al mercado alemán, sería nefasta".

La discusión sobre el monumento a las víctimas del holocausto que debe construirse en el centro Berlín, cerca de la puerta de Brandeburgo, ha concentrado gran parte de la energía del ministro. Éste ve próximo el final de esta vieja polémica, que otros consideran cada vez más embrollada.

El Bundestag decidirá posiblemente en mayo sobre el proyecto a construir, señala. La propuesta del teólogo Richard Schröder, que quiere convertir el quinto mandamiento -No matarás- en el eje de la composición escultórica, le parece a Naumann "una vieja propuesta que ya había sido rechazada". Sobre el tapete está hoy el proyecto del arquitecto Peter Eisenmann, conocido por Eisenmann 2. Se trata de una composición monumental consistente en un campo de pilares de hormigón verticales combinado con unas instalaciones al servicio del recuerdo activo. Naumann quiere trabajar coordinadamente con el Museo Judío de Berlín y con su director, Michael Blumenthal, y decidir con él dónde debe estar instalada la Fundación del Holocausto, la Shoah-Foundation. Los proyectos no se acaban ahí, porque, además del llamado Eisenmann 2, existe también el Eisenmann 3, que consta de museo, casa de la memoria, centro científico, biblioteca y una superficie de exposiciones para dar a conocer la historia del holocausto a grandes cantidades de personas. Naumann calcula que ese museo, si se construye, atraerá a 1,5 millones de visitantes al año. Los campos de concentración del nazismo, que están desperdigados por el territorio alemán, no pueden atraer a un número tan alto de personas.

Alemania "destinará más medios financieros que en el pasado" a conservar los grandes campos de concentración. Pero eso no reemplaza la necesidad de un monumento, "porque los campos no están en la capital, sino alejados y escondidos", sin contar con que "los antiguos campos de exterminio están en Polonia". "En Berlín no sólo se debe pensar abiertamente en el holocausto, sino que se trata de tener una influencia pedagógica, y esto se puede realizar sólo allí donde se ha planeado, en el centro, en las cercanías de la puerta de Brandeburgo".

Naumann, que tiene su domicilio personal en Berlín, cree que esta ciudad será un podio del diálogo cultural entre Europa Central y del Este. "En Berlín viven ya muchos artistas rusos, y cada vez hay más galerías que muestran el arte de Europa del Este. Esta ciudad multicultural, que es la cuarta ciudad turca del mundo, carece, sin embargo, de un centro emocional, a diferencia de Londres o París". "Los habitantes de Nueva York identifican esta ciudad con Manhattan, pero si pregunta a un berlinés del barrio de Köpenick dónde vive, éste le dirá que vive en Köpenick y que algunas veces va a la ciudad. En Berlín hay un centro arquitectónico, pero no un centro que refleje la conciencia de la identidad".

Acostumbrado a expresarse en inglés y a moverse en ambientes cosmopolitas, Naumann no parece ser un gran militante de la difusión del alemán en el mundo. No tiene "ningún proyecto concreto" de promoción de la lengua, aunque considera "sorprendente" que el alemán no sea una lengua oficial de la Unesco. En cuanto al Instituto Goethe, el instrumento de promoción en el exterior, Naumann, que no ha conseguido quitarle esta institución al Ministerio de Exteriores, del cual sigue dependiendo, parece más entusiasta sobre su función como promotor de cultura que como centro de enseñanza del idioma.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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